Para el sábado noche (XCVIII): Gloria, de John Cassavetes

02 octubre, 2020

| | |
Ha sido bonito volver a ver a Gloria (Íd., Columbia Pictures, 1980), un personaje escrito y dirigido por John Cassavetes (1929-1989). Lo que es decir, la representación de una manera de entender el relato cinematográfico que entronca con el neorrealismo, pero que no renuncia a lo que llamamos cine clásico. Una mixtura que se evidencia a través de una planificación a pie de calle, vibrante y barriobajera, incluso rústica, que no reniega de los componentes formales y narrativos de los antecesores (hasta el nombre de la protagonista hace referencia a la actriz Gloria Swanson [1899-1983]).

Este bagaje incluye desplazamientos con la cámara en travelling, escenarios reales, luz natural, diálogos realistas, cámara “oculta” -o subrepticia- en las calles, primeros planos y planos cortos, o planos con la cámara en mano para transmitir inmediatez, veracidad y espontaneidad. Cassavetes supo compaginar ambas vertientes porque, en realidad, son una sola. El suyo no es un cine independiente de baratillo o de inflado prestigio. Sus personajes son muy reales, y el desbarajuste es tanto psicológico como visual, desmañado solo en apariencia. Porque Cassavetes no ha olvidado las lecciones de los directores clásicos. Él nutría su arte de los conflictos humanos más indómitos y ásperos, en una simbiosis entre cine y vida, si se quiere, más compenetrada de lo habitual. Pero el recubrimiento no se oponía a la industria que más obras maestras nos ha legado a lo largo del siglo XX. 

Uno de los primeros parámetros que concreta el realizador es el espacio, situándonos frente al Yankee Stadium de Nueva York, en un barrio donde reside una modesta familia puertorriqueña. De prisa y corriendo, imponderables narrativos obligan, se va añadiendo más información. Así, nos enteramos de que el cabeza de familia es un contable de la mafia que se ha ido de la lengua. Es esta una cosa nostra para nada fascinante y sí algo desgreñada, también de barrio (aunque sus tentáculos lo abarcan todo). Nada más arrancar la película, el mecanismo por el cual los sicarios de turno van a por la familia ya está en marcha.


Y ahí entra en escena Gloria Swenson (Gena Rowlands), una vecina a la que es confiada el benjamín de la familia, pese a que ella no es muy amiga de los niños. No los aguanto, declara. Pero el caso es que Gloria se hará cargo del muchacho, Philip (John Adames), de forma forzada no solo por la situación, sino porque, como digo, esta conocida de la familia no es precisamente amante de los infantes. ¡Aunque sí posee un gato, como veremos, con lo que no todo está perdido! Ya sabemos, a través de este detalle, que Gloria puede ser cariñosa y protectora con quien elija. En cualquier caso, y dadas las circunstancias, accede a llevarse a Philip a su apartamento. Cuando se perpetra el ajuste de cuentas, habrá de salvaguardar al chico, que es un testigo incómodo. Un testigo indirecto, pero a abatir.

Primero se refugian en un apartamento franco. Parada y fonda donde observamos que el fuerte de Gloria no es precisamente la cocina. Como en este lugar solo pueden permanecer por un corto espacio de tiempo, continua la diáspora por los más destartalados y dispares hoteles, y los más variados medios de transporte: autobuses, taxis, el metro… destaca el hotelucho donde se puede escoger habitación ¡porque todas están abiertas!


Es de señalar, así mismo, la visita de la pareja a un cementerio (habrá lugar para dos de estas visitas), donde Gloria explica al muchacho que para expresar nuestros sentimientos a los difuntos no es necesario estar ante la lápida de rigor, ya que cualquiera de ellas es pertinente. Todos los muertos están enterrados juntos; aparte de que, añade Gloria, siempre hay que despedirse.

