Desde las historias más ancestrales y primigenias de nuestra humanidad, la figura del héroe ha sido la más evidente desde los inicios. Sobre ella se ha trabajado de manera continua a lo largo del tiempo evolucionando de muy distintas formas, incluyendo su destrucción. Sin embargo, también se han reciclado conceptos que ya estaban presentes en las mitologías clásicas para arropar la creación de grandes héroes ficticios en la época contemporánea; nos referimos a los superhéroes. No en vano, algunos de ellos son adaptados desde la propia mitología, como Thor, Wonder Woman, esta última en relación a las míticas amazonas, o incluso Aquaman, creación claramente influenciada por el dios Poseidón. Siguiendo por lo tanto el modelo clásico, todo protagonista heroico logra realizar hazañas únicas gracias a sus capacidades, en ocasiones procedente de la magia o de la divinidad. Y, en todo caso, todos necesitan un origen.
Y esos orígenes no siempre resultan tan distantes a los mecanismos usados antaño. Por ejemplo, la justificación podía recaer en la herencia familiar, al encontrarnos a hijos de dioses como Hércules, o bien en algún elemento mágico o bendecido por la divinidad, como la cabellera del bíblico Sansón o la sangre del dragón en que se baña Sigfrido en el Cantar de los nibelungos.
De la misma forma, aunque alterando generalmente la magia por la ciencia (con excepciones como Shazam o Doctor Extraño), en las últimas décadas hemos visto a un alienígena que absorbe energía solar conquistando los cielos bajo el nombre de Superman o cómo la picadura de una araña radiactiva nos trajo a Spiderman, además de a hombres que en lugar de recursos mágicos acuden a sus conocimientos científicos para aumentar sus límites humanos, como Iron Man o Batman, Mencionaremos también a Hulk, cuyo origen como doble irascible y terriblemente poderoso de Bruce Banner nos remite, más que a la mitología, a la célebre novela de Stevenson, El extraño caso del Doctor Jekyll y Míster Hide (1886). Y como todo héroe necesita su origen, los cómics se han encargado en numerosas ocasiones de reversionar esos inicios con mayor o menor acierto. Y precisamente una de esas obras es la que hoy comentamos: Green Lantern: Origen Secreto (2008).
El guionista de esta historia es Geoff Johns (1973-), habitual de DC que ha escrito historias para casi todos sus personajes principales, dedicando nueve años a Linterna Verde (a partir de ahora, nos referiremos a Green Latern por su traducción). En esa etapa acometió uno de los arcos argumentales más recordados del superhéroe, La noche más oscura (2009), al que precedió, entre otros, este Origen Secreto. Por su parte, Ivan Reis (1976-) es un dibujante brasileño que en 2005 comenzó su andadura en DC tras un breve paso por Marvel, que deja en la franquicia de Linterna Verde un gran trabajo visual.
Linterna Verde permanece al cuerpo de protectores intergalácticos creados por los Guardianes del Universo, de quienes depende su poder derivado de un anillo con una lámpara como fuente de energía. Sin embargo, antes de ser el superhéroe de la Tierra, Hal Jordan era tan solo un hombre, piloto de pruebas que arrastraba tras de sí conflictos familiares, inestabilidad laboral y una considerable cantidad de arrojo. Cuando Abin Sur, miembro de esos protectores intergalácticos, muera en la Tierra, su anillo de poder hallará en Hal a su nuevo propietario. Poco después, tendrá que averiguar las responsabilidades de semejante poder y discernir las causas que llevaron a Abin Sur a la muerte con la ayuda de un antiguo aprendiz del alienígena, Sinestro, quien se convertirá en su mentor.
