Los años noventa han tenido sobre ellos la alargada sobra de los revolucionarios ochenta y de toda una trayectoria cinematográfica de gran calidad anterior. De desigual resultado, lo cierto es que esta década nos ofreció varias historias románticas que nos han perseguido hasta nuestros días como iconos: la pareja compuesta por Julia Roberts y Richard Gere en Pretty Woman (Garry Marshall, 1990), el romance entre clases sociales que encontramos en Titanic (James Cameron, 1997), la tímida comedia romántica de Notting Hill (Roger Michell, 1999), incluso el más sobrenatural idilio entre Mina y el conde Drácula en la versión más romántica de la historia, Drácula de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992). Y a ellas debemos sumar la historia de Ghost (1990).
Dirigida por un habitual en películas cómicas, Jerry Zucker (1950), del que destaca el inicio de la franquicia que se conoció en España como ¡Aterriza como puedas! (1980), esta película estrenada a principios de la década de los noventa conquistó a gran parte del público en una combinación entre romance, thriller y fantasmas.
Tras una introducción en torno a una casa abandonada, que remite a las historias de casas encantadas, nos acercamos a la idealizada pareja de enamorados compuesta por Sam Wheat (Patrick Swayze), ejecutivo de banca e inversiones, y Molly Jensen (Demi Moore), una escultora de cerámica. Ambos viven felices en Nueva York y planean su futuro cuando todo se trunca por el asalto de un ladrón que acaba asesinando a Sam. Sin embargo, al haber sido arrancado de la vida de forma tan repentina, su alma queda aún como espíritu en el mundo terrenal, momento en que descubre que su amada corre peligro y decide ponerse en contacto con ella a través de una médium estafadora, llamada Oda Mae Brown (Whoopi Golberg).
No nos llevemos a engaño. A pesar de que la película contiene algunas escenas mitificadas, como el modelado de arcilla al son de Unchained Melody, tema de los años cincuenta rescatado con bastante acierto para la ocasión, o el reencuentro fantasmagórico, lo cierto es que no podemos considerarla una historia de romance, en tanto que la relación entre ambos ya está fraguada desde el inicio. En realidad, estamos ante un idilio perfecto roto por la desgracia, una desgracia que pronto descubriremos que ha sido intencionada por una conspiración de un compañero de Sam para hacerse millonario. Entonces el foco se pone en lograr detener a los criminales y, por supuesto, proteger a su amada Molly, pero su relación no se desarrolla más desde la situación inicial hasta el final de la película.
Por tanto, tenemos una relación de cierto tono empalagoso y que aunque es el núcleo de la historia, no es el centro de su interés, sino que todo pendula en torno al romance sin desarrollarlo. Más crecerá la relación entre la médium y el fantasma en que se ha convertido Sam. Precisamente, en esta relación se reúne toda la vis cómica de Ghost con una Whoopi Goldberg en estado de gracia, que retrata a la perfección a una escéptica estafadora con buen fondo y un autentico don. Será interesante observar cómo pasa de aprovecharse de los demás mediante la superchería a acabar siendo una auténtica médium, que sigue sacando el dinero a los demás, pero ahora con un auténtico vínculo con el más allá. Su relación con Sam provocará un cambio trascendental en el personaje, pero también le permitirá redimirse de su afán de lucro.
Así mismo, nuestro protagonista tendrá que aprender a convivir con su nueva realidad, un proceso que será bastante interesante a nivel narrativo. Por ejemplo, con el fantasma del metro, un ser perdido de sí mismo que le enseñará cómo influir en el mundo físico. Sin embargo, el resto de elementos son excesivamente planos. Acaba resultando bastante obvio quiénes son los villanos, marcados de forma maníquea y evidente. Además, su final puede resultarnos incoherente o, más bien, un misterio, en tanto que no acabamos de entender la justicia fantasmagórica, en forma de sombras, que persigue a sendos espíritus llegada la hora.
En definitiva, Ghost tiene cierto encanto, sobre todo en su mezcla de géneros, especialmente en sus escenas románticas, sobrenaturales y cómicas, pero es la sombra de un buen thriller, no podemos considerarla una película que desarrolle una trama amorosa de forma seria y al final sentimos que ha sido un juego tramposo de los guionistas. Con todo, sigue siendo un buen rescate para un domingo apacible sin demasiadas exigencias.
Escrito por Luis J. del Castillo
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