Un asesinato desde el punto de vista del asesinado. Esta es la perspectiva que tomó el libro Desde mi cielo (Alice Sebold, 2002) y que después adaptaría Peter Jackson en esta película titulada The Lovely Bones (2009). Nos situamos así en la piel de Susie Salmon (Saoirse Ronan), una niña de catorce años cuya vida era completamente normal, una adolescente idílica en los inicios de los años setenta, centrada en sus estudios, con una vida sentimental a punto de comenzar y un gusto por la fotografía así como una familia acogedora. Sin embargo, lo que nadie sospechaba es que su vida estaba a punto de ser exterminada por un vecino, la misma persona que se mostraba agradable con sus padres y que trataba de aparentar cercanía.
Peter Jackson se embarcó en esta historia en la etapa intermedia a los dos grandes proyectos cinematográficos en los que se ha visto envuelto, el segundo por consecuencia del primero y todos relacionados con el gran Tolkien, nos referimos a la trilogía de El señor de los anillos (2001-2003) y a la de El Hobbit (2012-2014), esta última recientemente concluida. Durante esos años intermedios ejerció sobre todo como productor, aunque también dirigió el remake de King Kong en 2005 y el cortometraje Crossing the Line (2008).
Este nuevo proyecto le exigía a Jackson un acercamiento más íntimo al relato que trataba de filmar, aunque prefirió finalmente un exceso de efectos que de auténtica narración cinematográfica.
Este nuevo proyecto le exigía a Jackson un acercamiento más íntimo al relato que trataba de filmar, aunque prefirió finalmente un exceso de efectos que de auténtica narración cinematográfica.
Peter Jackson (derecha) dirigiendo a Saoirse Ronan |
No podemos negar que el primer tercio de The Lovely Bones está perfectamente narrado y sitúa, aunque de manera esbozada pero precisa, a todos sus personajes principales. Sin embargo, a partir del asesinato, cuya escena anterior contiene una gran tensión bien recreada, la película no parece saber hacia dónde dirigirse. Por una parte, tenemos el efecto de esta muerte en la familia, con un padre (Mark Wahlberg) entregado en la investigación, algo realmente bien recreado, de la misma forma que el momento en que, con toda la ira acumulada por la tensión y el dolor de la pérdida, comienza a destrozar los barcos embotellados, recreados maravillosamente en el mundo onírico (podríamos decir purgatorio) en el que se encuentra Susie antes de dar un paso más allá.
Esta trama de investigación se encuentra entrecortada por otras cuestiones, como el rechazo de la madre (Rachel Weisz), personaje que realmente no llega a ocupar un lugar, ya que su principal cometido consistirá en huir, la aparición hacia la mitad de la película de la abuela (Susan Sarandon, muy desaprovechada), que aglutinará de golpe todas las escenas graciosas de la película, pero dentro de un humor sin auténtica gracia, excesivamente infantil. En este sentido, tan solo la hermana de la protagonista, interpretada por Rose McIver, apoyará la tarea emprendida por su padre.
Por otra parte, nos encontramos el punto de vista del asesino, que emprende toda una serie de tareas para deshacerse de las pruebas. Este tipo de trama se entrelazaría perfectamente con la investigación paternal, gracias sobre todo al perfil que adopta el asesino, resultando meticuloso, pero cometiendo fallos de los que él mismo se percata: en definitiva, aumentando la tensión y el cerco sobre él. En este sentido, la actuación de Stanley Tucci funciona perfectamente, aunque su caracterización sea de una calidad próxima al telefilme.
A estas dos tramas, que funcionarían entre sí con facilidad, se añade el personaje de Ruth Connors (Carolyn Dando), compañera de instituto de la protagonista, que parece tener capacidades como médium. No obstante, su función en la película se verá reducida a cumplir un sueño adolescente, pese a la gran importancia que parecía poder tener en un principio y cuya presencia disminuirá drásticamente hasta el tramo final.
Pese a esta última cuestión, la película funcionará si no fuera por el empeño de introducir escenas bucólicos del purgatorio de Susie. Algunas de ellas, como la mencionada de los barcos embotellados o incluso el descubrimiento de la trayectoria criminal del asesino, realmente encajan con la acción en el mundo real, pero otras suponen un desfase innecesario que resta minutos al desarrollo del entramado, eterniza el paso del tiempo en la película y que, además, parece intentar entorpecer el avance lógico y realista, dentro de la verosimilitud de la propia obra, que se proponía en un principio
El desenlace de las víctimas en el purgatorio, el último deseo cumplido de Susie o el destino del asesino son cuestiones desarrolladas en el último tramo que guardan poca coherencia con lo que se había intentado construir, pese a las pistas dejadas durante el desarrollo. Al final, la película parece prometernos una justicia divina a la par que nos muestra en qué reside nuestro auténtico tesoro, esos queridos huesos del título, pero para ello rompe con el buen camino inicial, no nos proporciona la emoción ni la tensión, a excepción de alguna escena suelta relacionada con el asesino, de un primer tercio óptimo.
En definitiva, es una película que se desinfla, que en cuanto se desea la aparición de emociones, estas comienzan a huir hacia tintes no ya infantiles, que lo son, sino incoherentes con la historia que se había planteado. Peter Jackson no supo encontrar en esta película el equilibrio entre ambos mundos.
Escrito por Luis J. del Castillo
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