Este análisis comenta cuestiones relativas al argumento y a detalles de la trama de la Fase 3 del Universo Cinematográfico de Marvel (spoilers).
El Universo Cinematográfico de Marvel se ha convertido definitivamente en una serie de películas que conectan de forma irremediable y que afectan a todos sus personajes. Aunque siguen creando obras de orígenes o más desvinculadas a una trama principal, la futura Fase 4 estará irremediablemente afectada por los eventos de lo que ha sido el final de la Fase 3, como bien ha demostrado su colofón, Spider-Man: Lejos de casa (Jon Watts, 2019). Este cierre a la fase se hace con una conexión directa con los sucesos acaecidos en Vengadores: Endgame (Hermanos Russo, 2019), que sirve para explicar cómo ha impactado en el mundo dos cuestiones muy relevantes: el Lapso (el transcurso de cinco años sucedido tras el chasquido de Thanos) y la muerte de algunos de los superhéroes que conformaron a los Vengadores originales, sobre todo, por su efecto para nuestro protagonista, el sacrificio de Tony Stark (Robert Downey Jr.). A su vez, se prosigue en una cuestión que fue primordial en la anterior película de Spiderman, Spider-Man: Homecoming (Jon Watts, 2017): ¿qué significa ser un (super)héroe?
Con una secuencia previa que nos avisa del nuevo peligro al que se enfrentará nuestro protagonista y tras unas escenas iniciales bastante humorísticas, que rompen con la solemnidad del final de Endgame, vemos qué posición han ocupado los estudiantes respecto a aquellos acontecimientos, con vídeo tributo incluido a sus héroes y la explicación, válida también para el espectador, de qué es el Lapso y en qué consiste. Todo ello para después centrarnos en Peter, que va a emprender un viaje de estudios por Europa junto a sus amigos tomándose también un descanso de sus tareas como Spiderman. Aunque la aparición de Harold Hogan, alias Happy (Jon Favreau), advirtiéndole de que Nick Furia (Samuel L. Jackson) se va a poner en contacto con él pueden dar al traste con sus intenciones. A partir de ahí comenzará una disputa para considerar a qué le otorga mayor peso: a su vida personal o a su vida superheroica. Y la decisión no se planteará como una cuestión sencilla, porque este Spiderman no deja de ser también un adolescente con sus inquietudes personales por desarrollar y atender.
La historia se divide así en tres tipos de argumentos que se entremezclan necesariamente. Por una parte, tenemos una comedia romántica adolescente, en el que no falta el plan del protagonista para conquistar a su amada, un carácter tímido y poco dado a socializar que ya vimos en su anterior entrega y que le impide tratar de forma directa con MJ (Zendaya), una concatenación de errores, despistes y torpezas motivadas generalmente por su otra identidad y el surgimiento de un aparente triángulo amoroso por la inclusión de Brad Davis (Remy Hii), quien también está enamorado de MJ. Obviamente, esta trama bebe necesariamente de uno de los conflictos clásicos del personaje: la protección de su identidad secreta. Como sucedió en la trilogía de Sam Raimi, donde fue un tema recurrente, también en esta nueva versión se exploran los problemas que le causa a Peter tener que ocultar que es Spiderman, sobre todo a nivel personal, al no poder, por ejemplo, quedarse con MJ en la ópera o, simplemente, poder cumplir con su plan previsto. Incluso nos lega una de las escenas más graciosas y surrealistas de la película, en la que empleará accidentalmente el regalo de Tony Stark para matar a Brad, escena que también sirve como muestra del poder de los drones a los que después deberá enfrentarse. No obstante, la resolución de este problema con su identidad secreta es contraria a la que se le dio en la trilogía de Raimi y se asemeja más a la respuesta que se dio a este conflicto en el final de Iron Man (Jon Favreau, 2008), aunque a la inversa, dado que en lugar de ser él mismo quien revele su identidad al mundo, serán su enemigo quien lo haga.
