El autocine (LXXVI): La ciudad de oro del capitán Nemo, de James Hill

15 agosto, 2020

| | |

Recientemente tuvimos la ocasión de abordar el grueso de relatos escritos por William Hope Hodgson (1877-1918) sobre los misterios en el mar. Siguiendo en esta línea, y ya que nos encontramos en pleno verano, me he acordado de otra de esas películas de la infancia que resulta ideal para recuperar en familia. Sus pretensiones no son muchas, pero sus sugestivos resultados bastantes.

Nos hallamos en los años de la Guerra Civil norteamericana (1861-1865). Un navío que viaja de Nueva York a Bristol está en dificultades. Hasta el punto de que los pasajeros se ven forzados a abandonar su abrigado medio de transporte y subir a las barcas de salvamento. Lo que no impide que sucumban a la tempestad y estén a un tris de morir ahogados.

Estos personajes son la viuda Helena Beckett (Nanette Newman) y su joven hijo Philip (Christopher Hartstone), los hermanos filibusteros -dos estafadores de tomo y lomo- Barnaby (Bill Fraser) y Swallow Bath (Kenneth Connor), el ingeniero de minas Lomax (Allan Cuthbertson) y el senador Robert Fraser (Chuck Connors). Por suerte para ellos, van a ser rescatados in extremis por los buceadores del legendario capitán Nemo (el estupendo Robert Ryan), que ha hecho realidad lo imposible: una ciudad bajo las aguas.

Nemo cuenta con la ayuda de toda la población de Templemar, que así se ha bautizado el enclave, y más concretamente, de su lugarteniente Joab (John Turner), enamorado no tan en secreto de la profesora de natación Mara (Luciana Paluzzi). Este conjunto compone la dotación principal de La ciudad de oro del capitán Nemo (Captain Nemo and the Underwater City, MGM, 1969).


Los supervivientes del hundimiento son transportados en acuáticas volandas a bordo del submarino del respetado caudillo, el Nautilus. Pero esta es la antesala de la sorpresa, la referida ciudad submarina. Como ocurre en este tipo de situaciones extremas, cada uno demuestra la pasta de la que está hecho. Así, los distintos caracteres quedan pronto establecidos: el valeroso, el cobarde, el sumiso, el dominante acaparador, el celoso. Para Lomax la permanencia en la ciudad será un suplicio debido a que es claustrofóbico.

No en vano, el establecimiento en Templemar es forzoso, no existe la posibilidad de un regreso a la superficie. Con lo que el choque es bastante fuerte, y cada uno lo asume en función de su antedicho carácter. Además, se da una cuestión de confianza, ya que los supervivientes de este naufragio “a la inversa” (de la superficie a las profundidades del mar) se comprometen a no desvelar el paradero de la metrópoli.

El tono es eminentemente familiar, pero no exento de aristas. O de Mobula, una monstruosa raya gigante, producto de una mutación. El elemento agua prima en toda su densidad, como pone de manifiesto la visita a la granja submarina (que encuentra su parangón en la de 20.000 leguas de viaje submarino [20.000 Leagues Under the Sea, Richard Fleischer, 1954]), y en definitiva, la establecida vida en Templemar, con su avanzado sistema de comunicaciones y dispositivos de alarma. Todo un logro de la ingeniería que incorpora paneles eléctricos, botones, elevadores y conmutadores, y el bello aditamento de un globo no terráqueo, sino acuático, que señala la orografía del fondo de los mares, y que se sitúa en la confortable sala de control. Maquinaria industrial (incluida la del almacén de “chatarra” de oro) al servicio de una convivencia apacible, en la que también cuentan los libros y la música, merced a una banda de animosos profesionales y otro tipo de sugerentes instrumentos “de viento”, como el que ejecuta Mara. Sin olvidar el portento de la máquina de hacer oro, y el misterio de una zona prohibida…


