Franco Battiato (1945) quería vernos danzar, pero también reflexionar. En sus letras hay una continua invitación a la introspección y el auto conocimiento, de ahí lo novedoso de su propuesta, a caballo entre lo cosmogónico y el pop.
Nacido en Sicilia, Italia, a España desembarcó en los fructíferos ochenta, puerto franco de la música. Llevaba mucho cantado, pero la traslación de sus letras al español, efectuada por él mismo, contribuyó a su relanzamiento.
Cantautor, productor de ópera y realizador (amén de escritor, guionista y hasta pintor), Battiato es toda una personalidad. Por centrarnos en los ochenta, ahí están, para el sello EMI, Patriots (1980), La voz de su amo (1981), Horizontes perdidos (1983), Ecos de danzas sufí (1985), Nómadas (1987) y Fisiognómica (1988). A partir de 1993, cuenta en sus provechosas lides conceptuales y minimalistas con la colaboración del letrista Manlio Sgalambro (1924-2014), escritor y filósofo. Entre los temas más celebrados, Centro de gravedad (1981), Yo quiero verte danzar (1982), La estación de los amores (1985), Vía láctea (1985), Nómadas (1987), Bandera blanca (1987) o Y te vengo a buscar (1988). De alguno de ellos proporcionamos el video musical al final de este artículo.
En su esclarecedora entrevista para la estupenda Paloma Chamorro (que hizo más cosas que la cuestionable La edad de oro [1983-1985]; 1949-2017), Battiato declara que contempla la música como una forma expresiva de comunicación total, y se muestra defensor de una polifonía armónica y tradicional, continuista y mitológica, que codifique el sentir y vivir de las gentes.
Instintivo, como el fuego de Aries que lo anima, Battiato resuena familiar y exótico, sincrético y espiritual. Hablando de la vanguardia y la música llamada “culta”, añade en dicha entrevista que me opongo a las formas que no llegan a transformarse en contenido, en comunicación, y que, por lo tanto, tampoco son musicales. La relación metafísica entre las personas se pone de relieve a través de sus letras y melodías, como un vislumbrar la relación oculta que se establece entre la música y el individuo, sin caer en el trascendentalismo huero o la parábola palurda. Battiato radiografía una sociedad variopinta, pero también es emisor de una espiritualidad vivificante, en función de los distintos estados de ánimo. Texto, rítmica, instrumentación e interpretación conforman un todo que fusiona al hombre con su naturaleza terrena y trascendente, con aquello que no se ve, pero se intuye y siente. Como debería recordarse con más frecuencia, las palabras ya son portadoras de una musicalidad intrínseca, pudiendo llegar a convertirse en silentes medios de transformación, médiums. Estas ayudan a formar imágenes nuevas u olvidadas, en un marco de misterio y sensualidad destacado por el solista. A lo que se añade el hecho (no menos trascendental) de que la auténtica música contemporánea es la popular.
Estos son sus principios, y no tenía otros porque lo tenía claro. O al menos, lo intentaba. Después de años de experimentación, sabía qué lugar ocupaba.
En efecto, Franco Battiato se siente vinculado a una tradición antigua y primordial, en sintonía con las leyes de la naturaleza y el cosmos. Somos el resultado de un juego de fuerzas más fuertes que nosotros mismos. Su raigambre es étnica, “ligera” (no insustancial) y pop. Lo que no le posiciona en contra de la comercialidad, del éxito personal (anatemizado por algunos artistas que predican una cosa y hacen la contraria).
Háblame de mundos lejanísimos, de culturas sepultas, continentes perdidos, de amor, de pasajeros anómalos en místicos territorios. Son las auténticas vanguardias de un nuevo Sistema Solar, tal y como se expone en No Time, No Space. Vivir no es muy complicado si puedes renacer después, concreta en El animal. Para acabar preguntándose qué quedará de mi tránsito terreno, de todas las impresiones que tengo de esta vida (Mesopotamia). Nos levantamos antes del alba, listos para transbordar dentro de un satélite artificial (…) somos provincianos de la Osa Menor (Vía Láctea).
Perspectiva cósmica que no se olvida del amor material y físico, aunque el animal que llevo dentro no me ha dejado nunca ser feliz (El animal). Este sentimiento popular nace de mecánicas divinas (Y te vengo a buscar, La estación de los amores, Sentimiento nuevo). Hasta se permite jugar con el tiempo y el espacio del terruño siciliano en Despertar en primavera, canción donde me enamoré siguiendo el ritmo del corazón y me desperté en primavera.
El aprisionamiento político es otro pilar. Patrias aplastadas por el abuso del poder, por gentes sin ningún pudor, que piensan que les pertenece todo; los gobernantes, perfectos inútiles bufones (…) no cambiarán (Pobre patria). Del mismo modo que renacen los programas demenciales con tribuna electoral (Bandera blanca). Bellamente inclasificable y ecléctica es Perspectiva Nevski (además de una avenida convertida en narración por Gógol [1809-1852]), aunque yo me abandonaría a la inspirada Sagradas sinfonías del tiempo: somos seres inmortales caídos en la oscuridad (…) sin memoria (…), hasta curar completamente (todo un ciclo holístico).
No me resisto a hablar de Franco Battiato desde el punto de vista astrológico (con el beneplácito del lector). Tan solo unas pinceladas. Como Aries, el artista se presenta a modo de fogoso buscador y transmisor, destino y destinatario al mismo tiempo. Su Ascendente en Leo le faculta para una receptividad con paso firme y decidido. A su vez, la luna en Leo lo predispone al temperamento franco, abierto y transparente. Venus en Tauro, regencia habemus, contiene una belleza rumbo a la estabilidad. Lo que se traslada a sus creaciones cifradas, bellamente herméticas, pero jubilosas y expansivas (casa cinco en Sagitario), acompañado de un poderoso Marte en los últimos grados del indagador Acuario. Como él asegura, tenía la luna y Urano en el León (Cucurrucucú). ¿Imaginativo tránsito planetario en la época de composición de la canción, referencia a una tercera persona o reminiscencia de una vida anterior? (Este planeta lento lo tiene Battiato en Tauro).
En fin. Mira que hay personalidades interesantes casi en cualquier ámbito, que parecen negadas para la trascendencia. No es de extrañar, porque en estos “asuntos internos” cuenta la experiencia personal más allá de la doctrina (la que a cada cual complazca). Además, se tiende a caer en el servilismo, el buenismo especulativo o el mesianismo político, artístico o religioso… A tal efecto, Franco Battiato responde con su música que encontrarás los ángulos de la tranquilidad y la paz del crepúsculo al final de tu camino (Nómadas). Así sea.
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