Uno de los grandes secretos de la película, que explota con humor los tópicos de andaluces y vascos, ha consistido en desmontar las supuestas barreras ideológicas que diferencian y distancian a unas regiones de otras. Además, otro de los descubrimientos que nos ha aportado ha sido el debut cinematográfico del humorista malagueño Dani Rovira, toda una sorpresa para el propio joven cuyo desparpajo e incansable sentido del humor ha conquistado al público tanto de la pequeña como de la gran pantalla (no olvidemos tampoco su otro primer éxito televisivo: la serie televisiva B&b).
Su personaje, Rafa, es un joven sevillano que encarna al prototípico señorito andaluz, que conoce a una peculiar joven vasca llamada Amaia durante los días de la Feria de Sevilla. El chico se enamora completamente de ella y cuando ella regresa a su ciudad se da cuenta de que tendrá que viajar al norte si quiere recuperarla. Clara Lago es Amaia, una decidida joven con un carácter bastante fuerte, que no tardará en rechazar todo lo que provenga del sur de nuestro país, sobre todo al conocer a Rafa. Sin embargo, no es tan fiero el león como lo pintan, y gracias a la frescura del joven y su particular forma de quererla, Amaia empezará a ver a Rafa con mejores ojos. Y es que Rafa hará lo que sea necesario para conseguir a Amaia, incluso hasta hacerse pasar por vasco.
El reparto de la película lo completan Carmen Machi, encarnando a la madre de Rafa, y Karra Elejalde, padre de Amaia, quienes completarán los puntos de humor del film con la chispa que surge entre ellos y la química que comparten con Rovira y Lago. El director, Emilio Martínez-Lázaro, ha suavizado algunos aspectos del guión original para obtener una comedia con unos toques ácidos pero principalmente suave, que incluso remite a las películas de Paco Martínez Soria, tanto a nivel formal como de contenido. Esto ha permitido abarcar a un público bastante extenso, impregnándose también del tono y espíritu de los monólogos del programa El club de la comedia, de donde Dani Rovira ha sido todo un referente años atrás.
En menos de dos meses, Ocho apellidos vascos puede presumir de múltiples récords desde que se estrenó el pasado 14 de marzo, pero, sin duda, dos factores son determinantes para que este fenómeno haya trascendido de lo cinematográfico para entrar de lleno en lo sociológico: posee la recaudación más alta de una película española proyectada en cines de nuestro país y también es la que ha alcanzado un mayor número de espectadores en las salas nacionales. El pasado domingo 27 de abril, fecha de la que proceden los datos facilitados por la empresa de medición Rentrak Spain, la comedia dirigida por Emilio Martínez-Lázaro estaba a punto de rebasar la barrera de los 44 millones de euros, con casi 7,5 millones de espectadores. Datos que, desde entonces, no han hecho más que crecer.
Está claro que el éxito arrollador de esta película ha cogido a sus creadores por sorpresa, aunque es cierto que ha contado con muchos factores que se han unido a la perfección. Desde un trailer brillante, que consiguió un alto grado de viralidad en redes sociales, promociones cuidadosamente dosificadas, un gran número de salas en las que se ha estrenado; no cabe duda que el marketing es una de las claves para justificar la magnitud del éxito del largometraje. Pero lo decisivo de todo lo anterior, como ocurre con fenómenos literarios como Cincuenta sombras de Grey, es que Ocho apellidos vascos se ha convertido en una película de obligado visionado, creándose una necesidad social por verla; sin duda, un objetivo cumplido del marketing. Si bien es cierto que por mucha publicidad y mucha campaña de calidad invertida en marketing, un acontecimiento cinematográfico de las dimensiones de Ocho apellidos vascos no podría sostenerse si detrás no hubiera una historia que funcione por sí misma, que fuera coherente dentro de sus propios planteamientos.
Sin duda, esta comedia romántica demuestra la tendencia al absurdo de la mayoría de tópicos, cómo los vascos no son tan fieros ni los andaluces tan perezosos como los dichos populares subrayan, además de que, incluso, puede nacer el amor entre unos y otros. Amor y, por supuesto, humor a partes iguales, bromas y chistes fáciles sobre los usos y costumbres de los del norte y los del sur, a la vez tan lejos y tan cerca, tan distintos y tan, sin embargo, parecidos.
Escrito por Mariela B. Ortega
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