Si hay una obra universal en el panorama literario español, esa es Don Quijote, la novela que dio comienzo a este género de forma moderna y que encumbró a Cervantes a la cima de nuestra cultura. Como ya mencionara algún crítico, se podría hacer una biblioteca dedicada en exclusiva a todo lo escrito y dicho sobre esta obra atemporal. Pero ciertamente, no fue oro todo su esplendor desde el principio. Estando su autor en una delicada situación de pobreza, dejó otros proyectos que consideraba más dignos y escribió desde el hambre esta novela, lo que le valió el sustento para continuar y el favor de un público que ya había rechazado su teatro y sus anteriores intentos novelísticos. Pese a ello, pasaría desapercibida hasta que la crítica inglesa la ensalzaría, para quizás vergüenza de todos aquellos españoles que la habían pasado por alto.
La figura de don Quijote siempre estuvo vinculada a España en Estados Unidos. A finales del siglo XIX se relacionaba con un objeto de burla, un amable payaso, considerando a la obra como un libro chistoso. Esta perspectiva tiene relación con la imagen que tenía el país norteamericano de España en un momento de guerra por las últimas colonias. De todos es conocida la relación que se estableció entonces entre don Quijote con un héroe romántico e idealista, imagen dada por la Generación del 98, especialmente por Miguel de Unamuno. Esta época de crisis necesitaba un héroe así y esta idea también llegaría a Estados Unidos de forma posterior, donde llegaría a abandonar su imagen de bufón.
Y ese es el retrato que transmite el libreto de Dale Wasserman para el célebre musical Man of La Mancha (conocido en España como El hombre de La Mancha). Nos situamos en una época de pesimismo entre los norteamericanos ante una realidad cruda: un año antes de su estreno había comenzado la guerra de Vietnam y la conformidad de la sociedad ante las decisiones del gobierno se habían comenzado a tambalear a partir de los años cincuenta. Proliferó entonces el número de musicales, siempre asociados a la utopía, a la irrealidad lejana a su realidad más cercana. Dale Wasserman presentaba ante el público un libreto que les mostrara a un luchador idealista, a alguien que les alejara de la incomodidad de su realidad. Y esta fue la primera adaptación de la obra cervantina que tuvo un gran éxito en Estados Unidos, una lectura afectada por la visión de Unamuno, autor a quien Wasserman había leído, y la situación bélica de la potencia nortamericana.
Cervantes (dibujo de Bartolomé Maura, 1879), Dale Wasserman y Miguel de Unamuno |
Tras la desventura manchega, Quijote y Sancho se dirigirán a una venta donde hallarán a Aldonza, produciendo un nuevo cambio en el argumento. Esta campesina del Toboso pasará a ser una prostituta de la venta, a la que molestará nuestro famoso caballero llamándola Dulcinea. Este personaje se alzará como otra protagonista de la historia, teniendo repercusiones en el argumento, especialmente al final. Pues si en la obra original don Quijote nunca hallará a Dulcinea, aquí será Aldonza quien se preste al juego, considerado ideal, para alentar a nuestro caballero. En la novela de Cervantes, don Quijote necesitaba encontrar a Dulcinea para confirmar la existencia de su mundo de caballerías, o bien, si apreciamos desde otro prisma la historia, para asentar su ideal; pero nunca la hallaría, pues estamos ante un amor imposible que acabaría por deshacer su mundo. En la adaptación de Wasserman Dulcinea está presente, en forma de Aldonza temerosa y cercana a un hombre que la trata bien. Es, sin duda, una respuesta satisfactoria al público estadounidense que esperaba también confirmar su irrealidad complaciente en forma de musical.
El libreto de Wasserman fue elaborado a partir de un guión que este autor ya tenía preparado para la serie I, don Quixote, ganando mayor popularidad en este musical que contó con la música de Mitch Leigh, quien recurriría a elementos españoles para la composición en un intento por crear canciones pseudo-españolas. Destaca el uso del flamenco, especialmente de la guitarra, aunque fuera anacrónico al situarse la escena en el siglo XVI. No obstante, gozarán de mucho éxito dos de las canciones, la primera es Man of La Mancha, también conocida como I, don Quixote, de aires festivos, y The Impossible Dream. Esta última es cantada por don Quijote en la primera ocasión que se encuentra a solas con Aldonza, quien le pregunta por sus motivos para actuar como lo hace. Se enmarca en esta escena la canción más popular y conocida de este musical, que nos proporciona la mejor muestra de lo que Wasserman pretendía mostrar en su obra, un idealismo fervoroso por el que vivir, el mismo que representa don Quijote como personaje.
Adaptación cinematográfica del musical |
Al final, tan solo se centra en conmover al público y que se sientan relacionados con un mensaje que les resulte familiar, aunque esté basado en una obra tan lejana en el tiempo. Se trata del objetivo de todo espectáculo, alcanzar la catarsis con una sociedad que busca en el escenario aislarse de la realidad que les rodea, y que encuentra en Man of la Mancha el ideal por el que seguir adelante, aún cuando nos resulte un imposible.
Escrito por Luis J. del Castillo
Alguien sabe ¿donde se podría conseguir el libreto de la obra?
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