¡A ponerse series! (I): Las chicas de oro (1985-1992)

29 septiembre, 2012

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Imaginad, Miami año 85, la única casa del vecindario sin piscina; cuatro mujeres viven, ríen y comen; aman, lloran y comen; sueñan, esperan y comen, ¡se pasan la vida comiendo! Así retrataba Sofía (Estelle Getty) la vida en el 5161 de Richmond Street, en Miami (Florida). Las casa realmente existe, pero no en Miami, sino en Brentwood (Los Ángeles C.A.), concretamente en el 245 de North Saltair Avenue; fue tomada por Disney/Touchstone como modelo, reproduciéndola en los Disney Hollywood’s Studios de Los Ángeles, donde se filmó toda la serie y se recreó el fogoso y multicultural ambiente de Miami. Actualmente, existe una réplica de la casa en Disneyworld, Florida. Es importante hablar de ella porque resultó ser un personaje más, y no un mero decorado, en la vida de estas cuatro mujeres solas pero bien acompañadas.

Ellas son Blanche Devereaux, nacida Hollingsworth (Rue McClanahan), propietaria de la casa y empleada en un museo; Rose Nyland (Betty White), oriunda de Saint-Olaf, una antigua colonia noruega asentada en Minnesota, integrante del teléfono de la esperanza y finalmente trabajadora en una emisora local de televisión; Dorothy Zbornak, nacida Petrillo (Beatrice Arthur), recién divorciada y profesora de lengua y literatura, y su madre Sofía Petrillo, primero recluida en un asilo, Prados Soleados (Shady Pines), pero muy pronto formando parte de tan peculiar grupo. Pocas veces en una serie de televisión se ha reflejado mejor la vida, el carácter y el comportamiento de varios personajes disímiles, que no obstante, acabarán formando una auténtica familia más allá de lazos genéticos, mucho más volubles y menos agradecidos.

Creada por Susan Harris, producida por Producciones Witt, Harris & Thomas, emitida por la cadena NBC (en España por la primera de TVE), Las chicas de oro comenzaba con la sintonía Thank you for being a friend (Gracias por ser un amigo), cantada por Cynthia Fee, y nació a raíz de un simpático anuncio de televisión de la cadena, en el cual dos ancianas hacían publicidad de la serie más exitosa de la casa, Corrupción en Miami (Miami Vice, 1984-1990).

El anuncio publicitario gustó tanto que se pensó en hacer una serie sobre mujeres maduras viviendo en Miami, en clave de comedia, lo que resultaba ciertamente arriesgado entonces, pues se trataba de un grupo demográfico “que nunca se había abordado” (de hecho, la cadena no quiso en un principio mujeres de 60, sino de solo 40). El título que se barajó fue Miami Nice, aunque luego se optó por el The golden girls que todos conocemos.


Las chicas de oro consta de 180 episodios repartidos en siete temporadas, de 1985 a 1992. Recordemos algunos momentos dorados (¡no podemos repasarlos todos!): en Los días y las noches de Sofía Petrillo, Sofía sale una tarde de tormenta para, sin que el resto de las chicas lo sepa, trabajar como voluntaria en la recepción de un hospital o recaudar fondos para el mismo en pleno paseo marítimo, con la ayuda de varias colegas de asilo que tocan instrumentos. Entre tanto, Dorothy, Rose y Blanche se proponen mil tareas domésticas de las que siempre quedan pendientes, sin acometer ninguna, salvo la de sentarse a ver la tele o desvalijar la nevera. Las chicas no son exactamente así, pero este capítulo es un buen ejemplo de lo que la propia serie trataba de transmitir: el ánimo ante la madurez y el no dejarse llevar o comportarse como viejos.

En Tres en un sofá, todas visitan a un especialista para que les ayude a determinar dónde reside el problema de su convivencia. El doctor concluye que sus caracteres son demasiado diferentes como para poder vivir juntas, y les recomienda la separación. De esta conclusión empero, brotarán el respeto y la comprensión necesarios para poder seguir estando juntas. En Hay que tener esperanza (hope), Rose vive de un sueño que acabará convirtiéndose en realidad, la de imaginarse al padre que nunca tuvo (en este caso Bob Hope), aunque más adelante, Rose sí llegará conocer a su verdadero padre, el entrañable Don Ameche, en el episodio Érase una vez en Saint Olaf, aquel en el que Sofía promete no volver a levantar un coche de su sitio.


Amores de antaño y nuevos amores, fantasmas del pasado, celos y reconciliaciones, alumnos aventajados y ex profesores gorrones, familiares lejanos y cercanos… un cúmulo de situaciones acometidas con el desparpajo y el consejo amigo de las demás (simbiosis que hallamos en los estrambóticos relatos de la vieja Sicilia, narrados por Sofía). En suma, un modo diferente de afrontar el paso a la llamada “tercera edad”, lleno de colorido, algún sinsabor, pero mucho apoyo mutuo.

La serie no se hubiera convertido en el éxito morrocotudo que fue, sobre todo entre la gente joven (entre la que me incluyo) sin sus excelentes y frescos guiones -basados siempre en un bien dibujado retrato de cada personaje-, o el soporte de los esplendidos secundarios que fueron Herbert Edelman (Stan Zbornak, ex marido de Dorothy), Harold Gould (Miles Webber, pareja de Rose y profesor de literatura en la universidad, tal y como era antes de enfrentarse al pérfido gangster Moran “El Quesos”); Sid Melton (Salvatore, el difunto marido de Sofía, por tanto, siempre en flashback o en alguna que otra aparición celestial); e interpretando a los hermanos de Sofía, Nancy Walker y Bill Dana, Angela y Angelo.

Herbert Edelman, como el ex marido de Dorothy
Más toda una pléyade de artistas invitados, la mayoría bien conocidos por los telespectadores españoles (aunque no se recuerden todos los nombres, sus rostros sí permanecen en la memoria): Joseph Campanella, Burt Reynolds, Julio Iglesias, Bob Hope, Don Ameche, Robert Culp, un joven George Clooney, Anne Francis (sin Robby, el robot), Eddie Bracken, Peter Graves, Joe Seneca, Polly Holliday (sin gremlins), Jerry Orbach, Harry Shearer, Debbie Reynolds, Geraldine Fitzgerald, Lloyd Bochner, Ruby Dee, Sonny Bono, Milo O’Shea, Leslie Nielsen, Joe Regalbuto, David Wayne (interpretando al padre de Blanche tras Murray Hamilton), o los inolvidables Jack Gilford, Mickey Rooney, Dick Van Dyke y César Romero. Hasta Quentin Tarantino apareció disfrazado de Elvis (La boda de Sofía, 1º. Parte).