Tras la travesía de Nueva York prosiguen en tren hacia Pittsburgh (Pensilvania), aunque, como acaba por constatar Gloria, no parece haber un lugar concreto a donde ir. Lo tendrán todo controladísimo, declara este ángel de la guarda a su pesar. Lo cual hace necesario tomar una resolución determinante.

Por su parte, el chaval sale orgulloso (y hasta políticamente incorrecto). Como son los niños. Con el agravante de que, este en concreto, ha quedado literalmente desarraigado. Es un superviviente a muy temprana edad. Y aunque la “relación” se crispa a veces, esta se va consolidando. El instinto de supervivencia es acusado en ambos, si bien, en el caso de Gloria, se mezcla con el maternal (pues la mujer declara que, después de todo, no le habría importado ser madre). Ante todo, lo que prevalece es una humana honestidad con uno mismo, y no hacia ningún grupo. Y si el pasado de ella lo adivinamos, no sucede lo mismo con el futuro de los dos, más incierto. Si bien es verdad que, de momento, permanecen juntos.


Hacía referencia antes a la Catedral del béisbol, pero aparte de esta localización que nos sitúa en el complejo entramado del escenario neoyorquino, lo cierto es que Gloria deambula por una urbe en absoluto glamurosa, muy distinta a la que estamos acostumbrados a ver retratada (salvo, precisamente, por el cine de los setenta y primeros ochenta). Eso sí, los hampones son tan zalameros y mendaces como suelen serlo, en lo que ya es un constitutivo inseparable al género.

En definitiva, los niños son poseedores de un mundo que a veces interactúa con el de los adultos. Aunque estos últimos no paramos de interferir en el suyo. Esto para nada ha de ver con la educación y transmisión del conocimiento, o las atenciones que les prodigamos, sino más bien con un “estado alterado de la consciencia”, que a veces se quiebra con la proximidad de una madurez repentina. Un tránsito que puede ser traumático. Por eso no es de extrañar que muchos deseen prolongar la relativa seguridad de la niñez (no hablo de infantilismo) al resto de etapas de la vida. Gracias a Gloria, Philip parece obtener una segunda oportunidad. Y en buena compañía queda también la película, merced al buen acompañamiento musical de Bill Conti (1942).

Escrito por Javier Comino Aguilera


0 comentarios :

Publicar un comentario

¡Hola! Si te gusta el tema del que estamos hablando en esta entrada, ¡no dudes en comentar! Estamos abiertos a que compartas tu opinión con nosotros :)

Recuerda ser respetuoso y no realizar spam. Lee nuestras políticas para más información.

Lo más visto esta semana

Aviso Legal

Licencia Creative Commons

Baúl de Castillo por Baúl del Castillo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

Nuestros contenidos son, a excepción de las citas, propiedad de los autores que colaboran en este blog. De esta forma, tanto los textos como el diseño alterado de la plantilla original y las secciones originales creadas por nuestros colaboradores son también propiedad de esta entidad bajo una licencia Creative Commons BY-NC-ND, salvo que en el artículo en cuestión se mencione lo contrario. Así pues, cualquiera de nuestros textos puede ser reproducido en otros medios siempre y cuando cuente con nuestra autorización y se cite a la fuente original (este blog) así como al autor correspondiente, y que su uso no sea comercial.

Dispuesta nuestra licencia de esta forma, recordamos que cualquier vulneración de estas reglas supondrá una infracción en nuestra propiedad intelectual y nos facultará para poder realizar acciones legales.

Por otra parte, nuestras imágenes son, en su mayoría, extraídas de Google y otras plataformas de distribución de imágenes. Entendemos que algunas de ellas puedan estar sujetas a derechos de autor, por lo que rogamos que se pongan en contacto con nosotros en caso de que fuera necesario retirarla. De la misma forma, siempre que sea posible encontrar el nombre del autor original de la imagen, será mencionado como nota a pie de fotografía. En otros casos, se señalará que las fotos pertenecen a nuestro equipo y su uso queda acogido a la licencia anteriormente mencionada.

Safe Creative #1210020061717