«Jamás nos mentiremos... Escúchame bien, eso implica algo más que ser sincero... En este mundo mucha gente es falsa... Las mentiras te rodean... Saber que existe un archipiélago de personas que siempre te dirán la verdad vale mucho... Quiero que formes parte de mi archipiélago de sinceridad...» «Saber que puedes confiar en la otra persona, que nunca te mentirá, que siempre te dirá la verdad cuando se lo pidas, no tiene precio... Te hace sentir fuerte, muy poderoso... Y es que la verdad mueve mundos... La verdad te hace sentir feliz... La verdad creo que es lo único que importa...»
La historia gira alrededor de Ekaitz, su familia y todos los acontecimientos que le han sucedido a lo largo de su vida, en un viaje por sus recuerdos que acabará en el mismo lugar en el que comenzó a divagar. Ekaitz es un joven padre de familia que, tras encontrarse en una situación trascendental en su vida, se ve obligado a trasladarse junto a sus dos hijas al lugar donde vivió su niñez y adolescencia para hacerse cargo de su padre durante los últimos años de su vida. La relación entre Ekaitz y su padre nunca ha sido idílica. Ni él era un padre con el que se pudiera contar a menudo ni nuestro protagonista era el hijo que podía llenar la vida de su padre. Después de años sin hablarse, Ekaitz cumplirá la promesa que un desgraciado día le hizo a su madre, volviendo a su hogar y tratando de encontrar la paz junto a sus raíces.
Este viaje no sólo le servirá para recorrer kilómetros, sino para conocerse, descubrir, reflexionar y alcanzar el rincón más profundo de su alma, rescatando los momentos más felices de su vida pero, también, los más dolorosos recuerdos y que logren así cicatrizar para siempre.
Escrito por Albert Espinosa, actor, director y conocido por ser guionista de la exitosa serie juvenil Pulseras rojas (basada en otra novela, El mundo amarillo), este libro ha sabido recoger a la perfección multitud de reflexiones de aprendizaje y de consejos aplicables a nuestra propia vida. Y es que la vida de Albert no ha sido precisamente un camino de rosas; un sendero que se ensombreció cuando cumplió catorce años. Tras diagnosticarle cáncer, le amputaron la pierna izquierda, a los 16 le quitaron el pulmón izquierdo y a los 18 le extrajeron parte del hígado. Pero su enfermedad y su años de estancia en el hospital le enseñaron que morir no es triste, que lo triste es no vivir, y así nos lo ha querido transmitir a lo largo de sus obras literarias y cinematográficas.
A lo largo de sus páginas no seguiremos un orden cronológico estricto, ya que Espinosa va alternando distintos momentos del pasado y del presente. Sin embargo, estaremos en un continuo suspense por la forma en la que el autor relata la novela, abusando demasiado de los puntos suspensivos o narrando, en ocasiones, un planteamiento abrupto de las ideas. Además, quien haya visto Pulseras rojas tendrá mucho terreno ganado, debido a que muchas de las reflexiones, anécdotas e, incluso, hechos relevantes para el protagonista, ya se han ido descubriendo en los capítulos de la serie, aunque no siempre de manera literal. Quizás sea un hecho negativo que ensombrece a esta novela de un buen narrador como Espinosa, ya que los seguidores de un autor siempre esperan sorpresas, originalidad e ideas nuevas que no se hayan visto ya anteriormente en él. Por otra parte, los títulos de cada uno de los capítulos, un total de diecinueve, son bastante curiosos y llaman la atención porque podrían dar nombre a cualquier otra obra de Espinosa. Puños cerrados llenos de sonrisas abiertas, El fascinante chico que sacaba la lengua cuando hacía trabajos manuales y Vidas que te retornan son sólo algunos ejemplos.
Conoceremos a Ekaitz de joven, un adolescente retraído, junto a sus tres hermanos. Veremos su lado más emotivo junto a su madre enferma, pero el más arisco con su padre. También seremos testigos de su trágica pero, a su vez, maravillosa historia con su mujer y sus hijas gemelas y, poco a poco, se irá tejiendo un relato conmovedor y reflexivo que nos irá descubriendo las leyendas ocultas que hay dentro de la familia del protagonista. Conocemos el motivo por el cual cada miembro de la familia se separa con el paso del tiempo y cómo sería posible que algunos de ellos pudieran volver a reconciliarse.
Y si los que mueren... han descubierto una verdad... Una verdad sobre el amor, sobre la amistad, sobre ellos... Y nosotros somos ignorantes... Quizás es ese el sentido de esta vida, todos somos ignorantes que ignoramos cosas diferentes hasta que desaparecemos... El conocer la verdad nos permite marchar...
¿No podría ser así?
El carácter de los personajes está bastante trabajado y logra empatizar bastante con el lector, siendo ellos los que le aportan todo el valor al libro. Incluso encontraremos menciones por parte del personaje de la esposa de Ekaitz sobre la conocida epístola de Oscar Wilde, De profundis, que gracias a las descripciones y situaciones vividas con un ejemplar de la misma, nos hará tomarle cariño y admiración, incitando al lector a leer dicha obra en el caso de no haberlo hecho. Brújulas que buscan sonrisas perdidas está, como ya hemos destacado, lleno de reflexiones personales, de búsqueda de la propia felicidad y de la importancia de saber perdonar a tiempo. Porque nunca es tarde si la intención es positiva.
Una muestra es el padre de Ekaitz, quizás el personaje más turbador de la novela. Él fue un famoso cineasta, que a lo largo de toda su vida se había dedicado completamente al mundo del cine, dejando en un segundo plano a su familia la mayoría del tiempo. Es un hombre con mucho carácter, contribuyendo básicamente a la terrible separación de los hermanos, aunque, curiosamente, gracias a su enfermedad podría reunirlos de nuevo al final de la película de su vida.
El amor verdadero, la familia, la venganza, las segundas oportunidades, la sinceridad... Una emocionante historia protagonizada por unos personajes activos que nos harán reflexionar y descubrir lo que es realmente importante en la vida. Sin duda, Albert Espinosa ha conseguido crear una novela atractiva, de preocupaciones que todos hemos tenido a lo largo de nuestra vida y que incita a seguir leyendo hasta el final de sus páginas. Una trama muy bien conectada, en el que todo detalle está bien hilado y concluye conforme a lo que se espera. Un círculo que, una vez cerrado, ayuda al protagonista a liberarse de esas cadenas que le hacían preso y que él mismo se había colocado en vida. Porque nunca sabemos quién puede aportarnos esa brújula que nos haga recuperar la sonrisa.
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