Disfrutar de Las chicas de oro curiosamente rejuvenece, y como recordaba Woody Allen, levanta el ánimo tanto como volver a ver Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen, 1952).


NOTA BENE: Dorothy fue doblada al español por Amparo Soto, Rose por Julita Martínez, Blanche por Delia Luna, Sofía por la maravillosa Irene Guerrero de Luna y Stanley por el gran Claudio Rodríguez.

Escrito por Javier C. Aguilera

PRÓXIMAMENTE: Downton Abbey.

En tres, dos, uno... (II): Cortos de homosexualidad

28 septiembre, 2012

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Proseguimos nuestra andadura mensual de cortometrajes con una temática muy concreta: la homosexualidad. No en vano, hace poco hemos reseñado una novela con relatos cuyos personajes viven esta orientación sexual, ahora observaremos historias cinematográficas que nos muestran también personajes de este tipo. Las hemos encontrado navegando por la red, pero os recordamos que podéis enviarnos vuestros cortos para analizarnos y promocionarlos gratuitamente -aceptando nuestras críticas, por supuesto-.

Así pues, en esta sección, recordamos, analizamos tres cortos de forma mensual, con los aspectos del argumento, la actuación y los aspectos técnicos, y un apartado dedicado a la música. Aportamos la opinión personal de nuestro equipo, y sin demasiados preámbulos, pasemos a ello.


Corto:  
Todo queda en familia
Realizado por Luis Fabra, con la producción de Escándalo Films.

Historia:
Lo que podría comenzar como una historia típica, se va tornando en estrambótica según avanza el metraje. El aviso está claro con la secuencia inicial, donde acaban con la vida de una pobre mariquita. Las dudas sobre la sexualidad de su hijo agobian al protagonista del corto, un excelente Chete Lera que nos muestra la angustia de esa incomprensión de algunos padres, asumiendo el papel de un hombre con unos modelos tradicionales en su cabeza, que nos podría recordar a personajes humorísticos tan queridos por el público como Mauricio Colmenero o Antonio Recio, pero sin ser histriónico ni resultar una burla, estando bien trabajado tanto por el actor como por el guión. No es fácil para algunas personas asumir la orientación sexual de sus hijos, aunque bien podríamos pensar en un principio varias hipótesis. Durante el visionado se me ocurrió como final con giro interesante que el padre se revelara gay pese a su aprensión inicial, quizás la expresión de su reprimida sexualidad; la situación de varias personas en épocas menos abiertas como las vividas en la actualidad.

En papeles relevantes, Alejandro Cano como el hijo y Blanca Martínez como la madre, ocupan también una interpretación excelente, aunque gran parte del mérito se lo debemos a un guión que, si bien tiene muy buenos puntos, también comparte algunos elementos que nos podrían parecer surrealista a primera vista. El ejemplo lo encontramos en la cercanía de la madre al preguntar sobre drogas, en este caso, marihuana, con su hijo, más teniendo en cuenta que están delante del resto de la familia. Un ambiente muy distendido, con la nota discordante del padre angustiado, el único que parece mantener el pensamiento de familia a la antigua, aunque, como nos demuestra posteriormente, también es capaz de fumar como el resto.


La cercanía y la comprensión de la madre, especialmente en el diálogo que pertenece a una escena ambigua (en la que es posible que sea sueño del padre o realidad), se parece corresponder al cliché, pues no es la primera ocasión en que se muestra a la madre más comprensiva frente al padre más autoritario. Es curioso, por esta parte, que pese a la muestra de modernidad del corto, con la aceptación del consumo de marihuana o la conversación amena sobre sexo, recurra a un tópico perpetuado en el modelo familiar más tradicional.

Por otra parte, el corte humorístico, con gran acierto incluso en el final, que nos deja con una sonrisa en los labios difícil de evitar, se detiene en el pequeño monólogo que realiza el padre. Y este es el punto más delicado del corto, precisamente para el que se había estado preparando antes. Podemos estar de acuerdo o no con su planteamiento, pues parece preferir la ignorancia de la realidad a asumirla y comprenderla, aceptándola solo porque quiere a su hijo, pero sin querer saber realmente cuál es la vida de su hijo. Es un monólogo para reflexionar, lo que lleva a que un corto que en principio parecía una típica comedia familiar, se convierta en algo más. Es una pena que, a nivel de seriedad, sólo se quede en eso, pero se le puede perdonar por los buenos toques de humor y la sonrisa que nos puede levantar.

Actuación y aspecto técnico:
Aunque obviamente podríamos dedicarnos a hablar de la actuación muy bien realizada por Chete Lera, comedido y sin resultar pesado, con esas frases acompañadas de las expresiones precisas y contundentes; pese a que podríamos decir que Alejandro Cano plantea bien al joven típico, con naturalidad y aportando con sus gestos la ambiguedad necesaria para el personaje, o incluso a poder comentar que Blanca Martínez encaja bien en su papel de madre comprensiva, alejada a su vez del papel de madre y más cercana al de amiga confidente; a pesar de todo ello, el gran mérito interpretativo de este corto se lo debemos a una pobre mariquita que, en el principio, y acompañada de la música precisa, con un enfoque perfectamente cuidado, nos demostrará lo cruel que es el mundo o lo fácil que resulta para un insecto acabar aplastado por las ruedas del destino, en este caso, de un coche.


Esa introducción forma de por sí un mini corto que sirve de introducción a otro mayor, y que deja paso a los créditos iniciales donde pareceremos entrar en una comedia familiar al estilo de algunas películas americanas de éxito en su momento como Los padres de ella. Chete Lera y Blanca Martínez dejan perfilados a sus personajes antes de bajar del coche, y la cámara ya se encargará de hacer zoom en los lugares necesarios para acompañar a los gestos angustiosos de un padre que no acaba de aceptar la hipótesis de su mujer.

El caso del resto de actores, casi en el papel de extras con casi nulas interpretaciones, se mantienen justo en su papel de familia abierta, cercana y enrollada. Una familia que pese a ser así, almuerza el día de Pascua como cualquier familia formal, aunque eso sí, disfrutando de unos bonitos terrenos, con su césped y su lugar de juegos, donde el sitio más descuidado, de tierra, es reservado para la escena más importante.

Música:
Importante desde el principio, el factor musical en este corto comienza con la Mañana de Peer Gint en lo que aventura ser un buen día para un documental de la mariquita silvestre, tercio que cambia rápido a una música que recuerda, como mencionamos antes, a las comedias estadounidenses. Un gran trabajo en sonido que encaja con las escenas del corto y que, además, deja para el silencio el monólogo serio, momento donde las palabras deben llenar al espectador.

