La Navidad es uno de los tiempos recurrentes en el arte occidental. Desde la pintura y la escritura hasta los productos más contemporáneos, como las películas o las series de televisión, se ha dejado un hueco para un subgénero dedicado a este tiempo festivo. En los últimos días hemos podido disfrutar de música navideña, con cantantes como Elvis Presley, Tonny Bennett, Dolly Parton y Rod Stewart; al igual que algunas películas para esta época, fuera de las ya habituales, como Un gángster para un milagro. Podríamos haber buscado cortos de las mismas características, pero hemos preferido un contacto un poco más alejado con la Navidad propiamente dicha en pro de unos cortometrajes que tuvieran una relación más indirecta. En años posteriores tendremos nueva oportunidad de disfrutar de este subgénero más abiertamente. Eso no quiere decir que estos cortos no sean igualmente dignos para esta época.
Y como en todas las anteriores ocasiones, hemos encontramos estos cortos navegando por la red, pero os recordamos que podéis enviarnos vuestros cortos para analizarnos y promocionarlos gratuitamente -aceptando nuestras críticas, por supuesto- a través del botón de Contacto.
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Corto:
Merry Christmas
Escrito y dirigido por Francisco González Casanova.
Historia:
Empezamos por un cortometraje que se encuadra precisamente en el subgénero navideño, contradiciendo mis palabras anteriores. Sobre apariencias va este video que peca de ser predecible y emplear algunos clichés, aunque en una producción de este tipo no se puede exigir evitarlo, sí se podría haber trabajado mejor la originalidad de un corto que no deja de ser una secuencia empleada en multitud de ocasiones. Es el claro ejemplo de que las apariencias engañan, de que quien parece ser malvado, es bondadoso, y quien parece tener buenas intenciones, resulta ser no ser tan bueno como parecía.
Un argumento sencillo que parte de una situación cotidiana, dotado de un dramatismo algo innecesario que lo asemeja a una secuencia de terror en algunos fragmentos. Y un giro final que puede sorprender si no tienes experiencia en este tipo de metraje.
Un argumento sencillo que parte de una situación cotidiana, dotado de un dramatismo algo innecesario que lo asemeja a una secuencia de terror en algunos fragmentos. Y un giro final que puede sorprender si no tienes experiencia en este tipo de metraje.
Actuación, aspecto técnico y música:
Ninguna idea, por simple que sea, es mala con una buena actuación, capaz de transmitir más allá del fotograma. Lamentablemente, no es el caso. Pilar Rubio, más conocida actualmente por su faceta de reportera y presentadora, realiza una interpretación que peca de superficialidad y que puede llegar a agobiar al espectador, aunque ese agobio no sea producto precisamente de compartir la angustia de su personaje. Con más naturalidad se devuelven Pedro Martín, mostrando una cojera algo exagerado -o quizás el hecho de una rapidez inusitada para alguien que recibe tantos golpes- o Víctor Prieto y los demás compañeros que van en el coche, los únicos que transmiten cierta repulsión que se corresponde a lo pretendido en el cortometraje.
Y todo aliñado con los curiosos elementos a los que recurre González: el inglés como idioma de su cortometraje y el blanco y el negro. El primero no debería ser un escollo, aunque resalta aún más el poder en el que se alza este idioma, privilegiado por la potencia mundial a la que representa. A excepción de ese detalle, el uso del inglés resulta negativo gracias a una pronunciación que no deja espacio a una buena interpretación. En cuanto al uso del blanco y negro para grabar, produce cierto efecto de nostalgia y recuerda al cine clásico, dotando incluso de glamour a la protagonista, pero el hecho de emplear el monocromático no suple las necesidades de un cortometraje que se mueve mejor en la normalidad.
Técnicamente está correcto, y se orquestan las escenas con una música que añade suspenso a una persecución de la forma más adecuada. Sin duda, lo más rescatable del corto, encajado a la perfección con el metraje. Aunque tampoco podamos hablar de originalidad en el espacio musical.
Y todo aliñado con los curiosos elementos a los que recurre González: el inglés como idioma de su cortometraje y el blanco y el negro. El primero no debería ser un escollo, aunque resalta aún más el poder en el que se alza este idioma, privilegiado por la potencia mundial a la que representa. A excepción de ese detalle, el uso del inglés resulta negativo gracias a una pronunciación que no deja espacio a una buena interpretación. En cuanto al uso del blanco y negro para grabar, produce cierto efecto de nostalgia y recuerda al cine clásico, dotando incluso de glamour a la protagonista, pero el hecho de emplear el monocromático no suple las necesidades de un cortometraje que se mueve mejor en la normalidad.
Técnicamente está correcto, y se orquestan las escenas con una música que añade suspenso a una persecución de la forma más adecuada. Sin duda, lo más rescatable del corto, encajado a la perfección con el metraje. Aunque tampoco podamos hablar de originalidad en el espacio musical.
Corto:
Semilla del recuerdo
Dirigido y escrito por Renato Roldán Ramis y producido por la Universitat de les Illes Balears.
