El Cantar del Mío Cid (CMC en adelante) es la obra épica española más importante de la Edad Media. Perteneciente a los cantares de gesta, es una obra excepcional y diferente a otros de su mismo género, como puede ser la famosa Chanson de Roland, de la épica francesa.
Ramón Menéndez Pidal |
Aunque no es el único cantar de gesta español, ha sido el principal y en el que más se han centrado los estudios medievales, especialmente por parte del gran filólogo Menéndez Pidal, quien se especializó en la Edad Media y en el CMC particularmente. Debido a esto, muchos han sido los debates sobre el contexto de la obra, por ejemplo, se desconoce la identidad del autor, aunque sí del copista del único manuscrito que existe: Per Abbat (actualmente Pedro Abad), quien se identifica en un colofón de la obra y que fecha su copia en 1207 de la época cristiana, aunque en el original escribiera 1245, teniendo en cuenta el calendario hispano, que comenzaba en el 38 a.C., con la pacificación de Hispania por parte del emperador Augusto. Otra de las cuestiones es la época en que fue escrito, que se sitúa en un espacio a finales del s. XII y principios del s. XIII; esta conclusión fue alcanzada gracias a los numerosos anacronismos que aparecen en la obra, que pertenecían a diferentes ámbitos y que forman parte de la estructura esencial del poema, como la separación entre las dos clases de nobles nombrados como rico omnes, la alta nobleza, y los fijos delgo, los nobles de frontera, de menor nivel. Esta diferencia es clave para el cantar, especialmente en lo relacionado a la afrenta de Corpes y su juicio, donde se muestra al Cid como un noble de baja alcurnia que es menospreciado por la alta nobleza, identificada en los infantes de Carrión.
La historia nos sitúa en el s. XI, época en la que vivió Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, histórico. En el cantar, que comienza de forma abrupta por la falta de folios iniciales en el manuscrito, nos encontramos con este noble desterrado de sus tierras por el rey Alfonso VI. En el plazo acordado por su señor, el Cid debe abandonar Castilla con sus vasallos, no pudiendo recibir ayuda alguna de sus habitantes. A partir de esta situación inicial, comienza una serie de enfrentamientos bélicos contra moros que culminará con la Toma de Valencia. Gracias a estas proezas y a sus obsequios al rey consigue el perdón real, además de prometer a sus hijas con los infantes de Carrión, a petición de estos nobles a través de Alfonso VI.
No obstante, lo que hubiera sido el final de un cantar de gesta, continúa con unos acontecimientos de carácter más novelesco, según los cuales las hijas del Cid fueron agredidas y abandonadas por los infantes de Carrión en Corpes. Tras esta afrenta, Rodrigo pide justicia al rey a través de una corte en la que saldrá vencedor de todas las acusaciones que planteaba. Se recupera así la honra, con el perdón del rey en un primer momento y la justicia ante la afrenta de Corpes que culmina con las bodas de las hijas del Cid con otros grandes nobles.
No obstante, lo que hubiera sido el final de un cantar de gesta, continúa con unos acontecimientos de carácter más novelesco, según los cuales las hijas del Cid fueron agredidas y abandonadas por los infantes de Carrión en Corpes. Tras esta afrenta, Rodrigo pide justicia al rey a través de una corte en la que saldrá vencedor de todas las acusaciones que planteaba. Se recupera así la honra, con el perdón del rey en un primer momento y la justicia ante la afrenta de Corpes que culmina con las bodas de las hijas del Cid con otros grandes nobles.
Miniatura de Alfonso VI en la Catedral de Santiago de Compostela |
Entrando en el contenido del Cid, debemos notar las diferencias con otras obras europeas del mismo tipo, producidas por la situación especial de España en comparación a otros países en la Edad Media: es un estado fronterizo con los moros.