Y con esta música se potencian las escenas, podemos ver un claro ejemplo en el zoom de la cámara al principio en los gestos del hijo acompañados por las expresiones del padre y la música adecuada para hacernos sonreír, cómplices de la sospecha del padre. La conjunción perfecta para pasar unos minutos agradables disfrutando de un corto que, además de contar con momentos para la risa, nos puede llevar a realizar hipótesis durante la trama y a dejarnos pensando, lo que, hoy en día, se agradece.



Corto:  
No soy como tú
Dirigido por Fernando Figueiras y escrito por Esther García Amaro.

Historia:
Después del almuerzo familiar del anterior corto, nos vamos a un despertar resacoso. Tras una noche inolvidable, Hugo comienza el día acompañado de otro hombre, David, revelando así su verdadera orientación sexual. Lo que parecía ser el rollo de una noche alocada y embriagada por alcohol, se torna en una convivencia forzada durante todo un día, donde se revelarán los verdaderos pensamientos de Hugo sobre su sexualidad y el pánico de que salga a la luz.

Jordi R. Bobet
Todo lo ganado en la vida por Hugo es debido, según considera, a ser heterosexual, como su posición en la empresa y su pasado junto a la que era su mujer. Ello provoca el rechazo de la persona con la que ha pasado la noche, alguien que, aunque observa su indecisión, también es víctima del rechazo con que Hugo se trata a sí mismo y a los que son como él. David, por el contrario, sabe quién es y ha afrontado su orientación sin rechazarse, pero no puede dejar que Hugo lo trate así.

Así el guión, sólo con dos personajes presentes, logra mostrarnos su pretensión, una situación en la que algunas personas se verán representadas, tanto en uno como en otro personaje. En ocasiones, asumir la identidad sexual de uno mismo cuesta, aún más si toda tu vida lo has estado negando. El argumento se desenvuelve con facilidad a través del día, mostrando un hecho que impide que se puedan seprare y que Hugo acabe por mostrarse tal y como es. Pese a los intentos de su amigo por mostrarse cercano o romper el hielo, nuestro protagonista lo evita, consiguiendo que los gestos y el lenguaje físico hable en vez de sus palabras.

Actuación y aspecto técnico:
Jordi R. Bobet y Ventura Rodríguez son Hugo y David respectivamente, los personajes principales del corto. Y ambos desarrollan su actuación de forma muy distinta. Jordi R. Bobet tenía en sus manos a un arquitecto con problemas de identidad sexual, reprimido y que mostraba una furia para quienes, como David, sí mostraban su verdadera forma de ser. El papel no era sencillo, y aunque gestualmente puede conseguir su objetivo, su voz le falla y lo lleva a sobreactuar, como si estuviera en una obra teatral y no en un corto. Le falta naturalidad en los tonos de la voz y no nos podemos llegar a creer el papel que interpreta.

En el otro lado está David, Ventura Rodríguez, que consigue fundirse con su personaje, actuando con una naturalidad que sólo se encuentra en el tecnicismo de la voz de Belén Ruiz, quien aporta el tono más realista con su aporte como presentadora de informativos invisible. Con la voz de la madre de Hugo sucede lo contrario que la locutora de informativos, en este caso vuelve a faltar naturalidad y sus preguntas están invadidas de un tono artificial. Pero regresando a Ventura, sólo podríamos destacar como defecto algunos aportes artificiales en su conversación con Hugo en el sofá, el resto del metraje consigue que le creamos, que nos convenza, aunque no lo conozcamos como llegaremos a conocer a Hugo. Su imagen final, alejándose de aquella noche y concluyendo así al relación con la persona que lo había despreciado. Un buen final con la voz en off avisando de que ese número no existe que da por concluída esta relación.

Ventura Rodríguez
A nivel técnico, debemos alabar la buena calidad de la cámara, con tonos suaves y buenos encuadres. Diferente es el caso del sonido, que se pierde según hacia donde miren los actores, provocando pérdidas de audio en la conversación. Esto provoca una descompensión entre la calidad de video y la de sonido que nos provoca cierta sensación agridulce con la que no podremos disfrutar completamente del corto. Disfrutad de la fotografía, especialmente la imagen de David sentándose en el suelo.

Música:
La falta de música es general en el corto, lo que nos lleva a silencios continuos o algo incómodos, salvo cuando hay efectos de sonido, como coches, televisión, que poco tienen que ver con otros cortos que hemos visto en este mismo espacio. Es sólo la introducción del corto la escena más larga con música, situada bien y donde disfrutamos quizás de la gestualidad de Jordi R. Bobet en el típico despertar de lo que, en principio, parece un día cualquiera. No volveremos a escuchar música como tal hasta el final, con una melodía que conlleva cierta oscuridad o soledad y que se apaga para dejar espacio a la última frase.



Corto:  
El aprendiz de rimas
Dirigido por Joselo Ruedas y Fernando Sonora, producido por Cabeza Films.

Historia:
Cruzamos el charco y nos rejuvenecemos para ver este corto. Con acento cubano observaremos el primer amor de Yuniel, un sentimiento que todavía no parece comprender y que calla, aunque para su abuela parezca ser evidente. Cristóbal es el chico en el que no puede evitar pensar, él parece más interesado en las chicas y en irse de Cuba, atravesar la frontera. La desesperación de su marcha lleva a Yuniel a preparar unos versos de despedida, unos versos que quizás lo lleven a descubrir que algo más lo une a Cristóbal.

Esos serán los versos que se repitan a lo largo del corto en varias ocasiones, todos hacen referencia a un nombre que desconocemos, pero que se hará evidente. La cámara nos lleva a visitar diferentes sitios en la vida de un adolescente, para comenzar su grupo de amigos, que siempre son variados en esa edad y donde entran revolucionarios, confusos o indiferentes. El estilo de vida cubano se refleja en estos jóvenes y en la casa de Yuniel, quien vive con su abuela, una especie de confidente que hace sus pequeños aportes entre la gracia y la complicidad con el espectador. En los diálogos entre Yuniel y Cristóbal se habla entre líneas, dejando huecos que ni ellos entienden del todo, pero que siembra la raíz del beso anunciado casi al principio.



Realmente, la historia como tal no nos aporta demasiado ni puede parecer del todo original, pero resulta una interesante visión de las dudas en la adolescencia respecto a la orientación sexual, también del miedo a revelarlo, de la complicidad con quienes nos entienden más que nosotros mismos y de la situación de Cuba. Sin olvidar la tristeza de los que, queriéndose, han de separarse.