Historia:
La Navidad es tiempo de alegría y reunión familiar, esto también conlleva nostalgia y melancolía por las personas que ya no están entre nosotros. A raíz de esto, incluí este corto animado en esta recopilación navideña. Poco contexto para recrear una historia donde una niña pierde a su abuelo y, enfadada, huye de los recuerdos, hasta que una misteriosa luz le devuelve a su lugar y le enseña que lo que nunca se olvida, vive para siempre, como nos narra una voz en off, la protagonista en el futuro.
La historia, fuera del apartado técnico, no transmite tampoco ninguna novedad, pero gana en esa forma que hemos reservado para el siguiente apartado. Cabe destacar la magia que se desprende de las imágenes, con el uso de formas fantasmagóricas y luces en representación de almas. No se trata de dar explicaciones, sino de relatarnos esta lección vital en un momento determinado de la vida de nuestra protagonista.
Aspecto técnico y música:
Con una animación en 3D muy bien realizada así como imágenes para fondos de una preciosidad elegante, el corto nos transmite la inocencia de un mundo infantil turbado, precisamente, por la muerte, bien representada también por el paso del día a la noche. Es cierto, no obstante, que la animación puede resultar algo artificial, especialmente en las formas humanas.
Muy bien conseguida, mejorando la animación con profundidad y ensalzando la historia, está la música. Aleix Vives consigue un ambiente muy logrado con unas melodías que destacan no sólo en precisión, sino también emotividad. Con el leitmotiv de la felicidad transmitida por la presencia del abuelo, tanto al principio como al final del cortometraje, en guitarra. Y unos coros que hacen las delicias de un canto solemne a la par que de cierta funebridad. Si pudiéramos nombrar algo negativo, podríamos hablar de la poca naturalidad de alguno sonidos del doblaje, que están bien logrados en algunos casos, y un tanto artificiales en otros, estando en ocasión incluidos en un momento donde debería destacar más la música. No hablamos, sin embargo, de la preciosa voz en off que introduce y finaliza este relato cinematográfico, antes de unos créditos con canción original.
Corto:
La historia de siempre
Dirigido por José Luis Montesinos, producido por Bastian Films S.L.
Historia:
Un espejo de la realidad actual en un hecho tan cotidiano como coger un autobús y prestar atención a una historia ajena. Todos lo habremos hecho en alguna ocasión y la naturalidad se dibuja en forma de hombre trágico, representante de tantas historias anónimas que hoy recorren nuestro país y, seguramente, otros muchos lugares. Y en esta ocasión, rompiendo con los dos cortos que hemos mostrado anteriormente, con un giro final original y que puede sorprender, siempre y cuando no te percates de los guiños que se han ido dejando a lo largo del cortometraje: la ausencia de móvil, la dicción perfecta del protagonista... Elementos de los que el resto de personajes, apenas esquematizados en miradas y gestos, no se percatan, por lo que permanecen absortos en el cuento que les están contando, una narración con la que se (nos) identifican(mos).
No estamos ante algo épico, sino ante un argumento humano, con la profundidad que nosotros queramos darle: entre lo anecdótico y la profunda reflexión que podríamos plantearnos: ¿hacía donde vamos con estas situaciones? Cuando el telón cae y se descubre que el actor sólo interpretaba, ¿qué nos ha dicho realmente mientras no era él? En el fondo, a todos nos hubiera gustado que el relato fuera verdad, pero no todo son finales felices.
Actuación, aspecto técnico y música:
El corto tiene a un hombre que lo encabeza y ocupa todo el grueso del mensaje: Miguel Ángel Jenner. Actor más conocido por su faceta de doblador, ofrece su actuación, dicción y experiencia para dar empaque a este personaje que oscila entre ofrecernos lástima, sonrisa o cursilería, pero que logra acercarse a los filos sin tirarnos al precipicio. Invade con naturalidad el guión, aunque manteniendo una voz que puede resultar artificiosa; es el guiño del que hablábamos antes para adelantarnos el final. El resto de actores logran trazarlo todo sin palabras, descubrimos por sus rostros qué sienten al escuchar lo que les está contando Jenner, incluso podemos vernos representados en algunas de sus reacciones. Gracias a ello, se consigue la emoción con la que identificarse, la catarsis. Hasta que se rompe la escena con ese giro final y nos quedamos con el áspero sabor de no saber si lo que hemos sentido era real o una ilusión. No sabremos nada del resto de pasajeros desvelado el truco final.
Sobre la técnica, es correcta, con lo dificultoso que pudo ser grabar en un autobús, y con el enfoque siempre difuminado en algunos planos para no desvelar que en su mano no había ningún teléfono. Por otra parte, podemos hablar de la ausencia completa de música durante el metraje del corto, lo que evoca mayor naturalidad y centra nuestra atención en la voz del actor principal. Un acierto para transportarnos realmente a ese autobús y convertirnos en un pasajero más.
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