La ciudad sostenible por definición, con su artilugio expendedor de cerveza de algas, gracias al empeño de Nemo y sus colegas bienhechores. Hasta existen meretrices en esta trama vagamente inspirada en Veinte mil leguas de viaje submarino (Vingt mille lieues sous les mers, 1870) de Julio Verne (1828-1905), escrita por Rip Baker (1928-2020), Jane Baker (-2014) y R. Wright Campbell (1927-2000), responsable de las apreciables El hombre de las mil caras (Man of a Thousand Faces, Joseph Pevney, 1957) y Secreta invasión (The Secret Invasion, Roger Corman, 1964), además de co-autor del guión de la magistral La máscara de la muerte roja (The Masque of the Red Death, Roger Corman, 1964). Por su parte, la fotografía correspondió a Alan Hume (1924-2010), recordado sobre todo por sus trabajos para las películas de James Bond, aunque también cabe citar en su currículum Doctor Terror (Dc. Terror’s House of Horrors, Freddie Francis, 1964), La leyenda de la mansión del infierno (The Legend of Hell House, John Hough, 1973), El ojo de la aguja (Eye of the Needle, Richard Marquand, 1981), El retorno del jedi (Return of the Jedi, Richard Marquand, 1983) y Un pez llamado Wanda (A Fish Called Wanda, Charles Crichton, 1988).

Es curioso, pero creo que con toda nuestra tecnología aún no hemos podido averiguar el paradero de esta sociedad varada en el tiempo pero con intención de expandirse. Siguen siendo uno de los misterios que anidan bajo las aguas.


En La ciudad de oro del capitán Nemo existe otra luminaria por derecho propio. Se trata de la espléndida partitura a cargo de Walter Stott, que pasó a llamarse Angela Morley (1924-2009), en un caso análogo al de Wendy Carlos (1939). Su trabajo es un ejemplo de cómo una composición es capaz de revestir una película, y de cómo el reino de las bandas sonoras no se circunscribe a -los excelentes- John Williams (1932) o Ennio Morricone (1928-2020). Dos autores, insisto, extraordinarios, que los aficionados a la música cinematográfica conocemos desde hace décadas, pero que han sido tomados como únicos referentes del arte de la música de cine, en esta sociedad reduccionista en la que nos encontramos. En cualquier caso, una buena edición de la pieza de Morley fue editada por el sello Film Score Monthly (Vol. 12, nº. 8, 2009).

En cuanto al realizador James Hill (1919-1994), este desarrolló su carrera principalmente en la televisión, aunque es el responsable cinematográfico de otras dos buenas muestras de género, la pieza sherlockiana Estudio de terror (A Study in Terror, Columbia Pictures, 1965) y la aventura familiar Nacida libre (Born Free, Columbia Pictures, 1966).

Escrito por Javier Comino Aguilera

0 comentarios :

Publicar un comentario

¡Hola! Si te gusta el tema del que estamos hablando en esta entrada, ¡no dudes en comentar! Estamos abiertos a que compartas tu opinión con nosotros :)

Recuerda ser respetuoso y no realizar spam. Lee nuestras políticas para más información.

Lo más visto esta semana

Aviso Legal

Licencia Creative Commons

Baúl de Castillo por Baúl del Castillo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

Nuestros contenidos son, a excepción de las citas, propiedad de los autores que colaboran en este blog. De esta forma, tanto los textos como el diseño alterado de la plantilla original y las secciones originales creadas por nuestros colaboradores son también propiedad de esta entidad bajo una licencia Creative Commons BY-NC-ND, salvo que en el artículo en cuestión se mencione lo contrario. Así pues, cualquiera de nuestros textos puede ser reproducido en otros medios siempre y cuando cuente con nuestra autorización y se cite a la fuente original (este blog) así como al autor correspondiente, y que su uso no sea comercial.

Dispuesta nuestra licencia de esta forma, recordamos que cualquier vulneración de estas reglas supondrá una infracción en nuestra propiedad intelectual y nos facultará para poder realizar acciones legales.

Por otra parte, nuestras imágenes son, en su mayoría, extraídas de Google y otras plataformas de distribución de imágenes. Entendemos que algunas de ellas puedan estar sujetas a derechos de autor, por lo que rogamos que se pongan en contacto con nosotros en caso de que fuera necesario retirarla. De la misma forma, siempre que sea posible encontrar el nombre del autor original de la imagen, será mencionado como nota a pie de fotografía. En otros casos, se señalará que las fotos pertenecen a nuestro equipo y su uso queda acogido a la licencia anteriormente mencionada.

Safe Creative #1210020061717