Actuación y aspecto técnico:
En este apartado no hay mucho a destacar, lo cual no es negativo. Las actuaciones juveniles no resultan superfluas, sólo hay ocasiones en que se refleja cierta duda al hablar, aunque se perdona porque esas dubitaciones también forman parte de la idiosincracia de los jóvenes y de la esencia del corto. El personaje revolucionario cumple su papel, las chicas hacen pocas intervenciones y los actores principales cumplen, especialmente Norberto Rodón, que interpreta a Yuniel y logra recrear bien las características de las que ya hemos hablado.

Mención aparte se merece la abuela de Yuniel, porque no hay otro nombre para Natalia H. en este corto. La actriz logra ser su papel, no parecerlo, sino serlo. Con pocas intervenciones logra que nos creamos que ella es la abuela y nos recrea todo un personaje que, con sus pinceladas, proporciona una cómplice -en ocasiones no deseada- para Yuniel, sin quitar mérito a la naturalidad con la que se desenvuelve.



La calidad técnica está servida, aunque no innova ni hace demasiados malabarismos. Se podría decir que el corto no arriesga, aunque realmente el tema tratado pueda resultar arriesgado en la sociedad americana, donde según qué países todavía no hay una apertura a la orientación sexual.

Música:
Los momentos musicales son reservados en este corto para escenas concretas. Siempre hay música entre los versos de Yuniel, pero no en sus conversaciones. El ruido ambiental es lo que se sobrepone en esas escenas mudas musicalmente hablando. Cuando suena la voz que recita, siempre viene precedida y finalizada de una melodía justa y sensible que recuerda a los acompañamientos musicales de otros poemas recitados. Suena a guitarra principalmente y nos transmite los sentimientos de quien habla. Pero sabe a poco.
La canción final fue compuesta para este corto y sirve bien como conclusión para la marcha de Cristóbal y la soledad de Yuniel, quien se queda esperando su posible retorno.


Por este mes, es todo sobre cortos. Para el próximo ya tenemos seleccionados tres de animación relacionados con la próxima festividad inglesa de Halloween. Y recordad que estamos abiertos a recibir cortometrajes amateurs para analizar y, por tanto, promocionar, en nuestro blog, contactad con nosotros sin dudarlo.
 
Escrito por Luis J. del Castillo


Música Inolvidable (VII): Frank Sinatra y Everly Brothers

26 septiembre, 2012

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Retomamos hoy nuestra sección dedicada a la música, que ya conocen los seguidores de nuestro Baúl, y que esperamos les siga gustando. No se pretende con ella hacer un repaso exhaustivo de los mejores o más imprescindibles discos de la Historia de la Música, ya que eso es muy subjetivo, sino de compartir con el amable lector muchos de los trabajos favoritos del que esto suscribe, o darlos a conocer a aquellos que estén interesados; adornados con estrofas entresacadas de las canciones del disco, en un estilo que es diferente al de las anteriores entradas de esta sección, en un intento por renovar las fórmulas más conocidas.

 

Frank Sinatra (In the Wee Small Hours, 1955)


When you're alone, who cares for starlit skies, 
When you're alone, the magic moonlight dies, 
At break of dawn, there is no sunrise, 
When your lover has gone… 

In the Wee Small Hours
No está mal dedicar nuestro primer artículo en este nuevo formato a la década de los 50, con toda probabilidad, el periodo más importante e influyente del conjunto de la historia de la música, y al que siempre es un placer poder regresar. Y comenzamos con uno de los mejores cantantes, sino el mejor, de todos los tiempos, Frank Sinatra (1915-1998), por sus evidentes cualidades vocales, estilo y personalidad, y por resultar un compendio de todos aquellos grandes compositores americanos de primeros de siglo (XX). Lo hacemos con In the Wee Small Hours (1955), trabajo con una bien definida línea temática, y el primero del artista en formato LP. Un trabajo conceptual poblado de bellos estándares, arreglados por el habitual Nelson Riddle (1921-1985) de forma suave, con una rítmica en petit comité, que parece destinada a saborearse únicamente a altas horas de la noche, en casa o paseando por una calleja solitaria. 

Formando parte de esos estándares, autores que ya forman parte de la historia de la música, como Duke Ellington (1899-1974), Richard Rodgers (1902-1979), Hoagy Carmichael (1899-1981), Harold Arlen (1905-1986), Cole Porter (1891-1964) o Einar Aaron Swan (1903-1940).

I thought I'd found the girl of my dreams, 
Now it seems this is how the story ends, 
She's gonna turn me down and say: "can't we be friends?" 

El LP original de doce temas se completa con cuatro canciones más para su edición en CD. La cálida voz de Sinatra se convierte en confidente, o mejor, en compañero de soledades, capaz de conversar con uno cualquiera de esas noches desabrochadas; más su dicción perfecta convierte el presente trabajo de poesía musical en un sentido pero hermoso canto al desamor, que se transmite de generación en generación. Temas en apariencia ingratos, pero universales, convertidos en puro arte. Mucho más en una época en que la edición de un disco acompañaba al concepto, lo cual se reflejaba en la portada del mismo. 

 
Un trabajo que solo se puede escuchar, pues cobra más sentido, esa noche. La reconocerá cuando le alcance.

This love of mine goes on and on, 
Tho' life is empty since you have gone. 
You're always on my mind, tho' out of sight, 
It's lonesome thru the day, 
But oh! the night. 



Everly Brothers (All Time Original Hits, 1957-1962)


Rain drops falling from heaven, 
Could never wash away my misery, 
But since we're not together, 
I look for stormy weather, 
To hide these tears I hope you'll never see. 

All Time Original Hits
Uno de los dúos más influyentes de la historia del rock & roll es el formado por los hermanos Don (1937) y Phil Everly (1939), esencia del rockabilly (mezcla de country con el primer rock and roll), y todo un fenomenal fenómeno para adolescentes y adultos. Su influencia llegó a multitud de conjuntos, incluidos los Beatles. Desde 1957, proporcionaron a través de sus jóvenes, refrescantes y muy personales voces, inmortales temas pegadizos, bien armonizados, con un característico acompañamiento instrumental y cuidada letra. Temas tan inolvidables y versionados como All I Have to Do is Dream, Take a Message to Mary, Wake Up, Little Sussie, Let it Be Me, Problems, Devoted to You, Bye, Bye Love o Crying in the Rain. Nuestra más viva recomendación y agradecimiento.

