Cambiar de país, cambiar de amigos, cambiar de vida... Jacqueline, una joven de 16 años, se enfrentará al verano más trascendental de su vida. Deberá recuperarse de una gran pérdida, acostumbrarse a una nueva familia, encontrar nuevas y grandes amistades y, por si fuera poco, descubrir el amor. Además, se verá también obligada a investigar un oscuro secreto del pasado de su nuevo hogar. Un secreto que todos a su alrededor tratan aún de esconder. Sin duda, el peligro y el amor están más cerca de lo que ella misma imagina.
Nunca digas nunca es la primera novela juvenil escrita por Amy Lab, un pseudónimo tras el que se esconden la escritora Ana Alejandro y la periodista María Cereijo. Sin duda, un dúo de jóvenes escritoras que han dado rienda suelta a su imaginación con una adecuada forma de escribir que han sabido irrumpir con fuerza en el saturado mundo de la literatura juvenil. La madrileña María Cereijo ha trabajado durante años como periodista en televisión, una labor que dejó para dedicarse plenamente a lo que a ella de verdad le apasiona: escribir. Una actividad que, además, compagina con talleres de escritura creativa y clubes de lectura. Ana Alejandro, por su parte, es una lingüista que, tras aventurarse por Pekín, volvió con idea de adentrarse en el mundo de la escritura.
Ana Alejandro y María Cereijo, integrantes de Amy Lab |
Este equipo de escritoras decidió unirse para crear una novela en común que reflejara momentos y sentimientos característicos de la adolescencia, pero añadiendo giros, comportamientos y carácteres
profundos y reales a cada uno de sus personajes, ya que, en la mayoría de novelas incluidas en la literatura juvenil, aunque el panorama es muy prolífico y variado, los adolescentes suelen presentar tópicos superficiales y alejados de la cotidianidad.
Fue así como nació la historia de Jacqueline. Es cierto que no es la típica novela orientada hacia el público adolescente, sino que cualquier lector adulto se sentirá identificado con los problemas y las características de sus personajes. Y es que hay tramas y sentimientos tan generales afectan en cualquier edad por igual, como el amor, el dolor por la muerte, los miedos, las
pasiones… unas sensaciones que se pueden sentir y afrontar independientemente de tener 16, 25 o 40 años. En esta línea, hay que destacar la historia entre Jacqueline y Samuel, los protagonistas centrales de la novela. Ambos deberán enfrentarse a unos hechos bastante complicados para sus vidas, en los que descubriremos cómo luchan para superar su
situación personal y poder convivir con la del otro.
Analizando el libro en sí, estéticamente nos encontraremos con una novela cuya portada nos evoca aires veraniegos y una belleza con toques vintage. Aunque el principio pueda parecer típico y algo flojo, cuando avanzamos en la lectura y empezamos a conocer a cada uno de los personajes, nos daremos cuenta de que el lenguaje y los diálogos que aparecen, tan reales y cercanos, nos harán pasar de página con una gran rapidez. Y es que todos hemos pasado por la desagradable situación de adaptarse a un
entorno nuevo, como Jacqueline, además de haber conocido a alguien como Samuel,
ensimismado, introvertido y tan escondido entre sus propias barreras que no adivinas a saber si el chico es realmente así o le ha ocurrido algo perjudicial en el pasado. Ambientado en la sierra de Madrid, el grupo de amigos, quienes hacen que Jacqueline se sienta cómoda rápidamente, y cómo pasan el
verano en La Senda, son el complemento perfecto en la historia.
Un grupo cohesionado y unido con Jacq en tan poco tiempo que haría recordar a la amistad que también surge rápidamente en la serie televisiva Pulseras Rojas. En este caso, también encontraremos a la imprescindible de la pandilla, Sandra, la confidente y la mediadora entre todos; el guapo, Marcos, el presumido y altanero del grupo que, en el fondo, también tiene su buen corazón, o la lista, Lucía, que, además de ser muy inteligente en los estudios, usa sus armas para engatusar a todo el que encuentre en su camino.
Quizás el elemento que aportará más intriga a la novela, y que la hará distinguirse del resto de historias de amor, será sin duda la misteriosa desaparición de Agnès, integrante de la pandilla de Samuel y que, dos años después, sigue afectando a los habitantes de La Senda. En ese verano, el grupo descubrirá que, a veces, la respuesta puede estar delante de tus ojos.
Al concluir la lectura, descubrimos cuánta razón lleva el título de la novela. Cuando menos lo esperamos, ocurre algo que nunca antes pensábamos que sucedería, por lo que nunca deberíamos decir nunca. Sin duda, Nunca digas nunca es una novela para evadirse, para disfrutar en una cálida tarde de verano adentrándose en cada una de sus páginas, sin pretensiones, con un toque de humor y ciertas dosis de misterio que la hacen distinguirse dentro de su género, invadido actualmente por novelas de una temática cada vez más similar.
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