La novela nos plantea el final de las aventuras de Lyra y Will en sus viajes a través de diversos mundos gracias tanto a la habilidad de Lyra para leer el aletiómetro como a la daga sutil que tan solo Will sabe emplear. Sin embargo, al empezar El catalejo lacado, se encuentran separados por los acontecimientos finales de La daga (1997). Will partirá entonces en busca de su amiga para rescatarla de la señora Coulter, quien la mantiene dormida en una cueva de su propio mundo. A la vez, dos grandes fuerzas opuestas se preparan para la batalla definitiva, siendo conscientes que en ella será primordial conseguir el apoyo de Lyra o destruirla.
Una cuestión primordial es que Philip Pullman abarca varios frentes durante esta obra a fin de lograr cerrar la trilogía, pero no todos tienen consistencia suficiente o son abordados de la manera necesaria. Incluso en ocasiones encontramos resoluciones abruptas, repentinas o incomprensibles, casi incluso casos de deux ex machina para culminar según las necesidades del autor, más que por la lógica de lo narrado o, al menos, de lo profundizado. Uno de los ejemplos más claros es el inicio de esta historia, dado que a pesar de ser una continuación sin salto temporal, nos sitúa a la señora Coulter manteniendo cautiva a Lyra en un lugar bastante alejado de los acontecimientos anteriores, con un cambio de actitud bastante importante y sin aclaración alguna. Es más, cuando Will va en su rescate con ayuda de dos ángeles, Barthus y Balthamos, tardará bastante en llegar a ella, por lo que no resulta verosímil que Coulter lo hiciera tan rápido ni que Pullman proporcione la sensación de que lleva ahí bastante tiempo.
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Dibujo de los mulefa y la doctora Malone, obra de K. Thierolf |
Atendiendo a su estructura argumental principal, podemos discernir tres partes a las que se junta tramas independientes que se desarrollan a lo largo de todo el libro. El primero, ya mencionado, es el rescate de Lyra, protagonizado por Will, y que a pesar de sus inconsistencias, está bien desarrollado. La relación de Will con Balthamos funciona, su posterior encuentro con Iorek, aunque forzado de forma evidente por el autor, tiene cierto interés y sirve para establecer uniones con todos los elementos anteriores de la trilogía, y el enfrentamiento, más bien dialéctico, entre la señora Coulter y Will muestra las dotes de ambos personajes. Sin embargo, son evidentes sus puntos flacos: la presencia de una niña a la que se le había dedicado gran parte de los capítulos anteriores que después es despachada de forma abrupta, el encuentro del protagonista con un sacerdote sin mayor relevancia, la batalla que surge a su alrededor o la repentina debilidad de la daga hacia los pensamientos de su portador, cuestión primordial en toda esta entrega, pero que en la anterior no había surgido en ninguna ocasión.
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Land of the Dead, obra de Hannah Hillam |
En cierta medida, Pullman establece un resultado conveniente a sus deseos, pero al que le falta verosimilitud. Sucede igual con la bomba que crea la Iglesia en el mundo de Lyra, basado en un poder extraordinario... como extraordinaria es la forma en que de ese poder se libra la protagonista. Es decir, si no tienes en cuenta la forma en que está construida la verosimilitud de este universo, seguramente aceptes y disfrutes de sus sucesos, dado que guardan cierta lógica que los sostiene e incluso tienen efecto en el futuro de los personajes, pero les falta un fondo en qué sostenerse, un fondo que se podría haber establecido sin dificultad, dado que el autor pone los medios a su alcance.
Tanto que, incluso en algunas ocasiones, se excede el narrador en añadir aclaraciones desde una perspectiva futura, adelantándonos información de lo que va a suceder, por ejemplo, al señalarnos cuestiones como que un personaje nunca olvidaría ese detalle cuando fuera anciano, que a otro apenas le quedaban días de vida o que era la segunda y última vez que haría algo.
Por otra parte, todo esto se debe a que el autor explica más que hace. Por ejemplo, Lyra explicará y justificará el viaje al Mundo de los Muertos por ver y salvar a Roger, de cuya muerte se arrepiente, a pesar de que este arrepentimiento no se había hecho patente durante los acontecimientos de La daga, sino que surgen de forma repentina en esta entrega. Sucede igual que con la daga, cuyo mal funcionamiento se debe a algo que Will ya había hecho anteriormente, aunque sin provocar ese efecto, lo cual plantea el hecho de que no hubo una planificación adecuada. Ahora bien, a pesar de estos defectos que surgen al analizar el proceso narrativo de La materia oscura, y que ya estaban presentes y mencionados en las obras anteriores, debemos reconocer los aspectos positivos. El autor sabe crear tensión e intriga, tiene creatividad y recursos para plantear y narrar en torno a varios personajes de distinto tipo y clase, maneja de forma adecuada el interior de los personajes, es decir, sus sentimientos e inquietudes, y la trilogía en sí contiene ideas bastante interesantes que no se relacionan solo con su propio contenido, sino también con un mensaje en torno a la forma de afrontar la vida, la muerte, la fe y la curiosidad. Incluso aborda el paso de la niñez al mundo adulto y otras cuestiones importantes, aunque con menor presencia, como la depresión, la igualdad o la libertad.