Volviendo a la comedia romántica, cabe destacar que entre los dos actores principales, Holland y Zendaya, existe cierta química que funciona en pantalla, además de que sus escenas no tratan de ser idealizadas, sino más bien torpes, como los adolescentes que representan ser. No obstante, lo cierto es que la película no se esfuerza mucho, como tampoco ocurrió en Homecoming, en explorar esa relación. Todo es más bien sutil, porque nos dejan ver cómo MJ observa a Peter en varias ocasiones, y el propio protagonista nos cuenta desde el principio que está colado por su compañera, pero no se desarrolla mucho más en pantalla. Por otra parte, cabe destacar que MJ se distancia de los intereses amorosos habituales y no queda restringida en un rol de damisela en apuros, dado que ante la adversidad, es capaz de defenderse. Además, muestra bastante ingenio y una curiosidad innata que funciona bien para la trama superheroica, en la que también participa activamente. Por lo restante, tanto MJ como su relación con Peter necesitarían de un desarrollo algo más atento.
El segundo tipo de argumento es el de una obra sobre la formación de su protagonista, en líneas semejantes a lo que fue Homecoming. En realidad, y lamentablemente, hay cierto retroceso con lo ya expuesto anteriormente y con la conclusión tanto de su entrega anterior como lo ya visto en las aventuras grupales de Vengadores. Sin embargo, y por suerte, se da un paso hacia delante superando a lo ya visto y planteando también otras cuestiones que hacen crecer al personaje. En este Universo Cinematográfico, Spiderman no ha tenido historia de origen, sino una continua historia de formación de su identidad en base a sus apariciones esporádicas en historias grupales y aquella primera aventura bajo la tutela de Tony Stark. En este caso, el personaje está solo, como se subraya en el gracioso diálogo con Nick Furia donde Peter pregunta por otros superhéroes que podrían hacerse cargo del problema que tienen. Cabe destacar que la película no se corta a la hora de hacer referencias a todo el universo que Marvel ha ido construyendo en el cine ni tampoco a otras posibilidades futuras, como es el caso del multiverso, un hecho bien conocido por los lectores de los cómics.
Regresando a Lejos de casa, Spiderman se encuentra en la tesitura de encontrar su lugar en el nuevo paradigma que ha creado el Lapso, un nuevo paradigma en el que parecen empujarle a convertirse en el nuevo Iron Man. Esta presión se subraya en numerosas ocasiones, desde el regalo de EDITH, la forma en que Furia le cuestiona, los numerosos homenajes póstumos a Iron Man que observa Peter, especialmente en forma de grafitis, y, sobre todo, en esa secuencia en que Mysterio (Jake Gyllenhaal) emplea sus trucos para hacerle vivir una ilusión extrema, en la que un Tony Stark zombie le persigue. Pero por mucho que sienta ese peso, lo cierto es que también quiere tener una vida normal. Así se lo confiesa a Quentin, alias Mysterio, mostrándose cómo lo que es: un adolescente aún, un muchacho que tiene mucha vida por delante, pero que también se siente responsable, heredero de un héroe terrestre de la magnitud de Tony. En cierta forma, en el UCM, la responsabilidad moral que existía en Peter por la muerte de su tío Ben se traslada aquí a la responsabilidad ética que le otorga el sacrificio de Tony. Pero como le dirá Happy, tiene idealizado a su mentor, y donde él veía seguridad, también había miedo, donde él veía firmeza, también había errores. Nosotros, como espectadores, los hemos visto, pero Peter, en tanto personaje, solo conoce la figura idealizada de Iron Man. Al final, en la secuencia del avión en que viaja a Londres para rescatar a sus amigos acaba por convertirse en ese heredero Stark que tantos le reclamaban (la música acompañará, también la forma de abordar la tecnología y la ciencia), pero de manera natural y, sobre todo, siendo él mismo, que es lo que cabría esperar de un héroe.
