La lectura, según las concepciones cognitivas, es un proceso de pensamiento, de solución de problemas en el que están involucrados conocimientos previos, hipótesis, anticipaciones y estrategias para interpretar ideas implícitas y explícitas. Además, supone un diálogo entre las ideas escritas por un autor y los conceptos u opiniones entendidas por un lector. Así, no es extraño que muchos psicólogos vinculen lectura y cognición. Algunas personas adultas suelen referirse a este proceso como algo doloroso y lento; sin embargo, los niños difieren mucho de esta concepción. Los niños perciben el proceso de una manera natural, como descubrir colores o identificar objetos cotidianos. No obstante, el sentido de obligatoriedad impuesto en la mayoría de ocasiones por parte de los adultos puede explicar la huida de la lectura, pareciendo, incluso, un castigo. Se trata de los lectores renegados, aquellos niños, jóvenes o adultos que no se interesan por la lectura o la escritura, salvo lo estrictamente necesario.
Dentro de la realidad escolar, la lectura es una materia instrumental y, por tanto, obligatoria, pero a la vez es una actividad hacia la que debemos crear una afición. Aunque suene aparentemente contradictorio, la lectura impuesta provocará en el niño la impresión de que tras ella siempre habrá alguna tarea obligatoria para clase, por lo que no podrá disfrutarla plenamente. Y es que en clase se acabará evaluando si la obra ha sido leída frente a si ha sido comprendida, atractiva o motivadora para el alumno. Cuando la lectura pierde el sentido lúdico que debe caracterizarla, la convertimos en una obligación por parte del profesor o de los padres, algo que en los niños hace que, inevitablemente, acaben rechazándola.
Un estudio de la Fundación Bertelsman en el año 2003 indicaba que el 55% de los escolares entre 6 y 12 años les gusta leer, mientras que en edades entre 12 y 16 años esa cifra bajaba al 8%. En ello pueden influir varios motivos: culturales (con los años los hábitos de ocio han cambiado de forma favorable hacia la tecnología), cognitivos (las dificultades de comprensión o el esfuerzo excesivo que puede suponer la lectura) o educacionales (la falta de diferenciación entre lectura obligatoria y lectura voluntaria). En otra investigación, de Rodríguez Almodóvar, propone dos tipos de libros para incentivar a leer: libros para una encrucijada, cuyo tema es el paso problemático de la adolescencia a la edad adulta (por ejemplo, libros como Demian, de Hermann Hesse, Carta al padre, de Frank Kafka, o El diario de Ana Frank) y libros de fantasía, en los que incluye libros de misterio, de aventuras, de fantasía y de ciencia-ficción (por ejemplo, citamos La historia interminable, de Michael Ende, Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, o El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien). Por ello, para que la motivación lectora no fracase cuando el niño crezca, deberemos seguir unas pautas y unos métodos incentivos que ayuden a fijar ese hábito lector, tanto por parte de la escuela como por parte de la familia.
A través de la lectura se adquieren muchos de los conocimientos necesarios para la formación del niño, por ello, la enseñanza de la lectura siempre ha sido una actividad central en el ámbito escolar. La fascinación que se obtiene de la lectura se logra, obviamente, cuando se domina la habilidad, y se centra en la actividad lectora con verdadera motivación. Como decíamos, lo propicio es que leer fuera un placer, y no sólo referido exclusivamente a la lectura de creaciones literarias, sino también al ámbito de lo técnico, lo académico o lo científico.
El propósito que queremos emitir con la animación a la lectura es un acercamiento a los libros por parte de los niños: hacer de la lectura una afición, favorecer que exista interés y conseguir una actitud positiva hacia ella. En definitiva, propiciar un hábito lector. Se trata, pues, de transmitir una educación que sea lúdica y, a su vez, formativa, para poder llevar a cabo una lectura activa y creativa, aquella que posteriormente pueda convertirse en un placer para el niño.
En definitiva, se trata que la experiencia resulte motivadora, gratificante e invite a seguir explorando entre libros. Es importante también de que los niños empiecen a entender lo que leen, reflexionen y acepten o rechacen lo leído, algo que comenzarán a hacer con una mayor naturalidad gracias a esta actividad. La posibilidad de hablar sobre lo leído permite que los niños pasen de recordar simplemente una historia a demostrar un pensamiento crítico, demostrando así una capacidad lectora que abarca la comprensión, el interés y el desarrollo personal que van más allá de una simple lectura.
Y es que toda lectura responde a necesidades o intenciones procedentes del lector. Las finalidades de la lectura pueden ser infinitas; se lee para informarse, para documentarse, para entretenerse. Se lee por recomendación, incluso por imposición, pero también se lee por iniciativa propia. Se lee con una actitud libre y abierta ante lo que pueda sugerir el texto, aunque, en ocasiones, también se lee condicionado por la finalidad. No se trata de leer por leer, sino de leer en amplitud, entendiendo, reflexionando y viviendo. De aprender a sensibilizarse ante las situaciones en la que la literatura nos adentra, procurando conseguir los patrones de respuesta ante lo leído: reacción personal, interpretativa y crítica. Es por eso que hay que buscar otras vías para incentivar el placer por la lectura, para motivar a leer aquello que al niño le pueda interesar o atraer más.
Opciones como las bibliotecas, que cada vez son más activas y que albergan un sinfín de recursos y actividades motivadoras, como los clubes de lectura, donde muchos aficionados a las historias pueden encontrar compañía con gustos similares a los suyos. Si bien es cierto que los medios de comunicación y el cambio de mentalidad juvenil a la hora de divertirse y practicar aficiones (auge de la tecnología móvil, Internet y televisión a edades cada vez más tempranas) ha ido en detrimento del gusto por la lectura, podemos destacar que leer es siempre una oferta global.
Actualmente y aprovechando las fechas navideñas en las que nos encontramos, no debemos ignorar el auge de las nuevas tecnologías y la expansión de los medios de comunicación de masas; por eso, y ya sea mediante adaptaciones cinematográficas, musicales o libros electrónicos, cualquier acercamiento a la lectura, independientemente de la edad y del medio empleado, siempre será positivo.
Porque en toda historia, entre sus páginas, imágenes o palabras, siempre hay algo nuevo por descubrir.
Actualmente y aprovechando las fechas navideñas en las que nos encontramos, no debemos ignorar el auge de las nuevas tecnologías y la expansión de los medios de comunicación de masas; por eso, y ya sea mediante adaptaciones cinematográficas, musicales o libros electrónicos, cualquier acercamiento a la lectura, independientemente de la edad y del medio empleado, siempre será positivo.
Porque en toda historia, entre sus páginas, imágenes o palabras, siempre hay algo nuevo por descubrir.
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