¡Shazam!, de David F. Sandberg

19 julio, 2020

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Estamos servidos de superhéroes cuyas historias conocemos de sobra, pero cada vez se van incorporando más personajes a la gran pantalla que no habían tenido tanta representación. Por parte de DC estamos atiborrados de versiones de Batman y Superman, mientras que otros de sus personajes más populares en el cómic apenas han tenido espacio en el terreno cinematográfico. Con el propósito de emular a Marvel, se intentó crear un universo propio en el cine, pero con un rumbo irregular y unos resultados dispares, desde la sombría Batman v Superman: El amanecer de la Justicia (Zack Snyder, 2016) hasta la espectacular y grandilocuente Aquaman (James Wan, 2018). Aparte del proyecto, y con un tono distinto, encontrábamos una aventura de orígenes con un héroe muy particular: ¡Shazam! (2019). 

En la película se plantean dos búsquedas distintas, pero que tienen el mismo resultado al tener ambas un carácter idealizado. En primer lugar, la fantástica, la del mago Shazam (Djimon Hounsou) en busca de un ser digno entre los humanos para poseer su poder. En esa eterna empresa va dejando un rastro de personas rotas, de candidatos a los que ha ido rechazando y convirtiendo en almas frágiles, como le sucede al villano, de cuya prueba somos testigos en la primera secuencia de ¡Shazam!. La otra búsqueda es más terrenal y cercana. Cuando Billy Batson (Asher Angel) tenía cuatro años, se perdió en una feria y no pudo encontrar a su madre, por lo que fue entregado a un orfanato. Diez años más tarde, en la actualidad, tras haber pasado por varias familias adoptivas, sigue buscando a su madre, acercándose cada vez más a su anhelo de ser feliz con la persona a la que recordaba e idealizaba desde aquel suceso. En ambos casos, y en ello se encierra parte del mensaje de esta película, el resultado es insatisfactorio: la perfección que se buscaba no existe, ese ideal no se corresponde a la realidad y solo nos puede reportar dolor y hacernos desaprovechar las oportunidades que se nos habían brindado. Sin embargo, solo uno de estos dos personajes aprenderá esa lección.


Billy Batson no es el héroe que el mago Shazam hubiera esperado, porque aunque acaba convirtiéndose en su heraldo (Zachary Levi), consiguiendo todos sus poderes, tiene defectos, como cualquier otro humano. Por una parte, acaba cayendo en el egoísmo y el exhibicionismo, con cierta irresponsabilidad, dejándose llevar por sus emociones a la hora de usar sus poderes, pero a la vez, y por otra parte, es empático y justo, los lazos que crea con los demás le permiten hacerse más fuerte. Es decir, Shazam falla al encontrar a ese humano perfecto porque lo que encuentra es un ser humano imperfecto, de la misma forma que el protagonista verá que la familia que buscaba, esa madre que lo perdía en una feria, no se correspondía a la realidad con la que Billy se encuentra. En efecto, la realidad presenta siempre muchas más aristas y grises que las que nosotros proyectamos sobre esa misma realidad. 

De esa forma, en ese trayecto vital, que aunque mejorable, está bien planteado por la película, Billy acaba por reconocer que debe aprovechar su oportunidad y que esa familia adoptiva tan peculiar como imperfecta puede convertirse en su hogar. Es más, esa familia aboga por esas imperfecciones, por hacer frente a los estereotipos, por combatir los defectos con una serie de virtudes que forman parte del ser humano y que, aunque seamos capaces de cometer errores, también podemos rectificar y enmendarlos. A fin de cuentas, el villano, el doctor Thaddeus Sivana (Mark Strong), es una contraposición a todas estas ideas. Se trata de un niño dañado, dolido, en una familia que lo rechazaba y que, cuando encontró que podía llegar a ser especial, gracias a Shazam, se dejó llevar por la tentación del poder y fue otra vez rechazado. La vida de este personaje, de no haberse producido el encuentro con este ser sobrenatural, podía haber sido muy distinta, pero no menos desdichada. 


