Lo imposible, de Juan Antonio Bayona

03 noviembre, 2012

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Durante estas últimas semanas hemos padecido todo un conglomerado de anuncios que nos hablaban de una película estremecedora, un film que cosechaba éxitos en la crítica y que pronto se hacía con el público, situándose como un visionado imprescindible y como la película española más taquillera, habiendo superado a Los otros (2001), de Amenábar. En gran parte, la publicidad que una de las productoras, Mediaset España, ha realizado, ha hecho extenderse el eco que ha arrastrado a curiosos, cinéfilos y otros espectadores al cine, el resto ha sido un rumor de estar ante una obra que llega al alma, un susurro que ha pasado de espectador en espectador.


Juan Antonio Bayona consigue traernos la historia de una familia española que vivió el tsunami que en 2004 asoló la costa del sudeste asiático, uno de los más importantes y mortíferos de las últimas décadas. Después del éxito alcanzado con El orfanato en 2007, nos trae un film con un título misterioso y que resulta atrayente: Lo imposible.

Juan Antonio Bayona en el rodaje de Lo imposible
Es importante recalcar, aunque de eso ya se encarga la película, que estamos ante la adaptación de un relato auténtico. La narración de la familia Álvarez-Belón, especialmente de María, la madre, conmovió y sirvió de base a la producción que vendría después. Por nuestra parte, podemos destacar que pese a basarse en una familia española, los actores parecen ser una familia americana; resulta irónico, aunque con este comentario no podemos eludir la gran interpretación de este casting internacional.

A través, precisamente, de los perfiles de María, Lucas y Henry, y en un papel más secundario, Simon y Thomas, se desenvuelve una filmación que parece estar hecha para hacer sufrir al espectador a través de escenas crudas cuyo objetivo es identificarse con la emoción de los personajes, una catarsis emotiva con alguna escena desagradable de ver. No obstante, como mencionamos antes, no hablamos de ficción, sino de retratar una realidad vivida, algo que últimamente está teniendo cierto éxito en diferentes géneros. Podemos observarlo en el triunfo de la película francesa Intocable (2011, Olivier Nakache y Eric Toledano) o de otro estreno cercano, Argo (2012, Ben Affleck).

Familia Álvarez-Belón en la presentación de Toronto (Fotografía de EFE / Warren Toda)

No obstante, más allá de esa sentimentalismo, de esa historia de superación y supervivencia, hallamos un argumento simple y lineal, con giros previsibles y donde caben destacar algunas ideas que componen subtramas muy interesantes y muy poco aprovechadas. Las casi dos horas de metraje podrían haberse extendido algo más en exprimir las pinceladas de estos argumentos secundarios que sirven para mostrar la bondad humana y un homenaje a los fallecidos y las vivencias de quienes afrontaron la situación. Un ejemplo lo encontramos en la escena donde Henry busca en la oscuridad nocturna a su esposa y a su hijo con una linterna, mostrándonos con el foco de su linterna fotografías, recuerdos, sumergidos en el barro, con rostros de quienes posiblemente hayan visto apagarse la vida bajo el agua. Por otra parte, incluso la vida real de la familia protagonista sólo nos es relatada con esbozos gracias a frases sueltas en los diálogos, especialmente la mención a su situación laboral y económica.

Lo positivo, pese al argumento llano, es la realidad y crudeza de una película de desastres que va más allá del puro show de efectos, como lo fuera la apocalíptica 2012 (2009, Roland Emmerich), cuya trivialidad sólo tenía su triunfo en el despliegue de efectos especiales, pero nada más. En ese sentido, Lo imposible tiene una facturación digna de Hollywood, sorprendente en una producción española que logra una gran categoría y que asombra a los espectadores al escuchar la nacionalidad del film.