Sin duda, lo mejor que contiene Green Lantern: Origen Secreto es la construcción de sus personajes, sobre todo de las relaciones entre ellos. Johns logra dar una gran entidad al protagonista, hablándonos de su pasado desde el hecho traumático de la muerte de su padre, a quien admiraba profundamente como bien demuestran los dibujos de Reis, hasta su presente como temerario e indeseado piloto. Al final, estamos ante un personaje en fuga de su vida personal, incapaz de afrontar un pasado que, sin embargo, le empuja hacia su futuro. La responsabilidad de ser Linterna Verde supondrá también reconciliarse con sus remordimientos y sus miedos para ser capaz de asumir esa difícil tarea, sin perder por ello su actitud en ocasiones irresponsable, algo ideal para mostrar sus primeros errores como superhéroe, incluyendo sus dudas sobre el sistema de los Linterna Verde y osando enfrentrarse cara a cara a los Guardianes del Universo. Por suerte, se nos ahorra mostrarnos sus entrenamientos completos, con una elipsis que demuestra claramente que la intención del cómic es construir la personalidad del personaje que mostrarnos al superhéroe.
Precisamente, en la trama aparecen varios personajes que son desarrollados tanto en la trama de la Tierra como en la relativa al Universo. De los primeros, destaca el gran peso que tiene desde el inicio el personaje de Carol Ferris, cuya relación con el protagonista variará a lo largo de la historia hasta que lleguemos a comprender las razones de esta fuerte mujer. También el pasado familiar perseguirá a Jordan de forma continua, no solo en forma de aviones que pilotar, sino también de su hermano menor. A su vez, Tom Kalmaku se convertirá en el usual amigo y confidente de Hal, sirviendo de apoyo y desahogo para su identidad secreta, mientras que veremos aparecer a un villano, Hector Hammond, y vislumbraremos nuevos peligros para próximas aventuras de Linterna Verde.
Por su parte, el Universo nos mostrará a varios compañeros intergalácticos del superhéroe, como Kilowog o Tomar-Re, que le entrenarán, pero sobre todo destacará Sinestro, cuya relación con el protagonista evolucionará de forma similar a la relación entre Carol y Hal, y la sombra de Abin Sur, cuyas acciones previas a su muerte tendrán influencia en toda la aventura. Gracias a la relación entre Abin Sur, Hal Jordan y Sinestro, Johns establece cierta reflexión en torno a la importancia del antecesor, del mentor y del aprendiz.
Para ello, mostrará la antítesis que son Sinestro, responsable aunque vanidoso, y el discípulo díscolo y testarudo que demuestra ser Jordan, además de mencionar cierta obsesión por la mitología cósmica, que remite a una futura amenaza conocida como la Noche más Oscura. Por último, cabe mencionar a los misteriosos Guardianes del Universo, que mostrarán con cierta evidencia que están guardando secretos, secretos que podrían derivar en un conflicto mayor de lo imaginado.
No obstante, si los puntos fuertes se encuentran en la construcción de los personajes, consiguiendo cierta profundidad para los más relevantes, su punto flaco lo hallamos en la acción. Aunque la historia cuenta con hasta dos villanos, siendo el más relevante el terrorista estelar Atrocitus, se sienten poco interesantes, además de no conseguir un combate emocionante. En este sentido, a diferencia de otros cómics que hemos analizado, como JLA: Año uno (2006), aquí encontramos una carencia en la espectacularidad en favor de la construcción argumental, lo que viene a demostrar que encontrar el equilibrio entre ambas cuestiones no es tarea fácil.
Con todo, se trata de un digno cómic e introducción al personaje que se puede disfrutar incluso aunque se pierdan ciertas referencias a otros arcos argumentales de Lintenra Verde. Cuenta con un buen dibujo, pero sobre todo de una trama bien llevada donde destacan las relaciones entre sus personajes, faltando quizás un momento de cierta apoteosis final. Algunos aficionados consideran que trastoca en demasía la continuidad del personaje, aunque el cómic de forma independiente otorga un calado realista y humano al personaje, además de ser una obra entretenida.
Escrito por Luis J. del Castillo
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