En definitiva, que aunque Lejos de casa haga referencia a que Spiderman no está en su hábitat natural, que sería Nueva York, también hay un desplazamiento psicológico. Peter Parker se siente desorientado como superhéroe y cuando Mysterio le ataque en la escena, a mi parecer, más potente e imponente de la película, lo hará amenazando sus puntos débiles, sobre todo la inseguridad que le ha creado la pérdida de Tony. Por ello, no nos debe extrañar que posterior a ese primer enfrentamiento, veamos a un héroe frágil, tratando de orientarse.
No se trata de un anticlimax como el que encontramos en Homecoming cuando debía usar su fuerza para levantarse y salvar el mundo y a quienes quería, sino que entramos en un terreno más psicológico, una cuestión sobre la identidad, sobre encontrar su nueva posición en un mundo sin Iron Man. A fin de cuentas, se ha sentido presionado a ser su sucesor, aunque no llegara a comprender que Tony era más que aquella seguridad que siempre le mostró al muchacho, que también era un ser invadido de dudas e inseguridad, una persona frágil que en los momentos necesarios supo hacer frente a la adversidad, como ahora él debe hacerlo. Por eso, llegado el momento, no habrá dudas y decidirá seguir su camino, sin darse cuenta de que así es como realmente se convierte en un digno sucesor y en un auténtico superhéroe.
En relación a lo mencionado anteriormente, debemos también hacer referencia al rol que cumple Mysterio en esta obra. Repitiendo el esquema de Homecoming, incluyendo un giro argumental de distinta naturaleza, con aquel Buitre que era una persona normal aprovechándose de las circunstancias provocadas por los Vengadores, el villano en esta ocasión es un conjunto de científicos vilipendiados por Industrias Stark, es decir, de nuevo, personas corrientes que viven afectadas por las acciones de los superhéroes. Frente a la imagen idealizada que persigue Peter, los villanos tienen otro extremo, una patética y horrible de Tony Stark. Y Quentin no es más que una mala versión de lo que realmente debe ser un superhéroe: pretende conseguir la fama mediante el engaño, disimular acciones heroicas que no son más que una farsa y que no servirán para proteger a la humanidad llegado el momento. Además, sin tener en cuenta las víctimas que pueda arrastrar consigo.
En este sentido, el personaje funciona maravillosamente y es una gran recreación de las páginas del cómic adaptado a este universo. Como adulto, se aprovecha de la vulnerabilidad del adolescente que es Peter, se convierte en un confidente similar a quien fue su mentor, Tony, para jugar con él psicológicamente. Y, sin duda, tiene una secuencia con Spiderman que es pura fantasía extraída de las viñetas originales, de lo mejor de la película para mostrar el poder del villano y, a la vez, explorar los miedos e inquietudes del protagonista.
El tercer tipo de argumento es el de película de acción, en el que no faltarán diversos enfrentamientos y situaciones que, gracias a unos buenos efectos especiales, brillan con soltura y hasta sorpresa. Si bien los paisajes de Venecia o Londres sirven a la perfección y ofrecen diversidad a las historias de Spiderman, lo cierto es que se echan en falta los rascacielos de Nueva York, donde nuestro superhéroe parece encajar mejor con sus habilidades. No obstante, se recurre mejor a otros potenciales del personaje, en concreto, a su sentido arácnido, que nos brinda una secuencia de suspense bastante digna en el enfrentamiento final con Mysterio. Obviamente, los efectistas Elementales (especialmente el ígneo de Praga), toda la ingeniería de drones y la secuencia de Berlín son de lo mejor en este sentido dentro de la película.