Reaparecieron con gran fortuna a mediados de los 80.


I’ll never hurt you, I’ll never lie, 
I’ll never be untrue, 
I’ll never give you reason to cry, 
I’d be unhappy if you were blue. 

Through the years my love will grow, 
Like a river it will flow, 
It can’t die because I’m so devoted to you. 


 Escrito por Javier Comino Aguilera.

Alejandro Sanz, una carrera que sigue pisando fuerte

25 septiembre, 2012

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Alejandro Sánchez Pizarro, más conocido internacionalmente como Alejandro Sanz, nació el 18 de diciembre de 1968 en Madrid. Su pasión por la música empezó a muy temprana edad, aprendiendo a tocar la guitarra con sólo 7 años. Como el mismo Alejandro dice, su gran afición viene de herencia, ya que su padre, Jesús Sánchez Madero, era músico y formó parte de dos grupos musicales.

Alejandro Sanz además de músico es cantautor, teniendo en su haber la composición de la mayoría de letras de todos sus discos. Entre todos sus álbumes ha vendido más de 25 millones de copias en todo el mundo y ha conseguido ganar 16 premios Grammy's Latinos y 3 Grammy's.


Pero para explicar todo su éxito hay que comenzar, como siempre, por el principio. Su carrera comenzó a finales de 1988, grabando el disco Los Chulos Son Pa' Cuidarlos con 20 años y bajo el seudónimo de Alejandro Magno. Este disco de estilo flamenco-fusión con toques de música tecno, contenía 10 temas y fue producido por Miguel Ángel Arenas. En la portada, Alejandro aparece con un look bastante estrafalario, con un chaleco torero combinado con una camisa de chorreras. Además, para la contraportada cambia de traje de luces, presentándolos con unos vaqueros, una camiseta smiley y una gorra. Todo muy convencional.


Este disco, lanzado bajo el sello de Hispavox, no contó con publicidad y actualmente es difícil conseguirlo en tiendas. Poco después, en 1990, participa junto a Tino Casal en el segundo disco de Juan Carlos Valenciaga, en el tema Como un placer; pero no sería hasta 1991 cuando se produciría su despegue musical, cuando firma con el sello Warner Music y graba un nuevo álbum: Viviendo Deprisa. Con diez canciones propias, el álbum fue producido, de nuevo, por Miguel Ángel Arenas, y fue grabado íntegramente en España.
 
Este disco es, musicalmente, de estilo pop, enfocado principalmente al público femenino. En un principio nadie le vaticinaba éxito, debido a lo complejas que eran sus letras y por no encajar con la juventud de esa época. Sin embargo, canciones como Los dos cogidos de la mano, Pisando fuerte o Se le apagó la luz, hicieron que Viviendo deprisa vendiera más de un millón de copias. Además, dichas canciones llegaron a los primeros lugares de las listas de éxitos en España y se mantuvieron en lista durante más de 8 semanas consecutivas. De esta manera, Alejandro Sanz se embarcó en su primera gira promocional en teatros y salas pequeñas por todo nuestro país.


A principios de 1993, Alejandro viajó a Londres para preparar lo que sería su nuevo trabajo discográfico, repitiendo en la producción Miguel Ángel Arenas y, en esta ocasión, Nacho Mañó en colaboración con Paco de Lucía. Este trabajo siguió la línea musical de su anterior álbum, titulándose Si Tú Me Miras, el cual fue lanzado a mediados de ese mismo año. El disco tuvo muy buena recepción por parte de la crítica, quienes consideraron al artista como un poeta musical. Es por eso que Alejandro Sanz se hizo conocido no sólo como cantante y músico, sino también como compositor, gracias a temas como Si tú me miras o Cómo te echo de menos. Las ventas de este disco fueron aceptables, llegando a las 800.000 copias y, aunque no superó las cifras de su trabajo anterior, este álbum supuso un paso más en la carrera musical del cantante, mostrando a un Alejandro mucho más maduro con letras que hablaban no sólo del amor, sino también de problemas sociales.



Al año siguiente grabó un especial acústico con cinco canciones de ambos discos. Esta producción, en compañía de Los 40 principales, se llamó Básico y fue lanzado a finales de 1994. Ese año también colaboró en el primer disco del vocalista del grupo Hombres G, David Summers, tocando la guitarra en la canción De vuelta a casa. Con este álbum, Alejandro Sanz, comenzó su segunda gira de conciertos por toda España.

En 1995, y buscando un sonido más internacional, Alejandro viajó a Venecia para grabar lo que sería su cuarto disco, titulado 3. En esta ocasión trabajó con el reconocido productor italiano, Emanuele Ruffinengo y, de nuevo, con Miguel Ángel Arenas, su productor habitual. Este álbum contó con una mayor promoción por parte de la discográfica, llevando la música del cantante español no sólo a Europa, sino también al continente americano. Este disco, principalmente de género pop, se posicionó rápidamente en los primeros lugares de las listas de éxitos gracias a temas como La fuerza del corazón, ¿Lo ves?, Quiero morir en tu veneno, Eres mía, o Mi soledad y yo, que lograron convertirlo en el único cantante español en colocar en un mismo año cinco temas de un solo álbum en el top de las carteleras americanas y europeas, haciendo de 3 hasta ese momento, su disco más vendido y exitoso a nivel mundial.


Poco a poco, Alejandro Sanz se hizo conocido en el mundo de la música, pero no fue hasta el lanzamiento de su álbum Más cuando su carrera dio un vuelco radical. Este disco fue grabado íntegramente en Italia y España, y significó la consolidación del cantante español a nivel nacional e internacional. Su público se amplió a personas de todas las edades y de ambos sexos, y pasó a ser uno de los artistas más conocidos de España. Su primer gran éxito, Corazón partío, estuvo más de 70 semanas en las listas de ventas de todo el mundo, siguiéndole temas de gran éxito como Amiga mía, Aquello que me diste, cuyo videoclip fue premiado como Vídeo del año en España; Si hay Dios o Y, ¿si fuera ella?, superando así el récord de singles de su anterior trabajo discográfico. Unas letras que desprenden sentimiento, fuerza y emoción de principio a fin y que, sin duda, supuso la consagración definitiva del artista a nivel nacional y mundial. Tanto fue así que el cantante se embarcó en su primera gira mundial, un memorable Tour Más que recorrió más de 80 lugares con un rotundo éxito durante 1998 y 1999. Más se convirtió en el antes y después de la carrera del artista, con el que consiguió vender más de 5 millones de copias mundialmente. Además, para muchos de sus seguidores, aún hoy es considerado el mejor álbum de Alejandro Sanz en toda su carrera musical.


