Batman: La LEGO Película, de Chris McKay

13 marzo, 2017

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Como sucede con muchos géneros artísticos, el cine de superhéroes ha transcurrido entre la denostación y el no saber apreciar que el cine es cine independientemente del género en el que se encuadre una obra. En este caso concreto, resulta obvio que durante gran parte de su existencia los superhéroes han estado vinculados más a la infancia que al mundo adulto, cuestión que fue cambiando a lo largo del último tercio del siglo pasado. 

En este sentido, el personaje de Batman es quien ha reflejado mejor este tipo de cambios, no solo en el mundo del cómic, donde tuvo un resurgir oscuro y siniestro a partir de los setenta, con Dennis O'Neil (1939) y Neal Adams (1941), que finalizaría en los años ochenta con las exitosas intervenciones de autores como Frank Miller (1957) o Alan Moore (1953), sino también en el cine, que fue paralelo. Así, desde la serie de los años sesenta con la serie de aventuras cómicas protagonizada por Adam West con el título de Batman (1966-1968) pasando por el tono oscuro que le impuso Tim Burton en su díptico Batman (1989) y Batman Returns (1992), hasta la trilogía de Christopher Nolan, que ahondaba más en una mezcla de cine negro, acción y épica, tomándose al personaje en serio.

Sin embargo, precisamente las características de Batman permiten trabajar la parodia y la comicidad. Se ha convertido en un icono popular y sus rasgos son conocidos por la mayoría, desde su origen trágico a raíz de su orfandad hasta la personalidad agria, desconfiada e incluso agresiva de un hombre sin poderes pero con muchos recursos y astucia que lucha contra la justicia en la oscuridad de la noche. Pero también ha ganado otros rasgos externos: su popularidad, su sentido de la superioridad sobre sus compañeros por su ingenio y, por tanto, su orgullo y vanidad derivada de este hecho. Y de ahí surge el espacio adecuado para Batman: La LEGO Película (Chris McKay, 2017).

La divertida La LEGO Película (Philip Lord, Christopher Miller y Chris McKay, 2014) ya nos dejó a este personaje con sus latiguillos, Soy Batman, y su personalidad engreída, consiguiendo la atención de muchos y el derecho a tener una aventura spin-off en solitario. En ese mismo universo, con elementos como el maestro creador o la situación de la ciudad encima de un lugar donde huele a ropa sucia nos remite a la realidad que creó su obra madre. Pero aquí no encontraremos un metauniverso, sino que todo queda concentrado en el espacio de los muñecos hechos con piezas.


De esta manera, el inicio evidencia con pocos elementos qué se va a desarrollar en la película: Gotham vive tranquila salvada continuamente por Batman, popular superhéroe que siempre logra vencer a los villanos, como demuestra la tranquilidad del piloto del avión secuestrado por el Joker. Pero tanto éxito ha cegado en gran medida al héroe, que menosprecia a su némesis y que obvia tanto los lados más tristes de su vida como que su fama no le satisface realmente. Por eso, cuando el origen de su celebridad peligre o se vea obligado a colaborar con otros o incluso a formar una familia, Batman se negará a asumir esa realidad. Curiosamente, quizás solo el Joker con un peligroso plan pueda hacerle cambiar de parecer.

Con este argumento, Batman: La LEGO Película consigue comprender al personaje para parodiarlo. Así, los pocos momentos solemnes que la obra nos ofrece nos hablan del auténtico miedo del protagonista: volver a perder a alguien querido. Para evitarlo, se ha refugiado en un tipo de vida donde tiene el cariño de una ciudad, pero la soledad de su enorme hogar, hiperbólico gracias a los efectos usados que nos muestra desde la gran cantidad de vehículos, armas y trajes de los que dispone hasta las enormes salas vacías de vida. Tan solo la voz insistente de su mayordomo Alfred, reiterando el rol usual de este personaje, trata de enfrentarlo a una situación que Bruce sortea continuamente. Es más, en su intento por evitar que los demás lo convenzan, siempre acabará haciéndoles daño, a pesar de quererlos, una cuestión en la que se hará hincapié en el tramo final.


Así pues, la película trabaja a lo largo de su metraje un mensaje evidente dividido en tres pilares entrelazados: la fama no lo es todo y no evita el tedio o los momentos bajos, las cosas no siempre se pueden solucionar en soledad y la vida cobra sentido en las relaciones (tanto de amistad como de odio) con los demás. Y todo queda envuelto en una aventura vistosa, donde no faltan las referencias cinematográficas de muy distinto calado, desde las otras interpretaciones de Batman, sobre todo recuperando el espíritu de la serie sesentera con inclusión de su famosa canción, onomatopeyas en las peleas y artilugios alocados, hasta una colección de variopintos villanos, ya sean propios del hombre murciélago, encabezados por el Joker y Harley Quinn acompañados por Dos Caras, Pingüino y hasta los más desconocidos y desternillantes, como el Rey Condimento, o de distintas franquicias u obras, como la Bruja del Oeste y los monos voladores de El mago de Oz (Victor Fleming, 1939), King Kong, Voldemort de Harry Potter o Sauron de El señor de los anillos.

Incluso encontramos referencias a la Liga de la Justicia, a Superman, tanto por la última película, Batman v Superman: El amanecer de la Justicia (Zack Snyder, 2016), como y sobre todo al clásico, con la Fortaleza de la Soledad de Superman (Richard Donner, 1978), incluyendo una representación Lego de Marlon Brando como Jor-El, y a otros personajes ajenos a DC, como la burla que Batman dedica a Iron-Man, de Marvel. En realidad, contiene tantas referencias que hará el gusto de los aficionados más acérrimos a estos mundillos, a la par que se burla de las decisiones más alocadas de la industria sirviendo de chiste también en el propio desarrollo de la película. Por poner un ejemplo, vemos a Krypto, el Superperro, como DJ de la fiesta que celebra la Liga de la Justicia. En definitiva, toda una serie de recursos que sirven de guiño y homenaje perfecto a lo que es una sátira sobre el mundo de los superhéroes y sus complejidades, sin perder la oportunidad de hablar en serio de sus personajes en los momentos oportunos.


Ahora bien, seguramente podemos afirmar que Batman: La LEGO Película no supera a su obra madre, primero quizás por la falta de sorpresa, pero segundo, y más importante, porque en ocasiones sentimos resentido el ritmo narrativo. A diferencia de La LEGO Película, el trayecto se hace demasiado evidente, existen partes con demasiada acumulación de referencias y algunas bromas van perdiendo efectividad cuando se reiteran en demasía. Por no hablar de un doblaje español poco acertado, incluyendo a voces no profesionales en este sector, como José Coronado como Alfred o Juan Antonio Bayona como Superman. También resulta obvio mencionar que estamos ante una obra positiva donde, si bien se difuminan las barreras entre malos y buenos llegados el caso, no pasa de plantear algunos puntos que quedan cerrados de manera facilona.

A pesar de lo cual, se trata de una película que aúna la acción trepidante con un humor paródico que se está convirtiendo en sello de Lego, haciendo las delicias tanto de pequeños como de quienes disfruten valorando todos los guiños y gracietas que la obra plantea. Además, cuenta con un Batman genial, con el Robin más carismático que se ha visto en años en la gran pantalla, con una policía, Barbara Gordon, que consigue por fin dejar en buen lugar a los suyos, y hasta con ideas brillantes y bastante serias, como la importancia del villano para la existencia y persistencia del héroe o el miedo a perder a quienes amamos como impedimento para crear nuevos lazos afectivos.

Escrito por Luis J. del Castillo



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