Fragmento de A de amor, de David LevithanIntentar escribir sobre el amor es, en última instancia, lo mismo que intentar que un diccionario represente la vida. No importa cuántas palabras contenga, nunca serán suficientes.
Es difícil encasillar un libro como A de amor dentro de la literatura, ya que no se trata de una novela romántica convencional. En su páginas descubriremos una historia de amor, con sus errores y aciertos, contada mediante las entradas de un diccionario, definiendo así cada palabra trascendental dentro de esta pareja. A modo de rompecabezas, el lector deberá encajar y ordenar cada hecho en su cabeza, narrados entre continuos saltos temporales.
De una forma así de original conseguiremos ser partícipes de los momentos más cotidianos hasta los más íntimos de la pareja, de la que ni siquiera necesitaremos saber sus nombres para identificarnos con sus sentimientos desde las primeras páginas. Su primer encuentro resulta peculiar, tras una serie de coincidencias cibernéticas y desgracias amorosas anteriores. Así, tras chatear gracias a una página de contactos, decidieron conocerse, y la primera cita entre ambos marcaría un antes y un después en sus vidas. Ella, segura de sí misma, trasnochadora y amante del derroche. Él, inseguro, constante, introvertido y con valores más tradicionales. Eran la noche y el día, pero su vínculo era tan único y fuerte que nadie más podía entenderlo. Como si de un diario se tratase, el protagonista masculino es una amante de la escritura que prefiere plasmar sus sentimientos de una manera poco convencional, pero con la que, igualmente, consigue emocionar gracias a su tono intimista, sincero y conciso. Con una perspectiva realista sobre su pareja y su vida, en la novela habrá lugar para las dudas, el entusiasmo del enamoramiento, el anhelo, la decepción y, por supuesto, el amor incondicional.
Cándido
-Muchas veces, mientras estoy haciendo el amor, preferiría estar leyendo.
Admito que fue un comentario bastante raro para una segunda cita. Supongo que te estaba lanzando una advertencia.
-Pues en mi caso, casi siempre que estoy leyendo, preferiría estar haciendo el amor –dijiste tú.
Sentiremos un sabor agridulce cuando concluyamos la lectura, ya que la historia realmente no llega a comenzar ni a concluir. Conoceremos retazos, los momentos más significativos de una vida en común, como si viajáramos a través de las páginas de un álbum fotográfico. Quizás ese sea uno de los principales atractivos a la hora de conectar con el lector, su lectura amena y ansiosa por esperar esa conclusión que no llega. Además, los capítulos, o entradas de diccionario, tienen una extensión bastante irregular, ya que intercalan páginas de un par de líneas con historias de hasta una o dos páginas de extensión.
Un resultado y una conclusión algo desigual, debido al poco desarrollo general del carácter de los personajes y a la falta de hilo argumental, que se explica al ver la brevedad del libro. Por ello, no lo podemos valorar como conjunto, sino como una unión de historias, de sentimientos y de vivencias, tanto felices como trágicas, que nos llegarán a emocionar y, sobre todo, serán capaces de hacernos sentir identificados con cualquier etapa que hayamos vivido o estemos viviendo actualmente.
Frágil
Parte del motivo de que prefiriera leer que practicar el sexo era que sabía que, al menos, leer era algo que sabía hacer bien. Tuviste que echarle paciencia hasta que empezó a gustarme más. Y, finalmente, dejé de considerarlo paciencia.
Sin duda, estamos ante una emotiva y realista historia de amor actual, contada escena tras escena con ayuda de unas sutiles entradas de un diccionario, todo desde una perspectiva fresca y original. Es una ventana abierta a la intimidad de dos personas que se aman, un retrato inolvidable de una pareja de nuestros días y una forma intimista de decir te quiero, que llegará igualmente al corazón de todos los lectores.
David Levithan |
Posteridad
Intento no pensar en ti y en mí envejeciendo juntos, sobre todo porque intento no pensar en la idea de envejecer. Ambas cosas (el paso de los años, los años juntos) son demasiado abrumadoras para planteárselas. Pero una mañana me rendí. Dormías, y te imaginé más y más mayor. El cabello gris, la piel arrugada y macilenta, la respiración jadeante. Y me descubrí pensando: si esto sigue adelante, sino se acaba, cuando muera los recuerdos que deje en ti serán mi mayor logro en esta vida. Tus recuerdos serán mi huella más duradera.
Escrito por Mariela B. Ortega
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