Tras dejar el listón tan alto y ser ya considerado como uno de los mejores cantantes españoles a nivel internacional, Alejandro Sanz comenzó el nuevo milenio con un nuevo trabajo discográfico, El alma al aire, ya que para el artista la música son el aire y el alma. Si no tienes alma, no tienes aire, y sin él no hay posibilidades de hacer.

Con este disco, en el que se incluyen temas como Quisiera ser, El alma al aire o Hay un universo de pequeñas cosas, Sanz se va alejando del sonido pop original que caracterizó a sus primeros éxitos, acercándose poco a poco al flamenco y a otros sonidos con un aire más mediterráneo. Pero ello no influyó para que volviera a triunfar con este nuevo trabajo; en tan sólo una semana, rompió su récord de ventas en España al conseguir un millón de copias vendidas gracias al éxito del primer single del disco, Cuando nadie me ve, un single cuyo videoclip generó gran expectación, donde el cantante aparece en un ring luchando con una mujer, además de otras escenas con ciertos momentos explícitos entre la pareja. 



En 2001, en pleno despegue de este nuevo álbum, Sanz realizó colaboraciones con artistas internacionales como The Corrs, grupo con el que grabó una versión en inglés de su tema Me iré titulada The hardest day y una versión en español del tema del grupo irlandés One night, llamada Una noche.

Dos años más tarde, vería la luz No es lo mismo, un álbum en el que el músico sorprendió a propios y extraños con un sonido muy alejado del pop y del sonido aflamencado y fresco que precedía a este trabajo. Un sonido más eléctrico, más urbano y en el que destacan las letras críticas dirigidas a la sociedad y a los problemas de ese entonces. El primer single de este disco fue el tema homónimo No es lo mismo. Le siguieron singles como He sido tan feliz contigo, Regálame la silla donde te esperé, temas que se asemejan con el estilo pop de Sanz, y Try to save your song, canción con la que se estrenaba en el idioma inglés.


A pesar de que los críticos consideraban el disco como un cambio positivo en la carrera del cantante, la recepción por parte de los fans fue algo fría, ya que sus seguidores esperaban encontrar en él baladas y letras románticas al más puro Sanz. En comparación con sus trabajos anteriores, No es lo mismo llegó a vender poco más de 1.500.000 copias a nivel mundial.

Un año más tarde, se lanzó una edición especial llamada Grandes Éxitos 91-94, pack que recopilaba con los grandes éxitos de Alejandro Sanz junto a un DVD con sus videoclips y rarezas. El único sencillo extraído fue el inédito Tú no tienes alma. En el año 2005, colaboró en el nuevo disco de Shakira, e hizo un dueto con ella en el tema La tortura, que tuvo un gran éxito en países como España, México y Estados Unidos.


Después de una larga gira de conciertos por todo el mundo, Alejandro Sanz regresó en 2006 con un nuevo trabajo discográfico titulado El tren de los momentos. En este nuevo disco, Alejandro Sanz colabora con grandes músicos y cantantes del panorama musical internacional como: Juanes, Calle 13, Álex González, del grupo Maná, Carlos Baute y la colombiana Shakira, quién después de colaborar en su tema La tortura, esta vez lo hacen en el tema Te lo agradezco, pero no. Su primer single, A la primera persona, es un tema fundamentalmente de desamor, cuyo videoclip fue rodado en la ciudad de Nueva York y contó con la participación de la actriz española Paz Vega. Los siguientes singles que verían la luz tras el primero serían Te lo agradezco, pero no y Enséñame tus manos, canciones todas ellas baladas con tiempos lentos que recuerdan al estilo musical de sus inicios.


Tres años después, Alejandro nos volvería a sorprender con su nuevo disco. Paraíso Express vería la luz en 2009, en el que regresó al sonido pop con algunos toques de rock y a las baladas que caracterizaron sus cuatro primeros discos, dando como resultado un álbum un estilo cercano al pop/rock británico. El primer single fue Looking for paradise, a dúo con la cantante estadounidense Alicia Keys, fruto de una amistad nacida en un concierto de Rock in Rio.


En febrero de 2011, el cantante rompió relaciones con la discográfica Warner Music Group, con la que llevaba trabajando veinte años, y firmó con Universal, con quien ha grabado su último trabajo, que se publica hoy 25 de septiembre: La música no se toca. No Me Compares es su primer single, lanzado el pasado mes de junio, vuelve al sonido pop romántico con toques mediterráneos, similar a Quisiera ser o El alma al aire.

En conclusión, podemos valorar que la carrera de Alejandro Sanz ha tenido altibajos desde el ecuador de su carrera, cuando intentó distanciarse de la fórmula que le había llevado al éxito, la misma que ahora pretende recuperar; aunque de, momento, no consigue igualar la esencia del sonido con el que triunfó Sanz en álbumes tan irrepetibles como lo fue Más.


Escrito por Mariela B. Ortega


¡A ponerse series! (0): Presentación

23 septiembre, 2012

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Las chicas de oro
Amigos del Baúl, parece claro de un tiempo a esta parte que, tras haber pasado por un proceso de reciclaje y haber superado una larga etapa de mediocridad e insulsez, el medio televisivo se ha convertido, con pleno derecho, en refugio del lenguaje cinematográfico bien entendido, además de constituir un adecuado lugar de trabajo para muchos actores acosados por la tiranía de los ratings, santo grial de los magnates que lideran a golpe de estadísticas los hace tiempo extintos estudios cinematográficos (ahora corporaciones, holdings o lo que sea), ahogado al cine en una amalgama de innecesarios remakes, spin-offs, reboots, secuelas, precuelas y tontemas.

Sí, ministro
De tal manera que hoy día podemos hablar de un auténtico renacer del género televisivo, de nuevo bien entendido. Hubo un tiempo en que la televisión fue así, caldo de cultivo para los buenos productos (incluso en España), y el que se esté volviendo a ofrecer series de calidad, esto es, bien escritas, ambientadas, dirigidas y protagonizadas, resulta esperanzador y grato al televidente. No porque con estos productos no se pretendiera -o pretenda- ganar dinero (tontos serían), sino porque no se ha olvidado un alto nivel de calidad por el camino.

Star Trek

Con esta nueva sección no pretendemos hacer un análisis exhaustivo de todo el panorama serial televisivo (ya se encargan otras publicaciones, blogs y hasta espacios radiofónicos), sino recordar una pequeña muestra de aquellas series que marcaron época, o que la están marcando, y que a día de hoy, continúan siendo buenos ejemplos que se pueden seguir disfrutando. Y aunque no todo en el monte de las series es orégano, la idea es ofrecer una suerte de top-ten, aunque diez sea poco porque series hay muchas (seguramente lleguemos a quince). Digamos pues que se trata solo de una muestra (la preferida por Patomas, si me lo permiten, no necesariamente la mejor), donde se cumple el viejo axioma de si son todas las que están.