La última trama, en que se resuelve toda la trilogía, abarca dos etapas: una es la guerra contra Metatrón encabezada por Asriel mientras Lyra y Will tratan de recuperarse tras su viaje por el Mundo de los Muertos, la segunda es la conclusión tras estos acontecimientos y la tentación a la que debe ser sometida Lyra para cambiar, o no, los mundos. En primer lugar, la guerra resulta confusa, el arma principal de Asriel, llamada intencional, es ridiculizada por el uso que se le da durante todo este libro, la resolución nos muestra que Xaphania tenía unos conocimientos que la invalidan como cómplice de Asriel en tanto que debería haber actuado de otra forma anteriormente, y, además, no se le presta gran atención al desarrollo bélico de la contienda.
Lo cierto es que da siempre la sensación de que lo que está sucediendo no importa. Las muertes de ciertos personajes, aunque puedan a llegar a ser sentidas por los protagonistas o por el lector, no parecen llegar a tener ningún impacto relevante en los personajes, ni incluso son mencionados cuando se hace recuento de lo sucedido. Metatrón es abordado y convencido de forma burda, aunque el combate final con el Regente está muy bien narrado y resulta cruento y peliagudo. La denominada Autoridad no tiene más valor que el presencial. Y el resultado de la contienda parece no importar a nadie una vez que la narración corta cuando tanto Lyra como Will consiguen lo que quieren. Por no mencionar el hecho de que hay varias apariciones e intervenciones que tan solo responden al deseo del autor, es decir, deus ex machina bien definidos. Baste mencionar que Iorek, que estaba de regreso a su hogar, reaparece en un mundo distinto al suyo sin mayor explicación. O que los espíritus pueden resistirse a desvanecerse, cuando parecía anteriormente que no era algo que estuviera dentro de su voluntad. Incluso la presencia y naturaleza del abismo queda sin mayor respuesta, a pesar de que Xaphania sepa tanto sobre este lugar.
El final suponía el enfrentamiento de Lyra a una decisión que cambiaría el destino de los mundos a partir de una tentación, pero da la sensación de que nunca existe tal tentación, sino que más bien la protagonista responde a sus sentimientos sin afrontar ninguna diatriba. A su vez, cabría plantearse las razones por las que la acción de Lyra cambia el destino de los mundos. Es más, cuando realmente debe tomar una decisión importante junto a Will, no tardan en tener una respuesta y no se produce ningún cambio tan relevante como el causado antes, capaz de alterar el flujo de la materia oscura. En fin, a la obra le falta, curiosamente, un sustento mayor: ¿qué consecuencias tiene todo lo que ha sucedido?, ¿por qué pierde Lyra su habilidad especial sin más?, ¿cómo conocen los demás personajes lo sucedido con Asriel y Coulter, o por qué esta información queda oculta?, ¿por qué Pullman recurre a personajes de forma repentina para dar explicación a todo lo sucedido cuando desconocíamos o qué había pasado con estos personajes o por qué no habían actuado antes?
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Obra de Leighton Johns |
En conclusión, El catalejo lacado nos proporciona una aventura con tintes oscuros y final agridulce, que explora temáticas bastante profundas y plantea cuestiones relevantes, pero tiene evidentes fallos de consistencia y profundiza tan solo en sus protagonistas dejando en gran medida de lado a los personajes secundarios, a pesar de su relevancia, lo que provoca ciertos vacíos e incoherencias. Se nota también la forma en que ha madurado la historia y sus personajes desde Luces del norte (1995) hasta El catalejo lacado. Sin duda, La trilogía oscura arrastra ciertos defectos narrativos que se acentúan a la hora de finalizar la historia, pero logra que sus principales virtudes queden presentes en la lectura, planteando sobre todo una liberación y un mensaje vitalista evidente, aunque no por ello menos necesario.
Escrito por Luis J. del Castillo
¡Qué gran reseña! Muchas cosas no las recordaba, y en otras no sabía cómo explicar lo que no me convencía, y has sabido hacerlo a la perfección.
ResponderEliminarYo me quedé con un gusto agridulce también con esta trilogía, con buenos momentos y aciertos, y sin duda sí la recomiendo. Pero también con la sensación de que pudo ser mejor, y de que el ritmo, las tramas y sus resoluciones no siempre me cuadraban.
Un saludo.
Gracias por tu comentario, Letraherido :)
EliminarCoincido contigo en que recomendaría la trilogía, el primer libro se presta bastante a un público más joven mientras que considero que el segundo destaca gracias a que es más conciso y a la inclusión de Will. No obstante, como comentas, para un lector más experimentado, puede dejar ese regusto agridulce por algunas cuestiones mal planteadas o, sobre todo, mal resueltas. Falla justamente en los tres aspectos que comentas y que he querido destacar en esta reseña.
De nuevo, gracias por pasarte ;)
¡Un saludo!