El sector de la audiencia infantil y juvenil es uno de los más maltratados por toda una serie de productos que suelen tratarla de forma condescendiente. Pero es uno de los públicos más deseados por las empresas, en tanto que se pueden consolidar como futuros clientes y por la influencia que proyectan en sus familias. Ahí tenemos el fenómeno de Harry Potter, aún vigente, que ha consolidado toda una legión de seguidores y fanáticos. Tanto es así que se convirtió en el objetivo para las empresas cinematográficas, a fin de lograr el mismo éxito. Sin embargo, no se ha logrado, sino que se dio a luz a toda una serie de proyectos infructuosos, con sagas incompletas o a medio gas, como ocurriría con Las crónicas de Narnia, Percy Jackson o Divergente. Y eso teniendo en cuenta que toda la franquicia cinematográfica del joven mago es irregular, como ya fuimos comentando cuando reseñamos cada una de las adaptaciones.
El último título en unirse a este cúmulo de decepcionantes intentonas es Artemis Fowl (2020), dirigida por Kenneth Branagh, un director irregular en sus resultados y con proyectos desiguales, capaz de perpetrar interesantes propuestas como las adaptaciones de clásicos de Shakespeare o Agatha Christie o adentrarse en producciones de Disney, ya fuera dentro de Marvel, con Thor (2011), o del live-action de La Cenicienta (2015). En esta ocasión, su mano se difumina hasta desaparecer en una película tan impersonal como incoherente.
Artemis Fowl es una adaptación de la novela homónima de 2001 escrita por Eoin Colfer. La propuesta de esta historia es un mundo en el que existen los seres de los cuentos de hadas, que habitan en el interior de nuestro planeta y tratan de ocultarse del ser humano. Sin embargo, la familia Fowl sabe de su existencia y el joven Artemis (Ferdia Shaw), de una gran inteligencia, tendrá que asumir la existencia de estos seres a la vez que trata de rescatar a su padre (Colin Farrell) de las manos de la misteriosa Opal Koboi.
Todo este relato es narrado en off por uno de los personajes secundarios una vez transcurridos los hechos principales. Sin embargo, este narrador es excesivo e interrumpe la acción con supuestas bromas, siendo además un personaje irrelevante y que debería desconocer los sucesos que narra por la propia lógica de lo relatado. Es decir, el relato marco no tiene sentido alguno en el formato en que se emplea y podríamos decir que ni siquiera es necesario. Se podría omitir sin perjuicio alguno para la película. Incluso diría que mejoraría.
No obstante, la misma tónica que se aplica con este narrador se puede trasladar a los personajes. Todos son bastante planos, algunos de ellos no tienen apenas presencia o líneas de diálogo a pesar de que se intenta subrayar su importancia. El caso más palmario es el de Domovoi (Nonso Anozie) y su sobrina Juliet (Tamara Smart), especialmente esta última, que apenas tiene relevancia alguna en la trama a pesar de que el narrador señala que es importante para ayudar al protagonista. En gran medida, la película adolece de contar mucho sin (de)mostrar nada.
Ahí tenemos al protagonista, un superdotado porque así lo especifica la historia, pero que no acaba realizando ninguna acción portentosa o que sirva para mostrar su valía. Tanto es así que acaba siendo un personaje poco atractivo y nada carismático, con el que es casi imposible establecer un vínculo. Acepta los acontecimientos que suceden con entereza y parece tener un plan para todo, pero el hecho de que todo salga bien acaba siendo fruto del azar y no de sus capacidades. No encontramos ningún tipo de evolución o desarrollo y apenas es capaz de crear un vínculo que nos resulte interesante. Su relación, por ejemplo, con Holly Short (Lara McDonnell) es la más trabajada y, sin embargo, es demasiado fugaz e inconsistente. Es cierto que con ella Artemis logra en algunas ocasiones mostrarse vulnerable y preocupado por su padre, pero son atisbos insuficientes para el grueso de esta historia.
A fin de cuentas, si pudiéramos considerar que hay otro protagonista, esa es la agente Short, que cuenta con la motivación de reestablecer el buen nombre de su padre, considerado un traidor entre las hadas. Aunque se trata de una trama menor que se solventa con una conversación esporádica, el personaje cuenta con más carisma y entusiasmo. Juega en contra de ella el hecho de que no entendemos el mundo fantástico que se nos está contando. Hay un montón de referencias a nombres desconocidos para el público, como los ejecutores o el funcionamiento de la parálisis temporal, pero todo es bastante arbitrario, como las propias decisiones de los personajes.
Por ejemplo, la comandante Root (Judi Dench) lidera el ejército de las hadas para encontrar el Áculos y, sin embargo, usa todas sus fuerzas militares para ir en busca de Short, a quien parece vigilar y cuidar como una hija, cuando momentos antes no podía mandar a nadie para impedir que un troll se colase en una boda humana. Este hecho es una contradicción si tenemos en cuenta que el Áculos es considerado un arma de gran poder que no debe caer en malos manos y que parece que unas instancias superiores a ella podrían reprender su comportamiento. No obstante, como desconocemos en realidad cómo se organizan las hadas o cómo funciona la magia o su tecnología, incluyendo el célebre Áculos, es razonable que nos perdamos en términos que al final están vacíos y que son un sinsentido para cuando acaba la obra. Seguramente sean referencias a términos que en los libros estaban más desarrolladas, pero que en la adaptación son ininteligibles.
Al final todo acaba siendo un amasijo de ideas sueltas y deshilachadas. Hay un intento de catarsis en el tramo final con la posible muerte de dos personajes con los que los espectadores se sentirán poco conectados y que, para colmo, no entendemos cómo han podido acabar así. A lo que debemos sumar dos recursos que se convierten en un deus ex machina de lo más oportuno para los personajes y de lo más insulso para el espectador, porque ni siquiera resultan espectaculares. Para entonces, difícilmente se ha logrado conectar con estos personajes.
En definitiva, Artemis Fowl es una película desastrosa, que hace aguas en todos sus aspectos. Intenta provocar que sus personajes sean brillantes, pero son pura purpurina: insustanciales a pesar de los efectos especiales. Su narrativa es incoherente e inconexa, aborda muchos puntos que luego no es capaz de concluir, no desarrolla su universo ni sus términos y nos aleja de unos personajes que apenas están desarrollados y con los que difícilmente podemos sentirnos relacionados. Y cinematográficamente no hace más que malgastar todos los recursos que usa, con un reparto poco aprovechado y limitado por las circunstancias, un montaje inconsistente y unas secuencias inconexas. Podríamos resumirlo fácilmente: Artemis Fowl tiene muchos efectos especiales, pero ningún alma. Lo cual es lamentable si somos capaces de percibir el potencial desperdiciado.
Escrito por Luis J. del Castillo
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