En conclusión, Spider-Man: Lejos de casa es un buen colofón y una buena secuela del espíritu ya visto en Homecoming, donde se prosigue explorando la cuestión de la identidad del héroe a partir de un trauma a superar, la pérdida de Iron Man, y la disyuntiva entre su vida personal y su vida superheroica. Ahora bien, no acaba de ser una película tan redonda como cabría esperar. Por ejemplo, tiene un ritmo irregular en su primer tramo, a veces abusa de gracietas impostadas (especialmente en todo lo relativo al surrealista viaje escolar), aunque varias sean simpáticas, es predecible en ciertos tramos, la única evolución evidente entre los personajes la encontramos tan solo en Spiderman, se siente reiterativa en cuanto al conflicto personal del villano y hay cierto retroceso del personaje para que el avance en esta historia se sienta más amplio. Pese a esos defectos, no cabe duda de que logra mantener la esencia de lo ya planteado, muestra un debate identitario aún más profundo de esta nueva versión del personaje, cuenta con las agraciadas actuaciones de Holland y Gyllenhaal, aventura un divertido futuro para la saga y nos ofrece una aventura más que digna del fantástico hombre araña.
Con una secuencia previa que nos avisa del nuevo peligro al que se enfrentará nuestro protagonista y tras unas escenas iniciales bastante humorísticas, que rompen con la solemnidad del final de Endgame, vemos qué posición han ocupado los estudiantes respecto a aquellos acontecimientos, con vídeo tributo incluido a sus héroes y la explicación, válida también para el espectador, de qué es el Lapso y en qué consiste. Todo ello para después centrarnos en Peter, que va a emprender un viaje de estudios por Europa junto a sus amigos tomándose también un descanso de sus tareas como Spiderman. Aunque la aparición de Harold Hogan, alias Happy (Jon Favreau), advirtiéndole de que Nick Furia (Samuel L. Jackson) se va a poner en contacto con él pueden dar al traste con sus intenciones. A partir de ahí comenzará una disputa para considerar a qué le otorga mayor peso: a su vida personal o a su vida superheroica. Y la decisión no se planteará como una cuestión sencilla, porque este Spiderman no deja de ser también un adolescente con sus inquietudes personales por desarrollar y atender.
La historia se divide así en tres tipos de argumentos que se entremezclan necesariamente. Por una parte, tenemos una comedia romántica adolescente, en el que no falta el plan del protagonista para conquistar a su amada, un carácter tímido y poco dado a socializar que ya vimos en su anterior entrega y que le impide tratar de forma directa con MJ (Zendaya), una concatenación de errores, despistes y torpezas motivadas generalmente por su otra identidad y el surgimiento de un aparente triángulo amoroso por la inclusión de Brad Davis (Remy Hii), quien también está enamorado de MJ. Obviamente, esta trama bebe necesariamente de uno de los conflictos clásicos del personaje: la protección de su identidad secreta. Como sucedió en la trilogía de Sam Raimi, donde fue un tema recurrente, también en esta nueva versión se exploran los problemas que le causa a Peter tener que ocultar que es Spiderman, sobre todo a nivel personal, al no poder, por ejemplo, quedarse con MJ en la ópera o, simplemente, poder cumplir con su plan previsto. Incluso nos lega una de las escenas más graciosas y surrealistas de la película, en la que empleará accidentalmente el regalo de Tony Stark para matar a Brad, escena que también sirve como muestra del poder de los drones a los que después deberá enfrentarse. No obstante, la resolución de este problema con su identidad secreta es contraria a la que se le dio en la trilogía de Raimi y se asemeja más a la respuesta que se dio a este conflicto en el final de Iron Man (Jon Favreau, 2008), aunque a la inversa, dado que en lugar de ser él mismo quien revele su identidad al mundo, serán su enemigo quien lo haga.
Volviendo a la comedia romántica, cabe destacar que entre los dos actores principales, Holland y Zendaya, existe cierta química que funciona en pantalla, además de que sus escenas no tratan de ser idealizadas, sino más bien torpes, como los adolescentes que representan ser. No obstante, lo cierto es que la película no se esfuerza mucho, como tampoco ocurrió en Homecoming, en explorar esa relación. Todo es más bien sutil, porque nos dejan ver cómo MJ observa a Peter en varias ocasiones, y el propio protagonista nos cuenta desde el principio que está colado por su compañera, pero no se desarrolla mucho más en pantalla. Por otra parte, cabe destacar que MJ se distancia de los intereses amorosos habituales y no queda restringida en un rol de damisela en apuros, dado que ante la adversidad, es capaz de defenderse. Además, muestra bastante ingenio y una curiosidad innata que funciona bien para la trama superheroica, en la que también participa activamente. Por lo restante, tanto MJ como su relación con Peter necesitarían de un desarrollo algo más atento.