Poirot y Los Roper
 ¡Espero que os agrade la sección! Dicho lo cual, ¡nos vamos directos a Florida!

Escrito por Javier C. Aguilera “Patomas"


Nota de la administración de Baúl del Castillo: Esta sección ha sido creada por Javier C. Aguilera para nuestro blog, realizando por su parte un listado de series limitado que reseñará. No obstante, el equipo del blog puede usar esta sección para reseñar series que no pertenezcan a la muestra que nuestro estimado Patomas pretende realizar. Si sólo queréis conocer las reseñas realizadas por Patomas, acudid a su ficha personal para buscar sus artículos o a las secciones.

Nocturnabilia, de varios autores

22 septiembre, 2012

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La editorial Stonewall trabaja desde 2011 para traer al mundo de los libros una temática concreta, apostando por libros a los que otras editoriales mayores cerrarían sus puertas. Colaborando con los distintos autores que han conseguido publicar a través de ellos, sacaron a la luz un tomo que reunía nueve relatos bajo el nombre de Nocturnabilia. Esta obra fue publicada, tal y como anunciamos en su momento, en julio de 2012, e hilaba con sus historias el mundo de la noche desde la vista de personajes homosexuales y en las que se combinarán el humor, el erotismo, el amor o la fantasía. Cada relato viene precedido por un esbozo de la biografía de cada autor, para que conozcamos mejor a quien escribe y podamos encontrarlo en la red a través de los diferentes enlaces que nos ofrecen. Aquí dedicaremos su debida atención a cada uno de los relatos que componen Nocturnabilia, analizando cada uno.


Carlos G. García
El primer relato que nos encontramos tras los prólogos y agradecimientos de la presidenta de FELGTB y de la editorial Stonewall pertenece a Carlos G. García, periodista, colaborador de Universo Gay y bloggero que nos presenta Sonicia, yo no he venido a esto, un relato que es pura crítica mordaz a la par que directa y divertida. A través de los ojos de sus protagonistas, David y Sonicia, veremos las desgracias de una noche que estaba marcada a ser un antes y un después en la vida de ambos, aunque no del modo en que cada uno lo hubiera sospechado. La crisis económica, el mundo de la televisión sórdida, los problemas y las enfermedades sexuales, el miedo a ser como realmente somos o la pérdida de nuestra integridad por el dinero son los temas que se tratan con un tono a medias entre el humor satirizado y la tristeza de ver como una especie de parodia está más cercana a la realidad de lo que pensamos.

Y de David pasamos a otro personaje, que nos muestra un mundo oscuro, el de la noche, donde la necesidad de un encuentro fugaz pero completamente pasional lo llevan a perderse entre las calles de Madrid, buscando anhelante alguien que alivie su libido, sin necesidad de quererse. Estamos ante el relato Destellos, donde la protagonista sólo quiere sentir algo al besar, en gran parte todo surge de la necesidad de sentirse querida por alguien a quien pueda amar realmente, porque ella es lesbiana y aunque su mejor amigo la quiera tanto, no es lo que necesita aunque él la entienda. La autora, Mónica Martín, nos conduce con sus letras a diferentes juegos de palabras, en ocasiones creando oraciones preparadas para confundir y quizás enmarañar demasiado el relato, con elecciones precisas y algunos fragmentos exquisitos, como las frases finales. Aunque corre el riesgo de cansar al lector o causar confusión en quienes se pierdan en los párrafos de su relato. Aporta, no obstante, una reflexión sobre los amigos heterosexuales que aman a quienes no pueden quererlos, pero que acaban siendo comprensivos y no abandonan, aunque eso pueda producir dolor a ambos.

Didí Escobart, alias Diossa
Saliendo del anterior relato, nos encontraremos con el escrito por Didí Escobart, en lo que será una curiosa mezcla de un estilo muy coloquial con una escena que repite, aunque de forma distinta y más explícita, el segundo relato. Pero el lenguaje en esta ocasión es el monólogo interior de cualquier persona de la calle, con pensamientos comunes, con sus noséqués, que logran eficazmente una reproducción de lo más fiel a la conversación diaria, pero que, empleado de forma abusiva, puede llegar a cansar al lector, sobre todo tras la escritura, un tanto más refinada, del anterior escrito. En Gavilán... o palomo (cojo) el personaje central es un travesti que nos mostrará con sus ojos el espectáculo que estamos acostumbrados a ver desde el puesto del espectador. Nos revelará sus secretos, sus encantos y sus trampas, pero sobre todo se mostrará como una persona más, en la cercanía de estar dentro de su mente, que suele centrarse en otro tema central de la obra: el sexo. Así daremos con el otro personaje clave del relato, aunque algo más mudo, el macho ibérico (físicamente hablando) por antonomasia, que realmente guarda con recelo su preferencia sexual. De esta forma, un relato que a simple vista, escrito de tal forma, podría resultar extravagante, nos plantea algunas reflexiones inquietantes. Y con una pequeña sorpresa final, para sonrisa del protagonista, incluída.

Varios autores de Nocturnabilia en la presentación del libro
Siguiendo la estela de Destellos, el novelista Eduardo García nos presenta Criaturas de la noche, donde lo que parecía una noche aburrida para nuestro protagonista gay, da un vuelco con una llamada telefónica que lo llevará a una serie de casualidades (si acaso existen) que lo conducirán a una fiesta de cumpleaños excéntrica. No obstante, este relato seguramente presenta muy bien la esencia de Nocturnabilia, ofreciéndonos diferentes historias en pocas páginas, desde la perspectiva de una noche más en la vida del personaje, las historias de cotilleos de un bloque de viviendas, la revelación de la verdadera orientación sexual de su mejor amigo, una invitación afortunada a una fiesta de criaturas nocturnas, una fiesta única donde se encontrará con varios personajes que nunca hubiera imaginado y que, posiblemente, podrían existir en un glamour algo siniestro.

Nocturnabilia por casa
El artífice de este cumpleaños es Rodrigo, quien recuerda por este tipo de fiestas y por el misterio que rodea a su persona (en edad, en fortuna, en trabajo) al Gatsby de Fitzgerald. El romance sexual viene de la mano del recién conocido Mauricio en unas menciones más suaves y menos explícitas por parte de Eduardo, que además desarrolla un estilo más sobrio, desde la perspectiva de la primera persona, pero como un novelista, de forma más clara que lo realizado por Mónica Martín, pues no juega tanto con el lenguaje y permite visualizar sus descripciones.