Centrándonos en los personajes, podemos observar que su peso es algo desproporcionado. Realmente, se lleva el gran mérito Tom Holland en su papel de Lucas, el hijo mayor, que compartiendo escenas con una excelente y muy sufridora Naomi Watts (en su papel de María), se encabeza como protagonista y personaje clave para la fama prematura del joven actor, que ha recibido la admiración de sus compañeros de reparto y de la crítica. Naomi Watts, por su parte, consigue una conexión con el dolor real, transmitido a los espectadores; habiendo recibido por ello el aplauso de la protagonista real, María Belón En un nivel inferior, pero todavía relevante y con escenas que calan al espectador, nos encontramos con un Ewan McGregor (como Henry) en su buena línea interpretativa. Él servirá de padre buscador, desesperado pero esperanzado. A través de su visión observaremos también el dolor de otros personajes secundarios así como la devastación sufrida por toda esa gente, tanto población autóctona como visitantes. Estos personajes nos transmiten sus historias con breves nociones capaces de llevar a la imaginación del público todo un argumento de dolor y sufrimiento.

En un plano menos importante, pero imprescindible, encontramos a los hermanos pequeños, Simon y Thomas, interpretados por Oaklee Pendergast y Samuel Joslin. Aunque su intervención es menor, tenemos con nosotros la escena más tierna del film con la reunión de un niño de siete años y una mujer de setenta y cuatro años interpretada por la fabulosa Geraldine Chaplin, que realiza un cameo en esta escena de reflexión y encuentro generacional. Hay otro personaje muy relevante en el film, especialmente en la primera parte: el océano, que gracias a la fotografía que se le dedica en compañía de la música, parece estar realmente vivo.

Ewan McGregor junto a Oaklee Pendergast y Samuel Joslin en una escena del film
Aparte de la linealidad y poca sorpresa como contra, también se sitúa cómo los trailers y anuncios, en ocasiones excesivos, han eliminado cualquier sorpresa que el argumento podría tener. Si, por ejemplo, podríamos pensar en principio que el padre y los hermanos menores han desaparecido del panorama,aunque aparezcan de nuevo en un punto intermedio del film; esta sorpresa se elimina con haber contemplado la abusiva campana de marketing que, tanto logra su objetivo, como destripa en exceso la creación de Bayona.


En conclusión, un film angustioso, desgarrador y emotivo, realmente humano, pero con un argumento que podría haberse explorado más, buceando en las pinceladas sutiles que pueden dejar insatisfechos a unos cuantos espectadores.

Escrito por Luis J. del Castillo


Sin duda, Lo imposible es una de esas películas que dejan huella, sobre todo si tienes la oportunidad de verla en la gran pantalla. Sin tener un argumento complejo, deberemos centrarnos en entenderla de manera emocional. Y es que las sensaciones que evocan al espectador, las imágenes y la música, son los ejes principales que componen esta historia de supervivencia extrema. Todo ello unido a una producción espléndida, y con sello español, que logra recrear de una forma muy realista toda la magnitud que una tragedia como esta es capaz de provocar.


Seremos testigos de la desgarradora experiencia que vivió una familia española al sobrevivir al tsunami que arrasó la costa asiática la navidad de 2004. En especial, del ejemplo humano que demuestran: un vínculo familiar inquebrantable unido al instinto y a la valentía por sobrevivir y por volver a encontrarse, ya que el film hace hincapié en el miedo que aterra a todos ellos ante la idea de sentirse solos.

Sin embargo, es cierto que esa insistencia en recurrir a los sentimientos del espectador a veces llega a presentar la película como una situación previsible y algo forzada.

Naomi Watts junto a María Belón

Pero hay que destacar otro hecho que sí consigue ser muy positivo dentro del film: su magnífico reparto. Desde el principio, logramos empatizar con cada uno de los miembros de la familia y, en especial, con los tres grandes pilares de la historia. Naomi Watts, la madre coraje y valiente, protagonista de las escenas más crudas de la película y que, pese a ser derrotada y herida una y otra vez, no se rinde bajo ningún concepto. Ewan McGregor, por su parte, encarna un conmovedor papel como padre desolado y perdido en una total desesperación. Y, por último, Tom Holland interpreta brillantemente a Lucas, el hijo mayor, donde podemos apreciar una clara evolución asociada a una madurez forzada, pero sin perder la fragilidad que caracteriza a un muchacho de su edad.

Tom Holland durante el rodaje de Lo imposible

En definitiva, al margen de que sea una gran superproducción y de que cuya trama no sea lo suficientemente elaborada, destacaría los valores que podemos ver reflejados en la historia, como el sentimiento de unidad constante y la lucha por sobrevivir, hasta el extremo de no importar nada más que el hecho de volver a abrazar a un ser querido.

Escrito por Mariela B. Ortega 


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