El segundo tipo de argumento es el de una obra sobre la formación de su protagonista, en líneas semejantes a lo que fue Homecoming. En realidad, y lamentablemente, hay cierto retroceso con lo ya expuesto anteriormente y con la conclusión tanto de su entrega anterior como lo ya visto en las aventuras grupales de Vengadores. Sin embargo, y por suerte, se da un paso hacia delante superando a lo ya visto y planteando también otras cuestiones que hacen crecer al personaje. En este Universo Cinematográfico, Spiderman no ha tenido historia de origen, sino una continua historia de formación de su identidad en base a sus apariciones esporádicas en historias grupales y aquella primera aventura bajo la tutela de Tony Stark. En este caso, el personaje está solo, como se subraya en el gracioso diálogo con Nick Furia donde Peter pregunta por otros superhéroes que podrían hacerse cargo del problema que tienen. Cabe destacar que la película no se corta a la hora de hacer referencias a todo el universo que Marvel ha ido construyendo en el cine ni tampoco a otras posibilidades futuras, como es el caso del multiverso, un hecho bien conocido por los lectores de los cómics.
Regresando a Lejos de casa, Spiderman se encuentra en la tesitura de encontrar su lugar en el nuevo paradigma que ha creado el Lapso, un nuevo paradigma en el que parecen empujarle a convertirse en el nuevo Iron Man. Esta presión se subraya en numerosas ocasiones, desde el regalo de EDITH, la forma en que Furia le cuestiona, los numerosos homenajes póstumos a Iron Man que observa Peter, especialmente en forma de grafitis, y, sobre todo, en esa secuencia en que Mysterio (Jake Gyllenhaal) emplea sus trucos para hacerle vivir una ilusión extrema, en la que un Tony Stark zombie le persigue. Pero por mucho que sienta ese peso, lo cierto es que también quiere tener una vida normal. Así se lo confiesa a Quentin, alias Mysterio, mostrándose cómo lo que es: un adolescente aún, un muchacho que tiene mucha vida por delante, pero que también se siente responsable, heredero de un héroe terrestre de la magnitud de Tony. En cierta forma, en el UCM, la responsabilidad moral que existía en Peter por la muerte de su tío Ben se traslada aquí a la responsabilidad ética que le otorga el sacrificio de Tony. Pero como le dirá Happy, tiene idealizado a su mentor, y donde él veía seguridad, también había miedo, donde él veía firmeza, también había errores. Nosotros, como espectadores, los hemos visto, pero Peter, en tanto personaje, solo conoce la figura idealizada de Iron Man. Al final, en la secuencia del avión en que viaja a Londres para rescatar a sus amigos acaba por convertirse en ese heredero Stark que tantos le reclamaban (la música acompañará, también la forma de abordar la tecnología y la ciencia), pero de manera natural y, sobre todo, siendo él mismo, que es lo que cabría esperar de un héroe.
En definitiva, que aunque Lejos de casa haga referencia a que Spiderman no está en su hábitat natural, que sería Nueva York, también hay un desplazamiento psicológico. Peter Parker se siente desorientado como superhéroe y cuando Mysterio le ataque en la escena, a mi parecer, más potente e imponente de la película, lo hará amenazando sus puntos débiles, sobre todo la inseguridad que le ha creado la pérdida de Tony. Por ello, no nos debe extrañar que posterior a ese primer enfrentamiento, veamos a un héroe frágil, tratando de orientarse.
