La novela que tenemos en nuestras manos es la segunda obra de Pablo Solares Acebal, tras 6 de noviembre, donde acompañaremos a las hermanas Rosas durante un periodo de treinta años, desde 1982 hasta 2012. Dividido en cuatro partes, descubriremos los secretos de una familia ligada a un diablo extraído del Paraíso perdido de John Milton, que se cobrará los pecados de cada hermana para cumplir su venganza. Al menos, estas son las promesas que nos da la sinopsis de la obra situada entre Villaviciosa, Gijón y Oviedo.
Pablo Solares Acebal (fotografía de su página web) |
La mano del autor cuasi-novel es aún notable en las deficiencias narrativas de esta novela, que combina unas descripciones muy notables con una falta de coherencia y cohesión. No se trata solo de formas de mantener intriga, cosa que por otra parte, logra con su argumento, sino del hilo narrativo, al que le falta engarce. No obstante, como sucede también con otras primeras obras, los errores de escritura van desapareciendo según avanza la historia, hubiera sido necesario quizás una revisión profunda de los primeros capítulos, donde el lector puede sentirse confuso.
Sin duda, lo que mejor juega a favor de la obra es su argumento, la historia que se nos presenta es muy prometedora, pero da la sensación de que se desaprovecha por preferir explicar que narrar con una voz no demasiado definida. En efecto, si hay descripciones formalmente muy buenas, con fragmentos en la historia sorprendentes e, incluso, perturbadores, hay otros momentos narrados con un estilo coloquial que, pudiendo resultar incluso ameno, viene a perturbar, valga la redundancia, la lectura. Esta cuestión, unida a los saltos de tiempo y espacio que se suceden en ocasiones sin saber cuándo se habla del pasado y cuándo del presente proyectan la sensación de no saber qué ha sucedido realmente.
Portada del libro (Editorial Seleer) |
La combinación de una historia familiar con ese realismo mágico es típico, ya lo hemos podido encontrar en obras tan conocidas como Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, La casa de los espíritus, de Isabel Allende, o la gran obra del boom hispanoaméricano, Cien años de soledad, de García Márquez.
No es novedoso, pero sí más lúgubre que las obras mencionadas, por su relación con el diablo, la venganza y el juicio moral que Solares desprende hacia algunos comportamientos, especialmente el médico Saúl, donde lo veremos de una forma más clara. Otros fragmentos bastante logrados son las conversaciones entre el diablo y su hijo, sin duda la combinación más especial y con diversas metáforas muy buenas. También la voz de Emilio es de las más conseguidos junto a la historia de Benilde en la tercera parte de la novela.
No es novedoso, pero sí más lúgubre que las obras mencionadas, por su relación con el diablo, la venganza y el juicio moral que Solares desprende hacia algunos comportamientos, especialmente el médico Saúl, donde lo veremos de una forma más clara. Otros fragmentos bastante logrados son las conversaciones entre el diablo y su hijo, sin duda la combinación más especial y con diversas metáforas muy buenas. También la voz de Emilio es de las más conseguidos junto a la historia de Benilde en la tercera parte de la novela.
Otras escenas sufren de ser demasiado aceleradas, con personajes apenas esbozados que debieran promover alguna sensación en el lector, pero que difícilmente se podrá empatizar con ellos. Posiblemente, esta sea una de las deficiencias de la obra, salvando seguramente a Emilio y Benilde, el resto de personajes están faltos de una cierta empatía y profundización, pues aunque en ocasiones se logra, el narrador los sitúa comportándose de una forma incoherente. Queda en duda también cuál es el efecto real de los hechos sobrenaturales, aunque es lo menos preocupante, pues consigue crear una imagen mágica, tenebrosa en ciertos aspectos, y sorprender al lector.
Árbol de mimosas |
Por otra parte, Pablo consigue transmitir a la casa, a Rosalinda, un aspecto nostálgico que nunca la abandona, ya desde su primera aparición siempre nos recordará a la infancia de las protagonistas, aunque a su vez sea similar a un caserón tenebroso, una finca que guarda los secretos más turbios de la familia Rosas junto a sus cadáveres. En ocasión, dará la sensación de ser una naturaleza salvaje, como la selva hispanoaméricana, pero ubicado en esos bosques asturianos o gallegos que cuentan con el mismo ambiente en el que se ubica Los Pazos de Ulloa, de Pardo Bazán. Para contrarrestar el aspecto siniestro de la casa, encontramos un árbol de mimosas en su jardín, flores que, junto a la tarta de arándanos, se harán un símbolo de la obra, representantes cada una de distintas emociones.
En definitiva, Pablo Solares nos muestra en su Explosión en el corazón del diablo un argumento interesante que está bien ambientado y descrito, pero que sufre deficiencias narrativas y estructurales. Requiere de una mejor escritura, especialmente en la coherencia, así como plantear mejor a sus personajes, de los que se ofrecen datos dispersos y confusos. Pese a ello, nos deja algunas escenas de notable calidad que nos permite aventurar una futura mejoría en alguna nueva pieza.
Disponible en Amazon.
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Escrito por Luis J. del Castillo
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