Diferente al resto, incluso con el ambiente nocturno, surge El bigote del portero, de Juan Flahn, que recupera el espíritu crítico del primer relato. En esta ocasión paseamos junto a Agustín, un hombre maduro y gay que busca inspiración para su próxima novela; aunque no sea un autor conocido, se esfuerza por ello. En su camino se cruzará con Igor de la Cuesta, portero de la selección que está grabando un anuncio. Juntos desarrollarán un diálogo humorístico que culminará con un giro curioso y gracioso, sin abandonar la crítica al mundo de las celebridades, del famoseo, de las injusticias económicas y, especialmente, del difícil camino del autor novel o casi desconocido. Agustín, según anochece, se adentra también en esa noche del resto de relatos.

Con La rueda del tiempo, de Sofía Olguín (conocida como Nimphie Knox), nos adentramos en un relato que mezcla tiempos y estilos. Nos narra la relación entre Agustín y Andrés, una relación complicada por la enfermedad del primero, aunque para Andrés eso nunca fue un defecto. Conoceremos su historia entre fragmentos de cuando se conocieron, de cuando desarrollaron su relación mejor y finalmente, su camino juntos. Intercalando en esos trozos encontramos poemas varios, escritos por un anónimo (y que cobrarán su sentido y su autor mientras se lee). El estilo de Sofía emplea la variante austral de la lengua española, empleada en la zona de Argentina, por lo que debemos conocer el doble significado de algunas expresiones en aquel lugar para entender bien la historia. Por lo demás, sigue la estela de Eduardo García y Mónica Martín, sin emplear mordacidad o coloquialismo por un empleo más propio de la novela. En el libro, seguramente, la relación más tierna está en este relato.

Sofía Olguín
Y de Sofía pasamos a César Augusto Cair, quien abre su relato Mañana dormirás con un monólogo interior que parece salido de una obra teatral, el estilo al que su autor se ha dedicado en varias ocasiones. Casi nos podemos imaginar el fondo negro con su voz en off y las palabras que nos llegan entre puntos suspensivos. Un estilo que se extiende en exceso, pudiendo cansar a algunos, aunque debemos comentar que, pese a emplearlo de forma continua durante el relato, nos presenta su historia de forma precisa, pudiendo sentirnos identificados con esos pensamientos que nos llevan a los momentos de toda una vida que siente miedo ante la muerte y la pérdida de quien tanto quiere. Se van enumerando diversas reglas de supervivencia y de vez en cuando observamos una línea de diálogo de una voz de la que desconocemos su procedencia. Es, seguramente, el relato con el estilo más peculiar, que combina además, de forma ambiciosa y muy acertada, la intriga por el presente (y futuro) de la voz que nos narra con los momentos de su vida y las reflexiones que va realizando entrecortadamente. Con un final que nos proporciona no sólo un giro inesperado, sino dos. En un extraño sabor agridulce.


Primer tomo de Heliópolis
Como broche final, dos relatos relacionados con obras mayores. El Vals del Hada Verde y El catedrático se componen de estilos diferentes, pero cumplen la misma función. El primero forma parte del mundo de Heliópolis, presentando en forma de relato la historia de uno de los personajes de esa obra de la que ya hemos hablado en algunas ocasiones. Realmente, no es necesario conocer la primera novela, El Blues del Hada Azul, para acercarte a este relato, pero te perderás los guiños que hay en él, además de que seguramente te sorprenderás más de encontrarte con personajes tan conocidos como Hansel y Gretel en situaciones muy diferentes a las de su cuento original. Galileo Campanella es el culpable de esto, con su estilo habitual, novelesco y, a la par, cercano, incluso coloquial con transcripciones del ingles (inolvidable el uan mor taim que se repite en varias ocasiones), pero con una gran sensibilidad, presente especialmente en el inicio del relato con la historia del niño, niña, Argestes, y su objetivo principal: ayudar a los demás, aunque los humanos no la acepten de buen grado. El final abierto del relato, aunque nos deja con la sensación de que se ha cerrado un círculo con la primera escena, nos envía directamente a Heliópolis: El Blues del Hada Azul y al otro relato que encontraremos en exclusiva dentro de este libro, El Tango del Hada Roja. Nos podemos preguntar si este cuento de hadas también tiene cabida dentro de Nocturnabilia, pero está claro que la crítica, dentro de la metáfora de este mundo, está servida, y que la noche es el estado eterno de quienes habitan en la Travesía del Arcoiris, el hogar de la protagonista de nuestro relato.

Campanella en la presentación de Heliópolis y Diego M. Béjar en la presentación de Stonewall

En otro apartado tenemos El catedrático, que sirve como prólogo, presentación de personajes, de otra novela publicada por Stonewall, y, obviamente, del mismo autor. Diego Manuel Béjar nos presenta desde la vista de su protagonista una de las historias que nos suceden en la vida y que conforman lo que llegamos a ser. Corren los años noventa en la capital madrileña y el personaje es un joven que desea ser un pingüino, tener una relación duradera, tras el bacatazo sentimental que ha tenido con su ex. Y la primera noche que intenta recuperar el tiempo perdido entre lágrimas será la que lo cambie todo, conociendo personas que serán relevantes para su vida, aunque él pudiera desconocerlo en ese momento, y cerrando el círculo que había abierto con Gregor, su antiguo novio, su particular bache. Un relato que nos deja, sin embargo, insatisfechos, con algunas historias abiertas adrede y que prometen completarse en Cómo seducir a un hetero. Destila, no obstante, un estilo también fresco, coloquial en su justa medida y con un buen despliegue de juventud entre sus personajes, quienes están en el camino de llegar a ser lo que quieren ser.


Y, tras unos agradecimientos finales, concluye este libro de la noche, no apto para cualquiera, pero dispuesto a que lo descubráis. Con autores que quizás no conozcáis que os ofrecen una muestra de su trabajo para que os animéis a encontrarlos en otras obras. Una editorial joven que nos ofrece unos relatos actuales donde no se evade ningún tema, y menos la homosexualidad, centro de los relatos, pero no la única temática que en sus páginas podréis encontrar. Se disfruta de su frescura y, aunque no todos los relatos nos agraden de la misma forma, seguro que encontraréis alguno que os aporte algo, aunque sea una visión diferente a la vuestra.

 
Escrito por Luis J. del Castillo


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