No se trata de un anticlimax como el que encontramos en Homecoming cuando debía usar su fuerza para levantarse y salvar el mundo y a quienes quería, sino que entramos en un terreno más psicológico, una cuestión sobre la identidad, sobre encontrar su nueva posición en un mundo sin Iron Man. A fin de cuentas, se ha sentido presionado a ser su sucesor, aunque no llegara a comprender que Tony era más que aquella seguridad que siempre le mostró al muchacho, que también era un ser invadido de dudas e inseguridad, una persona frágil que en los momentos necesarios supo hacer frente a la adversidad, como ahora él debe hacerlo. Por eso, llegado el momento, no habrá dudas y decidirá seguir su camino, sin darse cuenta de que así es como realmente se convierte en un digno sucesor y en un auténtico superhéroe.
En relación a lo mencionado anteriormente, debemos también hacer referencia al rol que cumple Mysterio en esta obra. Repitiendo el esquema de Homecoming, incluyendo un giro argumental de distinta naturaleza, con aquel Buitre que era una persona normal aprovechándose de las circunstancias provocadas por los Vengadores, el villano en esta ocasión es un conjunto de científicos vilipendiados por Industrias Stark, es decir, de nuevo, personas corrientes que viven afectadas por las acciones de los superhéroes. Frente a la imagen idealizada que persigue Peter, los villanos tienen otro extremo, una patética y horrible de Tony Stark. Y Quentin no es más que una mala versión de lo que realmente debe ser un superhéroe: pretende conseguir la fama mediante el engaño, disimular acciones heroicas que no son más que una farsa y que no servirán para proteger a la humanidad llegado el momento. Además, sin tener en cuenta las víctimas que pueda arrastrar consigo.
En este sentido, el personaje funciona maravillosamente y es una gran recreación de las páginas del cómic adaptado a este universo. Como adulto, se aprovecha de la vulnerabilidad del adolescente que es Peter, se convierte en un confidente similar a quien fue su mentor, Tony, para jugar con él psicológicamente. Y, sin duda, tiene una secuencia con Spiderman que es pura fantasía extraída de las viñetas originales, de lo mejor de la película para mostrar el poder del villano y, a la vez, explorar los miedos e inquietudes del protagonista.
El tercer tipo de argumento es el de película de acción, en el que no faltarán diversos enfrentamientos y situaciones que, gracias a unos buenos efectos especiales, brillan con soltura y hasta sorpresa. Si bien los paisajes de Venecia o Londres sirven a la perfección y ofrecen diversidad a las historias de Spiderman, lo cierto es que se echan en falta los rascacielos de Nueva York, donde nuestro superhéroe parece encajar mejor con sus habilidades. No obstante, se recurre mejor a otros potenciales del personaje, en concreto, a su sentido arácnido, que nos brinda una secuencia de suspense bastante digna en el enfrentamiento final con Mysterio. Obviamente, los efectistas Elementales (especialmente el ígneo de Praga), toda la ingeniería de drones y la secuencia de Berlín son de lo mejor en este sentido dentro de la película.
En conclusión, Spider-Man: Lejos de casa es un buen colofón y una buena secuela del espíritu ya visto en Homecoming, donde se prosigue explorando la cuestión de la identidad del héroe a partir de un trauma a superar, la pérdida de Iron Man, y la disyuntiva entre su vida personal y su vida superheroica. Ahora bien, no acaba de ser una película tan redonda como cabría esperar. Por ejemplo, tiene un ritmo irregular en su primer tramo, a veces abusa de gracietas impostadas (especialmente en todo lo relativo al surrealista viaje escolar), aunque varias sean simpáticas, es predecible en ciertos tramos, la única evolución evidente entre los personajes la encontramos tan solo en Spiderman, se siente reiterativa en cuanto al conflicto personal del villano y hay cierto retroceso del personaje para que el avance en esta historia se sienta más amplio. Pese a esos defectos, no cabe duda de que logra mantener la esencia de lo ya planteado, muestra un debate identitario aún más profundo de esta nueva versión del personaje, cuenta con las agraciadas actuaciones de Holland y Gyllenhaal, aventura un divertido futuro para la saga y nos ofrece una aventura más que digna del fantástico hombre araña.
Escrito por Luis J. del Castillo
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