Mientras que el resto de Europa consideraba a los musulmanes como enemigos por designación, al ser infieles al cristianismo, en España existía una convivencia en la que había enfrentamientos pero también momentos de paz. En el caso del Cid, los musulmanes son enemigos coyunturales, a quienes se enfrenta en principio por necesidad, al haber sido desterrado por el rey y encontrarse en una situación de dificultad económica. Rodrigo es un héroe comprensivo con sus enemigos, llegando a ser estimado por sus prisioneros, y además no es una representación de patriotismo como en ocasiones se puede pensar, sus principales motivos de actuación son familiares: una vez cubiertas las necesidades, conquista Valencia para tener un asentamiento en el que acoger a su familia. Este aspecto familiar es un caracter muy importante en el Cid y será el principal motor de la segunda trama; es también una característica que no encontramos en otros cantares. Se puede concluir de este aspecto que el cantar está destinado a estos caballeros y demás habitantes de la frontera, que se sentirían más reflejados en el Cid, quien ha sido acercado a los oyentes.
Estatua de Minaya |
No obstante, el CMC tiene características propias de su género, como su estructura métrica en tiradas, las fórmulas que se emplean o el contenido bélico, aunque este último aspecto presenta un punto de vista más estratégico que guerrero, llegando a crear planes elaborados para sus contiendas. Además, cabe destacar la figura de Álvar Fáñez "Minaya", que en la obra aparece como lugarteniente y principal amigo del Cid, aunque históricamente fuera algo poco probable, en el cantar realiza una función muy importante como representante de Rodrigo ante el rey, consiguiendo con los obsequios y sus formas correctas el perdón para su señor y amigo. Suele mantener conversaciones con el protagonista, dando consejos para la batalla, principalmente en las dos primeras partes del poema. Tanto Minaya como el Cid comparten rasgos de prudencia y mesura, siendo sus contrincantes de características contrarias, por ejemplo, fanfarrones, en el caso de los infantes de Carrión.
Estos aspectos del CMC son, en ocasiones, ignorados por prejuicios, pues se considera que, al ser un cantar de gesta, debe estar más relacionado con batallas, como es el caso de la Chanson de Roland. Esta opinión es equivocada, pues el poema presenta un cantar muy completo, con rasgos que lo hacen diferente y especial, y que no sólo nos muestra enfrentamientos bélicos, sino también judiciales. Una obra que nos permite ver más de lo que parece a simple vista, una característica que deja su huella en la historia para convertirlo en un clásico inolvidable.
Adaptación de 1961 |
No obstante, la figura del Cid supera al CMC, siendo esta obra literaria la principal en el ciclo cidiano, pero no la única. Actualmente se conservan documentos que nos narran los acontecimientos históricos relacionados con Rodrigo, además de otras obras literarias que suplen algunos espacios de tiempo que no se narran en el cantar. Esto ha supuesto que normalmente se adapte su vida de forma completa, como ocurrió con la película de 1961, El Cid, protagonizada por Charlton Heston. También podemos encontrar su historia como una Campaña del videojuego Age of Empires II. Otro caso es el de la película de animación española El Cid: La leyenda, que realiza una adaptación libre y dedicada a un público más juvenil de la historia de Rodrigo, alterando los acontecimientos.
Para concluir, os dejo con un fragmento del inicio del CMC que nos deja una imagen impactante: una niña de nueve años rompe el silencio de Burgos para dirigirse al Cid y a sus hombres armados e indicarles lo sucedido. La escena visual es importante y la forma en que habla la niña es un recurso: habla como un adulto pese a su edad, único detalle que conocemos de ella y único personaje del que se cuentan los años.
Los de Mío Çid a altas vozes laman,
los de dentro non les queríen tornar palabra.
Aguijó Mío Çid, a la puerta se legava,
sacó el pie del estribera, una ferida l’ dava.
Non se abre la puerta ca bien era çerrada.
Una ninna de nuef annos a ojo se parava:
«¡Ya Campeador, en buen ora çinxiestes espada!
El rey lo ha vedado, anoch dél entró su carta
con grant rrecabdo y fuertemientre sellada.
Non vos osaríemos abrir nin coger por nada;
si non, perderíemos los averes y las casas
y demás los ojos de las caras.
Çid, en el nuestro mal vos non ganades nada;
mas ¡el Criador vos vala con todas sus vertudes sanctas!»
Cantar primero. CMC
Escrito por Luis J. del Castillo
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