El emprendedor ranchero Roy Whitman (John McIntire) tiene una propuesta muy especial para el guía de caravanas profesional Buck Wyatt (Robert Taylor).
Consiste en trasladar a aquellas mujeres que lo deseen desde Chicago hasta el valle donde él y otros hombres “lo bastante locos como para levantar su casa junto al desierto” tratan de salir adelante, edificando un futuro. Un compromiso adquirido por ambas partes que se convertirá en todo un viaje iniciático para esas mujeres pioneras.
La necesidad de echar raíces tarde o temprano es algo que forma parte de los anhelos humanos. Pese a situarse cerca del desierto, el valle es muy fértil y constituye un lugar nuevo donde intentar asentarse, más allá de disponerse a “pasar el rato” con unos colonos: el viaje exige una mentalidad bien distinta.
De este modo, Caravana de mujeres (Westward the women, MGM, 1951) desarrolla una historia de Frank Capra (1897-1991), a su vez, inspirada en hechos reales (que al parecer tuvieron por escenario el istmo de Panamá), de la mano del guionista Charles Schnee (1916-1962), bajo la producción del siempre relevante Dore Schary (1905-1980) y con una fotografía en blanco y negro de William C. Mellor (1903-1963) capaz de acentuar la rudeza y aridez del espacio geográfico, y por consiguiente, el esfuerzo de todos los componentes de la caravana.
Se trata de un recorrido de cinco mil kilómetros cuajado de inconvenientes, como Buck advierte a las mujeres que finalmente deciden tomar parte en la arriesgada aventura.
Entre ellas se encuentran Fifí Danon (Denise Darcel) y Laurie Smith (Julie Bishop), dos muchachas que aseguran estar dispuestas a cambiar su anterior forma de vida, conocida por ser “la más antigua del mundo”. Se da la circunstancia de que Fifí no escoge ninguna de las fotografías que se muestran a las viajeras con el fin de seleccionar una posible pareja; aunque eso no quiere decir que no haya hecho su elección. Su intención de abandonar el oficio ya se manifiesta en un trueque de indumentaria (por mucho que, en principio, no se trate más que de un subterfugio para lograr ser admitidas en el grupo).
Y del mismo modo que les sucede a los personajes que interpretan, las actrices fueron debidamente “prevenidas”, en previsión de las once rudas semanas de rodaje en las montañas de Utah y el californiano desierto de Mojave, además de adiestradas en toda suerte de habilidades con carros y animales.
También las miradas entre personajes forman parte de un diálogo que alcanza su mayor intensidad emocional tanto al inicio como al término del viaje. Mientras este tiene lugar, se produce la confraternización, el enfrentamiento, la empatía, la renuncia, la valentía, el descubrimiento, el sacrificio…
La dificultad de la empresa va pareja a la del terreno. El recorrido es un espacio despoblado al que se superpone la, con frecuencia, agreste parcela de los sentimientos. Significativamente, William Wellman (1896-1975) no sobredimensiona el relato con la incorporación de elementos como la música. Muchas secuencias transcurren en silencio o con el único acompañamiento del sonido del viento que azota el paraje. Únicamente, un himno a modo de tributo puntúa los títulos de crédito.
Además, en otra interesante resolución, el realizador no muestra el ataque de los indios cuando este finalmente se produce. El asalto tiene lugar en un momento en que Buck y Fifí se hallan fuera del campamento, aunque al regresar podrán comprobar sus consecuencias; una circunstancia que proporciona a la secuencia un mayor dramatismo si cabe: por medio de un elegante e individualizado movimiento, la cámara les irá mostrando los penosos resultados. Tanto el guión de Schnee como la realización de Wellman logran plasmar una contenida emoción que en todo momento evita el subrayado más sensiblero.
La puesta en imágenes tiene lugar, tal y como nos hace advertir un rótulo al inicio del relato, justo un siglo después de que acontecieran –o hayan sido situados- los hechos. Destaca especialmente la estampa de aquellas mujeres que contemplan el desierto que tienen por delante. Una imagen que podemos considerar épica por parte del realizador, que las filma a través de un simbólico contrapicado.
De igual modo que han dejado atrás las que hasta ahora han sido sus vidas, las expedicionarias también se verán obligadas a abandonar una serie de objetos antes de atravesar ese espacio desolado. En tan breve aunque intenso periodo de tiempo, también tendrán ocasión de familiarizarse tanto con la llegada de una nueva vida como con la pérdida que conlleva la muerte. Incluso con algún que otro renacimiento, tal como le sucede a la madre italiana (Renata Vanni).
Para concluir, quisiera recordar el plano con la imagen de la carreta que queda varada en dicho desierto, mientras al fondo avanza la caravana, trabajosa pero resueltamente, hacia el horizonte.
0 comentarios :
Publicar un comentario
¡Hola! Si te gusta el tema del que estamos hablando en esta entrada, ¡no dudes en comentar! Estamos abiertos a que compartas tu opinión con nosotros :)
Recuerda ser respetuoso y no realizar spam. Lee nuestras políticas para más información.