Edad prohibida, de Torcuato Luca de Tena

13 septiembre, 2022

| | |
Hay cientos de novelas de formación, con esas historias en las que una persona deja de ser niño para convertirse en adulto pasando por esa dura etapa que es la adolescencia. Esos testimonios ficticios sirven para dejar una huella en el tiempo, para atravesar lugares comunes por los que todos hemos podido transitar o, al menos, conocer, pero que también quedan anclados a unas circunstancias históricas y sociales concretas. No es la primera vez que menciono el hecho de que tanto la infancia como la adolescencia van cambiando, aunque contengan características comunes a pesar del paso inevitable del tiempo. Al lector juvenil le puede servir para sentirse identificado con sus preocupaciones, al lector adulto, para recordar y, seguramente, para sentirse en intimidad con una época que ya no va a volver. Porque cuando nos enfrentamos a libros tan dispares como El camino (Miguel Delibes, 1950), Oppi (Justo Navarro, 1998), Deseo de ser punk (Belén Gopegui, 2009), Los peces no cierran los ojos (Erri de Luca, 2010) o Si nunca llego a despertar (Javier Yanes, 2011), nos enfrentamos también a una forma de entender esa etapa de la vida que es única y que puede resultar ajena a muchos adolescentes de hoy. A pesar de lo cual, no dejan de ser espejos que reflejan preocupaciones y emociones similares a las que tienen o hemos tenido.

Ni siquiera Edad Prohibida (Torcuato Luca de Tena, 1958) es similar a los ejemplos anteriores. Aunque temporalmente su publicación es cercana a la novela de Delibes, abordan infancias y adolescencias distantes. La de Delibes es rural, previa al paso a la ciudad, mientras que Luca de Tena nos transporta a la vida medio burguesa de San Sebastián. La novela está ambientada en los años de la guerra civil española, aunque esta sea solo un telón de fondo, como comentaremos más adelante. Aborda la vida de Anastasio, un joven tímido y retraído que acaba en San Sebastián huyendo de la guerra que ha provocado la muerte de su padre y que su madre permanezca en Madrid ante la imposibilidad de salir de la capital. Sintiéndose rechazado por los tíos que lo acogen y extraño en una ciudad que no conoce, empezará a deambular entre tranvías y playas, a cruzarse casualmente con personas que acabarán por determinar su adolescencia y parte de su identidad futura.

Playa de la Concha, donde suceden varios acontecimientos de la novela (Fotografía de LJ)
Como en otras historias similares, encontramos en esta novela un presente en el que los personajes son ya adultos y viven en una situación destacable: Enrique lleva años en prisión, donde mata las horas dibujando e improvisando con su armónica, Anastasio es el nuevo director de la cárcel. Sobre cómo les han llevado sus vidas hasta ahí nos dará cuenta el relato que encontramos en Edad prohibida, aunque sea de manera sucinta, porque donde realmente va a ahondar es en su amistad, en la adolescencia que compartieron. Ante su reencuentro tras años de distancia, ambos recuerdan aquellos años, especialmente Anastasio, que pasa una noche en vela en el campo rememorando a su yo de trece años que llegó solo y desamparado a San Sebastián.

Y es en ese recapitulación donde encontramos una prosa detallada y fluida, que nos muestra la sensibilidad del protagonista a través de un mundo interior rico donde se oculta, ya que su timidez le impide decir abiertamente lo que piensa o siente. Es un muchacho retraído que siente vergüenza de que le vean aprendiendo a nadar, pero que a su vez siente fascinación por el mar desde la primera que lo ve o que actúa en ocasiones por ciertos impulsos de los que se arrepiente... o se arrepiente precisamente por no haber hecho nada. Torcuato logra caracterizar a este protagonista de tal forma que resulta tan creíble como una persona de verdad. A él lo acompañaremos a lo largo de toda la novela, aunque hay ciertos apartados dedicados a Enrique, que es un personaje más extravagante, con una personalidad contraria a la de Anastasio: abierto, imaginativo, dicharachero, arrogante y temerario. No obstante, hay un mayor nivel de intimidad con el primero, en tanto que en la narración se desarrolla mucho más y tiene más espacio de crecimiento que el segundo, cuya evolución puede resultar algo más abrupta si no atendemos a las señales que nos proporciona Torcuato a lo largo de la obra. 

