Yo quisiera ser civilizado como los animales.
(El progreso)
(El progreso)
Pensando acerca de qué autor reseñar en flechas tan señaladas –¡por no circunscribir la cosa a un solo día!-, y en todos aquellos que tengan la suerte –o el infortunio, según se mire- de estar enamorados, me asaltaron en tromba las bonitas letras del cantante brasileño Roberto Carlos (1941).
Stendhal –para no repetir la cita del espejo por enésima vez-, definió el amor como la flor más bella, que hay que tener el coraje de recoger al borde de un precipicio. Y es que junto al gozoso asunto del amor, está la tragedia del desamor. Ambos aspectos forman las caras de una colosal moneda, y si hay autores que han reflejado estos sentimientos tanto en un sentido como en otro, Roberto Carlos ha estado ahí para cantarlo y hacérnoslo sentir.
Sus letras sinceras y su voz cálida han sido, desde hace décadas, más que flechas, dardos universales. La suya es la voz del romanticismo más noble y cercano.
El cantante siempre tuvo bastante predicamento en España, porque muchas de sus canciones fueron interpretadas en español. Tras el LP Roberto Carlos canta sus grandes éxitos (CBS, 1979), vinieron otros, y hoy no es difícil encontrar un buen recopilatorio. Entre los temas más populares contenidos en dichos recopilatorios se encuentran la inolvidable –y pleonásmica- El gato que está triste y azul (1979; las fechas corresponden a las versiones en español), El progreso (dicharachera en la forma, summa cum laude en el fondo, 1979), Lady Laura (1978), Amante a la antigua (1981), El amor y la moda (1983), De corazón a corazón (1986), Camionero (mucho mejor la versión original, más larga, 1984), la bellísima La distancia (1979), o Por ella (1992), definitivo himno cañí a la pareja.
Podríamos haber seleccionado cualquiera de ellas -y animo a hacerlo a quienes no las conozcan-, pero me van a permitir ser subversivo y optar también por otros tipos de amor además del “convencional”; me refiero al “perdido” de Todas las mañanas (1989) y la devastadora Viviendo por vivir (1978), también conocida por Añoranzas y una de las canciones más impresionantes que se hayan escrito; y al paterno-filial de Mi querido, mi viejo, mi amigo (1980), donde podemos contemplar al maestro en directo (fue en el programa Aplauso de José Luis Uribarri).
Tres joyas de la historia de la canción popular, que espero que ustedes sientan bien.
Tres joyas de la historia de la canción popular, que espero que ustedes sientan bien.
Escrito por Javier C. Aguilera
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