Para finales de los años ochenta, el estudio Disney había desplegado ya una serie de películas tras el fallecimiento de su fundador, Walt Disney, en 1966. Entre esos títulos se encontraban algunas piezas menores que pasaron más desapercibidas si las comparamos a los grandes éxitos que se realizaron en los años noventa desde La Sirenita (1989) hasta Tarzán (1999), pero que han estado presentes en el imaginario infantil de los niños de aquella época.
Uno de esos films fue Basil, el ratón superdetective (The Great Mouse Detective, 1986), del que hoy vamos a hablar. Varios rasgos positivos tuvieron las películas de esta época, pero una cuestión que quizás alejó de la fama tanto a esta como a su antecesora, Taron y el caldero mágico (The Black Cauldron, 1985), fue un aspecto más oscuro, con ambientes que mostraban a ratones alcohólicos, burdeles y crueldad. Además, Taron y el caldero mágico no contaba con ninguna canción y Basil cuenta con dos intervenciones musicales, lo que marca una clara diferencia con las grandes películas musicales que suponen un sello en la compañía.
Eso no quiere decir que estas películas fueran malas, todo lo contrario, son una muestra seguramente de la poca recepción que obtuvieron, o quizás también que en su momento tuvieran un destino tan malogrado, siendo completamente infravaloradas. El equipo directivo compuesto por Ron Clements, Burny Mattinson, Dave Michener y John Musker (los dos últimos formaron un tándem perfecto en La Sirenita) son los que se encargaron de este proyecto que partía de adaptar una serie de libros infantiles titulada Basil of Baker Street, de Eve Titus, a su vez un claro homenaje al célebre detective de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes.
Partiendo de esta base, tenemos entre manos una especie de thriller protagonizada por ratones antropomórficos, que adoptan la forma correspondiente a personajes ficticios o reales del Londres del siglo XIX. Tendremos, por ejemplo, el inicio de la amistad entre Basil y el doctor Dawson, correspondiente a la de Holmes y Watson, un malvado genio del crimen Ratigan en lugar del Moriarty de los relatos de Conan Doyle o la reina Ratonia en lugar de la reina Victoria, todo ello en una aventura que bien podría tratarse de un caso detectivesco más, aunque este film suponga el inicio y el fin de las aventuras cinematográficas del ratonil personaje.
Como argumento, un plan malvado para hacerse con el dominio del reino por parte de Ratigan, empleando para ello a un juguetero como Geppetto llamado Flaversham, a quien secuestran dejando sola a su hija Olivia. Esta irá en busca del conocido detective Basil, topándose en su camino con el afable doctor Dawson.
Uno de esos films fue Basil, el ratón superdetective (The Great Mouse Detective, 1986), del que hoy vamos a hablar. Varios rasgos positivos tuvieron las películas de esta época, pero una cuestión que quizás alejó de la fama tanto a esta como a su antecesora, Taron y el caldero mágico (The Black Cauldron, 1985), fue un aspecto más oscuro, con ambientes que mostraban a ratones alcohólicos, burdeles y crueldad. Además, Taron y el caldero mágico no contaba con ninguna canción y Basil cuenta con dos intervenciones musicales, lo que marca una clara diferencia con las grandes películas musicales que suponen un sello en la compañía.
Eso no quiere decir que estas películas fueran malas, todo lo contrario, son una muestra seguramente de la poca recepción que obtuvieron, o quizás también que en su momento tuvieran un destino tan malogrado, siendo completamente infravaloradas. El equipo directivo compuesto por Ron Clements, Burny Mattinson, Dave Michener y John Musker (los dos últimos formaron un tándem perfecto en La Sirenita) son los que se encargaron de este proyecto que partía de adaptar una serie de libros infantiles titulada Basil of Baker Street, de Eve Titus, a su vez un claro homenaje al célebre detective de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes.
Partiendo de esta base, tenemos entre manos una especie de thriller protagonizada por ratones antropomórficos, que adoptan la forma correspondiente a personajes ficticios o reales del Londres del siglo XIX. Tendremos, por ejemplo, el inicio de la amistad entre Basil y el doctor Dawson, correspondiente a la de Holmes y Watson, un malvado genio del crimen Ratigan en lugar del Moriarty de los relatos de Conan Doyle o la reina Ratonia en lugar de la reina Victoria, todo ello en una aventura que bien podría tratarse de un caso detectivesco más, aunque este film suponga el inicio y el fin de las aventuras cinematográficas del ratonil personaje.
Como argumento, un plan malvado para hacerse con el dominio del reino por parte de Ratigan, empleando para ello a un juguetero como Geppetto llamado Flaversham, a quien secuestran dejando sola a su hija Olivia. Esta irá en busca del conocido detective Basil, topándose en su camino con el afable doctor Dawson.
Con una duración no excesiva, solo cuenta con dos canciones principales que caen pronto en olvido, salvando quizás la relacionada con el malvado Ratigan, más pegadiza. Esta rata, por otra parte, resulta ser algo ridículo y poco carismática si tenemos en cuenta la advertencia inicial que realiza Basil sobre el ingenio y la astucia de su archienemigo. El ambiente oscuro deja también poco margen a la comedia, normalmente representada por Dawson, e incluso la torpeza del secuaz de Ratigan, Fidget, no resulta tan graciosa, atendiendo a que el personaje podría asustar más que conducir a risa. Por contraparte, la niña Olivia es motivo de empatía para el público infantil, además de resultar adorable en su inocencia y en su pérdida, como vemos que resulta ante el carácter histérico y apesadumbrado inicial de Basil.
Como curiosidad y guiños cinematográficos, el nombre del personaje principal es herencia de uno de los actores que habían interpretado a Sherlock Holmes, Basil Rathbone, fallecido en 1967, de quien también tomaron la voz de una lectura radiofónica de 1966, The Adventure of the Red-Heade League, para una breve escena homenaje. También Dawson tiene una apariencia cercana a la del actor Nigel Bruce, intérprete de Watson junto a Rathbone. El film fue, además, de los primeros en emplear imágenes generadas por ordenador, tan solo empleados en la persecución trepidante dentro del Big Ben, aunque este método ya lo habían empleado en Taron y el caldero mágico. No podemos olvidar, por último, la banda sonora realizada por Henry Mancini, el maestro compositor también de Moon River (perteneciente a Desayuno con diamantes) o la clásica música de La pantera rosa, así como los excelentes doblajes, tanto el inglés que contó con actores como Alan Young, Barrie Ingham o Vincent Price, como el español, realizado en México y dirigido por Francisco Colmenero.
En definitiva, un film algo atípico en la factoría Disney que resulta perfecto para adentrar a los niños en el cine negro de una forma amena, con una aventura que gana en el tramo final y un claro homenaje al Londres de Holmes, Jack el Destripador o, incluso, Jekyll y Míster Hyde.
Escrito por Luis J. del Castillo
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