A su vez, el idealismo de Shazam es también determinante, porque en lugar de reconocer las cualidades y defectos de la humanidad e intentar encontrar un heraldo al que educar y enmendar, intentando potenciar lo mejor de nosotros, decide rechazar abiertamente a múltiples niños que acaban marcados de por vida y, por tanto, el mago condena su propia búsqueda de un corazón puro. Después de todo, el ser humano, dentro de su libre albredrío, es imperfecto. No comprender esta cuestión es cegarse a la realidad. En definitiva, esos tres escenarios, el de Billy, el de Sivana y el de Shazam, relacionados con el concepto de una búsqueda fallida, suponen la columna vertebral de la película, y solo será recompensado en uno de los casos, en el que se abandona el ideal por aceptar la realidad y también a los demás, con sus imperfecciones.

En la historia de Billy hay momentos para la emoción, de la misma forma que sus enfrentamientos con Sivana y los Pecados Capitales son la propuesta espectacular habitual en el cine de superhéroes. Pero también se consigue una comedia simpática con guiños a las modas de los adolescentes actuales,  alejándose de la tónica habitual ochentera que está reinando en las producciones actuales. En este caso, se propone una visión más actual, con bromas, referencias culturales y comportamientos más habituales en esta época de memes en internet, videojuegos en línea y redes sociales. De ahí que nuestro protagonista reproduzca también el comportamiento, para bien y para mal, del adolescente de hoy, tan apegado a conseguir la fama en internet, a molar y a destacar sin hacer excesivo caso a sus obligaciones o a la responsabilidad que tanto poder le debería otorgar. Pero, como decíamos antes, el protagonista es empático y justo, como demostrará cuando deba dar un paso adelante y proteger a otras personas, empezando por su propia familia. 


Y como suele ser habitual en las historias de héroes, se convierte en un modelo doble para los espectadores (sobre todo para los más jóvenes): por una parte, cumple el sueño de cualquier preadolescente que quisiera tener poderes mágicos y triunfar, por ejemplo, en las redes sociales, y a la vez, por otra parte, advierte de los peligros de este éxito y de cargar con una responsabilidad. Toda diversión tiene también un aspecto de responsabilidad a tener en cuenta. Cualquier trabajo, labor u oficio puede gustarnos, pero ello no le resta que haya hechos que nos resulten desagradables y a los que tenemos que hacer frente tanto como a las tareas que más nos gustan. Aunque sea ya algo manido, la célebre frase de todo poder conlleva una gran responsabilidad que tanto se mitificó  en el personaje de Spider-Man también reside en el espíritu de ¡Shazam!, en tanto que los poderes que le han sido conferidos al protagonista también conllevan una enorme responsabilidad para con todos, no son un simple entretenimiento, sino también una forma de ayudar y salvar a los demás.

Por suerte, nuestro protagonista sabrá hacer frente a la adversidad y, sobre todo, aprenderá, a diferencia de lo que ocurre con el villano y con el propio Shazam. Y gracias a ese aprendizaje se convertirá en el héroe que debe ser, y no solo un héroe en solitario, sino un héroe que sabe apoyarse en los demás. Ahí se complementan las dos historias: la personal y la superheroica y marca la distancia entre la vida del villano, que se dejó llevar por la venganza y fue capaz del más cruel asesinato, de la del héroe, que se repone y encuentra su lugar en el mundo junto a su nueva familia, luchando por y junto a ellos.


Por tanto, como película de formación y crecimiento es solvente, dado que nos muestra un drama familiar en torno a la búsqueda de un huérfano con toques humorísticos y una aventura superheroica, pero quizás no acaba siendo todo lo redonda que podría haber sido. Y si bien es entretenida y tiene un nivel aceptable, acaba siendo una obra menor en comparación al nivel de otras de su género. Ello no le resta importancia y buen hacer, dado que se nota el mimo y el cuidado que tiene la producción y sabe muy bien jugar sus cartas para sorprender, emocionar y contar una historia sencilla, sin grandes ni innecesarios aspavientos. Sin duda, una aventura entrañable que no vive para ser una obra maestra, sino que se ajusta a sus pretensiones con un nivel más que aceptable, logrando contarnos una aventura de superhéroes con un doble fondo que llega a cualquier público con facilidad, contando con una factura técnica decente y en una línea de humor y emoción que resulta amena.


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