Niños remando (Fotografía de LJ)
El resto de personajes se perfilan bastante rápido, rellenándolos de características que no solo se enumeran cuando son presentados, sino que forman parte de sus actos posteriores. Por ejemplo, en cuanto Anastasio entra a formar parte de la pandilla, se nos describe a Leopoldo, Andrés, Adolfo y Javier, aparte de a Enrique como líder carismático y magnético. Todos representan distintas personalidades y la novela nos ofrece ocasiones en que esos caracteres chocarán de manera abierta, incluyendo riñas y rencores que tendrán repercusión en el desarrollo de su relación, como sucede en la realidad. Durante Barbecho, la primera parte de la novela, que se divide en tres, Luca de Tena realiza un excelente retrato de las travesuras y aventuras más infantiles, como cuando desnudan a uno de la pandilla y lo tiran al mar, para su vergüenza, cuando todos creen que un dibujo ha cobrado vida o el encuentro furtivo con las niñas para jugar a las prendas, aunque aún sin pagar ninguna (ya llegará la ocasión, con rencillas incluidas). También encontraremos las influencias negativas, como los primeros cigarrillos o la persecución de los chivatos, en uno de los capítulos más violentos y que será la primera discusión relevante del grupo.

Resulta relevante mencionar que ya en estos primeros capítulos percibimos el peligro en Enrique. A pesar de su encanto arrollador, capaz de conseguir la admiración de la pandilla y el amor de la chica con más protagonismo, Celia, también se nos muestra cómo no sabe medir su carácter violento o cómo engaña tanto a amigos como a familiares para conseguir sus propósitos o enmascarar un (pequeño aún) delito. Como advertíamos, el autor va sembrando poco a poco ideas en el desarrollo de los personajes que tendrán consecuencias en sus porvenires. Incluso la situación social en la que se encuentra Anastasio y por la que él mismo se siente aparte del resto de sus amigos, de familias más acomodadas, tendrá relevancia posteriormente, cuando el mundo adulto se abra paso en sus vidas y empiecen a existir límites que no se planteaban en la infancia.

Fotografía de LJ
En Siembra, la segunda parte, nos adentramos en el terreno de la adolescencia y comienzan entonces las tramas amorosas y también la entrada en el terreno de la sexualidad. En esta parte se desarrolla el concepto que da título a la obra, esa edad prohibida sobre la que reflexiona Anastasio, que se encuentra en tierra de nadie, niño y adulto a la vez, sintiéndose imperfecto mientras atraviesa una pubertad con nuevas emociones y sensaciones que no controla. Además, en su caso, se siente perdido frente a la actitud más arrojada de los iguales, en este caso su pandilla. Durante los capítulos de esta parte del libro seremos testigos tanto de su primera e inocente relación de novios, su primer corazón roto, la traición de la amistad, pero también el primer duelo, el encuentro con realidades que ignoraba de niño, ese mundo de los bajos fondos que está a veces a plena vista, como en este caso con las prostitutas a las que repudia, pero que también la tientan, o las confidencias que tiene con gente de confianza, ya sea de la pandilla, un profesor de literatura, en este caso fraile, o una querida amiga.

Para cuando llega la tercera parte, Recolección, el lector podrá sentir que conoce bien a los personajes y se encuentra ya camino del final, pues se adentran de manera definitiva en la edad adulta, tomando caminos separados (no es de extrañar, además, que en el cambio entre ambas partes se encuentre el final de la guerra). Quizás estos capítulos finales no resulten tan brillantes o tan trabajados como las partes anteriores, aunque tienen momentos destacables, como el reencuentro de la pandilla en una boda, de la que Luca de Tena se guarda de dejar cierta intriga sobre los contrayentes, aunque después se resuelve con rapidez, la trama algo enrevesada de Enrique y Giselle, que supone el culmen de su desarrollo como personaje, o el diálogo que mantienen Anastasio y la madre de Celia en San Sebastián así como el encuentro de nuestro protagonista con una niña al final de la novela. 

Ahora bien, también es cierto que se acumulan varios hechos de manera atropellada; por ejemplo, toda la trama de Enrique podría haberse iniciado de manera más acertada en la segunda parte, aunque aparecieran en Siembra algunos de los elementos fundamentales para entender el futuro del personaje. Pero lo relacionado con su familia queda planteado y resuelto en este último tramo. De la misma forma, parece faltar un diálogo más completo entre Enrique y Anastasio, aunque ello no le resta realismo a la escena que desarrolla Luca de Tena, que es lógica si comprendemos a ambos personajes tras todo el recorrido realizado. Y su final puede resultar algo alargado y con una resolución curiosa por dejarlo abierto, aunque cargado de cierto lirismo y encanto. Aunque no cierre de forma definitiva, es fácil interpretar la conclusión.


