El regreso del joven príncipe, de Alejandro Guillermo Roemmers

07 mayo, 2013

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Las personas mayores tienen necesidad de explicaciones. (…) Nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones. (…) Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores.
 Fragmento de El regreso del joven príncipe, de A. G. Roemmers

Es la sabiduría y conciencia de una mente joven, auténtica y sin prejuicios. Así se presenta la personalidad de un niño tan entrañable como lo es El PrincipitoAunque a lo largo de los años haya sido considerada como una novela enmarcada dentro de la literatura infantil, en realidad tiene un trasfondo filosófico complejo, ya que abarca temáticas como la individualidad humana, el amor, la amistad, el sentido de la vida e, incluso, la muerte. 

En este caso, el entrañable Principito ha crecido. Ya no es un niño, y por eso debe enfrentarse al reto de sobrellevar la adolescencia y culminar en la edad adulta sin perder ni un ápice de su esencia, de esos valores que le han hecho único en la literatura.


Escrita por Alejandro Guillermo Roemmers, la novela El regreso del joven príncipe cuenta con la aprobación de los miembros que hoy día pertenecen a la familia Saint Exupéry, como Frederic D’Agay, sobrino-nieto del escritor y que, incluso, escribió el prólogo de la obra. Roemmers es un reconocido empresario y poeta argentino. Conocido por ser el dueño de la industria farmacéutica Roemmers, comenzó a escribir ya desde pequeño, y su poesía ha sido objeto de numerosos reconocimientos y publicaciones. Actualmente, siendo un empresario exitoso, decidió concentrar todos sus esfuerzos, curiosamente, a trabajar por un mundo mejor y sorprendiendo con el lanzamiento de lo que ya algunos consideran secuela del mítico Principito.

Un centenar de libros sobre el arte de amar no añaden nada a un simple beso, ni un centenar de discursos sobre el amor, a un solo gesto de cariño.
Fragmento de El regreso del joven príncipe, de A. G. Roemmers

Sí es cierto que ambas novelas se inician de forma similar. El Principito comienza tras el accidente que tuvo Antoine en el desierto del Sáhara, donde se encuentra desolado tratando de arreglar el motor de su avión. Es aquí cuando aparece un niño exquisitamente arreglado, de aspecto señorial, que le pide un dibujo. Desconcertado, el piloto entabla una incesante conversación con el pequeño, de quien, gracias al paso de los días, logra conocer su aventurera y nostálgica historia. Asimismo, El regreso del joven príncipe también arranca con un accidente, ya que, en este caso, es el principe quién se encuentra solo y desolado en una carretera cercana a la Patagonia argentina, desubicado tras aterrizar en nuestro planeta.
A. G. Roemmers
Será rescatado por el otro gran protagonista de la obra, un conductor del que no sabremos su nombre y que acaba rescatándolo al verlo indefenso en el suelo. La novela comenzará propiamente con el diálogo que se inicia entre ambos, que a veces recordará al del inocente principito con su amigo piloto por su profundidad y nostalgia; sin duda, un lazo de confianza que se hará fuerte en tan sólo tres días, tiempo en el que se desarrollará íntegramente la historia. A medida que avancemos la lectura, notaremos que el desarrollo de la misma es mucho más lineal que El Principito original, ya que en este caso no encontraremos esas metáforas y juego de palabras tan elaborados, o las aventuras y desventuras del niño recorriendo distintos planetas y conociendo a singulares personajes.


En El regreso del joven príncipe encontraremos reflexiones sobre la filosofía de vida ideal para cualquiera de nosotros, que bien podría recordarnos a muchos libros de autoayuda actuales. Por otra parte, el entrañable dúo protagonista en la obra desprende cierta similitud con los míticos Quijote y Sancho, ya que ambos emprenden un viaje juntos mientras se narran las distintas paradas que en el mismo van haciendo, como si de ventas quijotescas se tratase. El viaje, la mente soñadora del joven, la sensatez del conductor o la interactuación con los personajes que conocen en cada parada son algunos de estos rasgos, siempre manteniendo la distancia con un clásico como lo es El Quijote.

El único error de verdad es no volver a intentarlo una y otra vez, de maneras diferentes y creativas, porque si te limitas a repetir lo que ya has hecho, sólo conseguirás lo que ya habías obtenido.
Fragmento de El regreso del joven príncipe, de A. G. Roemmers

Sin duda, la lectura se convertirá en un viaje resolutivo, en un auténtico recorrido espiritual que aborda desde la inocencia a la madurez, lo cotidiano, lo trascendente, el continuo límite entre la tristeza y la alegría y el entusiasmo de vivir. El regreso del joven príncipe sigue la línea espiritual iniciada por su antecesor, sin convertirse en un clásico como lo fuera el anterior, pero dándole al lector pautas para vivir una vida más tranquila, feliz y saludable dentro de un mundo tan problemático y cambiante como el actual.


Escrito por Mariela B. Ortega


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