Fernando sabía atraer. Muchos fenómenos aguardaban con impaciencia que alguien tomara la antorcha y les permitiera decir “¡Estamos aquí!”. Cuando eso ocurrió, Fernando Jiménez del Oso se convirtió en sinónimo de todo lo misterioso. Pero de un misterio tratado con rigor y objetividad, junto a unas evidentes aptitudes naturales (característica voz, look setentero con luengas barbas, templanza de imagen).
Madrileño de nacimiento, licenciado en medicina y cirugía, y médico psiquiatra -profesión que nunca abandonó- con honores en la clínica del doctor Juan José López Ibor, nos trasladó al mundo de lo paranormal por simple afición, tras las pertinentes lecturas de ciencia ficción, y por mediación de Narciso Ibáñez Serrador, a la sazón director de programación de RTVE, en el televisivo Todo es posible en domingo, en 1974. A partir de ahí ya no hubo vuelta atrás en lo referente a acercar el más allá al más acá. La tarea no era pequeña. ¿Se podría abordar lo irracional desde un punto de vista racional? ¿Serían estos temas posibles divulgados con un enfoque meditado y objetivo?
Fernando es de esas personas afortunadas que no se van porque siempre permanece su trabajo. Y merece la pena acercarse a este. Programas de televisión como el ya mítico Más allá (1976-1984, en sus últimas etapas conocido como La puerta del misterio), que incluyó en su última etapa la mini-serie Ellos (1984), pormenorizada exégesis del fenómeno de los no identificados, La otra realidad (1999-2002), series temáticas como La España mágica (1985), El imperio del sol (1987), En busca del misterio (1989) o Viaje a lo desconocido (2003), su último trabajo, testamento y recapitulación de aquellos temas que le eran más queridos. Una colección de ensayos (Biblioteca básica de los temas ocultos) y una enciclopedia de lo paranormal. Varios libros (El imperio del sol, El dios jaguar, Brujas, En busca del misterio, El síndrome ovni) y hasta una novela (Viracocha).
Un acercamiento sin prejuicios (que no es sinónimo de sin rigor) a esta obra basta para desmontar las típicas tonterías vertidas sobre falta de rigor o racionalidad (!) en alguna despistada más que informativa página de la red, cuyo rigor y objetividad, ahora sí, ha sido demasiadas veces puesto en entredicho.
Un acercamiento sin prejuicios (que no es sinónimo de sin rigor) a esta obra basta para desmontar las típicas tonterías vertidas sobre falta de rigor o racionalidad (!) en alguna despistada más que informativa página de la red, cuyo rigor y objetividad, ahora sí, ha sido demasiadas veces puesto en entredicho.
Junto a esta magnum opus, y aparte de su labor en revistas, señalamos algo en lo que no se suele reparar a menudo, la infinidad de intervenciones en programas radiofónicos, donde hallamos -si cabe- al Fernando más personal. Son infinidad de grabaciones las que conservamos, testimonios únicos narrados a viva voz que parecen formar parte de otra época, de aquella otra radio en la que Fernando intimaba con el oyente a través de ese punch, ese toque tan absolutamente personal e intransferible que lo distinguía de los demás (y del que carecen tantos “radiadores” del misterio como hay), adornado por una sugerente voz y su inconfundible imagen, siempre una invitación a la reflexión, sin excluir, por qué no, un oportuno resquicio para la imaginación.
Fernando no se consideraba un escritor, con todo lo que de grave conlleva el término, sino un divulgador. Realmente era un hombre modesto, más amigo de la tertulia que de los debates en televisión, que disfrutaba sobremanera dibujando caricaturas de sí mismo sobre una servilleta de papel o mostrando aquella foto de estudiante donde aún conservaba todo el pelo en la cabeza. Ahora es momento de divulgar a los divulgadores, a los pioneros. Infatigable trabajador en una época en que la televisión era instrumento de cultura además de entretenimiento, sin apenas avances tecnológicos, pero ofreciendo un contenido relevante y atractivo, bien trabajado y magníficamente expuesto. Un señor fascinante tras una mesa en un parco decorado.
Atrayente y sugestivo. Forma y fondo como un todo. Fernando dignificó el artículo de tema esotérico y cultivó el ensayo como una primorosa labor de ganchillo lingüístico. Algo cada vez menos frecuente, pero que incluso como filólogo me interesa bastante. Fernando era un gran estilista de la palabra. De la palabra bien escogida, repleta de significado, sin la cual el monumento lingüístico podía quedar cojo. En cierta ocasión pregunté a Fernando si creía que era verdad todo aquel tinglado de la ocultación de pruebas por parte de los militares. Contestó, como solía hacer, estimulando mi mente aún más, porque confirmó que en este mundo extraño, incluso a los militares se les denegaba información, a pesar de que como cualquier hijo de vecino ellos también deseaban saber, y puso como ejemplo algo que le sucedió a él mismo un día en que decidió descolgar el teléfono de su casa…
En cualquier caso, era perfectamente consciente de la banalización progresiva e irreversible de que eran objeto estos asuntos en los mal llamados medios de comunicación.
Las civilizaciones desaparecidas están aún más desoladas desde que Fernando se marchó, parecen como más despojadas, más solitarias y más olvidadas. Los misterios que nos arrojaban a la cara casi orgullosamente, y otros fenómenos inexplicables, nos recordaron que solo somos unos inquilinos más, de nuestro planeta y del jocoso universo. Y jocoso tiene que ser, porque como me decía Fernando, hace falta sentido del humor para entender y soportar todo esto.
Escrito por Javier C. Aguilera
Hola buenos días; primero agradecer que me hayais contestando tan rápido. Recuerdo vagamente -en mi memoria-unas imágenes de Jiménez del Oso en el monte gallego (no sé si la serie era coproducida por la
ResponderEliminartv gallega en sus comienzos -1985- y tampoco sé el título aunque me suena "Galicia Máxica" pero como digo no estoy seguro,igual era "España Mágica" y habia un capítulo sobre Galicia). El tema era que lo necesitaba para ver que teoría tenía él sobre los celtas (ya que se están revisando algunas cosas y van encaminadas a desmontar algunos mitos y tratar el tema también del oro (si tenían técnicas
"mineras" -antes de los romanos- o no.Me imagino que en la
intervención a que te refieres no tocará el tema pero aún así te quedo muy agradecido por la respuesta Luís,Javier y colaboradores del blog.
Muchas gracias por tu comentario, RTV. En lo que podemos, tratamos de ayudar a los interesados en los temas que tratamos en este blog. En cuanto a tu agradecimiento, sobre todo a Javier, que fue quien más te pudo ayudar, yo solo serví de conexión entre ambos.
EliminarUn saludo y espero que tengas suerte en tu búsqueda,
Luis J. del Castillo.
http://www.crtvg.es/cultural/especiais/galicia-maxica
ResponderEliminar