Hay un par de detalles que no deben pasar por alto. Para empezar, Luca de Tena se guarda de cualquier comentario sobre la guerra, aunque se deja entrever que los tíos de San Sebastián apoyan al bando nacional mientras que su padre fallecido era partidario de la República. El final de la contienda es celebrado más por la posibilidad de reunirse con los familiares que estaban al otro lado de las líneas que por su resultado en sí. No estamos, por tanto, ante un libro sobre la guerra civil, aunque la mayor parte de los acontecimientos transcurran en ella. Por ello, debemos entenderla como una novela de formación, de aprendizaje, que narra además de manera bastante amena el desarrollo de su protagonista hacia el mundo adulto.

Y, en segundo lugar, resulta interesante cómo el destino de Enrique es consecuencia de una crítica moral a sus actos. La cárcel en la que lo encontramos al principio, siendo un personaje tan admirado y seguido por toda su pandilla, es el destino de no haber sabido aprovechar las oportunidades que le brindó la vida: ni su familia, ni los centros escolares por lo que pasó, ni siquiera a sus amigos. Su arrogancia y el sentido de no estar subordinado a nadie le arrastran a este lugar. No obstante, destaca la forma en que el autor logra tratar el asunto, pues en ningún momento censura al personaje durante la narración, sino que nos muestra sus actos desde el inicio e incluso nos permite adentrarnos en su monólogo interno, viendo cómo las malas decisiones y su impulsividad le arrastran irremediablemente. Aún así, solo en algunas ocasiones los personajes más relevantes lo critican. Incluso Anastasio mantiene su simpatía por Enrique cuando se reencuentra con él en la cárcel.

Torcuato Luca de Tena (Fotografía de ABC, 1979)
Edad prohibida consigue que te sientas cómodo con sus personajes, que encuentres en ellos la jovialidad, la rebeldía y la camaradería que se podían encontrar en esa frontera entre la niñez y la adultez, sabiendo sobre todo construir dos personalidades antagónicas, pero que se complementan de manera ideal en la novela, además de un plantel de personajes creíbles y que se sienten cercanos. El pequeño cúmulo de anécdotas inicial nos va dando paso a un microcosmos de relaciones personales que se cimientan y desarrollan en la segunda y la tercera parte con una prosa ligera, pero cultivada, que abunda en el monólogo interno y que nos ofrece una mirada a un mundo interior muy bien construido.
Escrito por Luis J. del Castillo



0 comentarios :

Publicar un comentario

¡Hola! Si te gusta el tema del que estamos hablando en esta entrada, ¡no dudes en comentar! Estamos abiertos a que compartas tu opinión con nosotros :)

Recuerda ser respetuoso y no realizar spam. Lee nuestras políticas para más información.

Lo más visto esta semana

Aviso Legal

Licencia Creative Commons

Baúl de Castillo por Baúl del Castillo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

Nuestros contenidos son, a excepción de las citas, propiedad de los autores que colaboran en este blog. De esta forma, tanto los textos como el diseño alterado de la plantilla original y las secciones originales creadas por nuestros colaboradores son también propiedad de esta entidad bajo una licencia Creative Commons BY-NC-ND, salvo que en el artículo en cuestión se mencione lo contrario. Así pues, cualquiera de nuestros textos puede ser reproducido en otros medios siempre y cuando cuente con nuestra autorización y se cite a la fuente original (este blog) así como al autor correspondiente, y que su uso no sea comercial.

Dispuesta nuestra licencia de esta forma, recordamos que cualquier vulneración de estas reglas supondrá una infracción en nuestra propiedad intelectual y nos facultará para poder realizar acciones legales.

Por otra parte, nuestras imágenes son, en su mayoría, extraídas de Google y otras plataformas de distribución de imágenes. Entendemos que algunas de ellas puedan estar sujetas a derechos de autor, por lo que rogamos que se pongan en contacto con nosotros en caso de que fuera necesario retirarla. De la misma forma, siempre que sea posible encontrar el nombre del autor original de la imagen, será mencionado como nota a pie de fotografía. En otros casos, se señalará que las fotos pertenecen a nuestro equipo y su uso queda acogido a la licencia anteriormente mencionada.

Safe Creative #1210020061717