Los seres humanos somos seres sociales, aunque para mantenernos en sociedad es necesaria la confianza. Se trata de un factor clave en las relaciones humanas, por eso pesa en nosotros siempre el miedo a la traición, a la mentira o a la hipocresía. Los superhéroes no son distintos. Como hemos comentado en anteriores ocasiones, todas las historias que reflejan un mundo de fantasía, de ciencia ficción o, en definitiva, de irrealidad, suelen ahondar en aspectos que son muy reales, al menos si merecen la pena. Por ello, el apartado de los superhéroes no iba a ser menos.
Por ejemplo, ya comentamos en relación a X-Men la cuestión de la otredad, del miedo y el odio a lo desconocido o a lo considerado normal (entran aquí muchos y variados sectores sociales que han sido discriminados a lo largo de la historia) y de cómo ello podía derivar en un ambiente conflictivo. En efecto, aquellas aventuras que rellenaban tiras de cómics ya maduraron hace tiempo, pudiendo así reflejar más sobre nosotros mismos y nuestra sociedad de lo que desde una visión externa cabría esperar. Sobre la confianza versa precisamente JLA: Torre de Babel (2000), aunque también sobre la comprensión hacia los demás. Una amenaza se cierne sobre el mundo, pero también sobre la Liga de la Justicia.
El villano Ra's al Ghul pretende salvar a la Tierra del daño que le causa la humanidad, por lo que planea crear la incomprensión lingüística como sucediera en la bíblica Torre de Babel. Pero para cumplir con su ansiado objetivo, tendrá que derrotar a los héroes de la JLA recurriendo a sus puntos débiles, recogidos en los archivos de uno de sus miembros. En esta historieta, encontramos entre los componentes a Superman, Batman, Wonder Woman, Aquaman, el Detective Marciano, Flash, Linterna Verde y, seguramente el menos conocido ante el resto de icónicos superhéroes y un personaje algo cargante, Plastic Man.
Al frente de esta historia encontramos a Mark Waid (1962-), habitual de DC que se encargó durante ocho años de Flash, además de trabajar también para Marvel en historias de Spider-Man, Daredevil, Capitán América o Los Cuatro Fantásticos. En la cabeza del apartado artístico, encontramos a Howard Porter, conocido sobre todo por revitalizar la JLA junto a Grant Morrison o por su etapa en Flash junto a Geoff Johns, y al entintador Drew Geraci.
Podemos situar dos tramos en la historia que compone Torre de Babel. La primera supone el desconcierto de nuestros protagonistas, que comienzan a percibir los movimientos de Ra's al Ghul y también que se ven contra las cuerdas por la estrategia del villano, que parece conocerles demasiado bien. El segundo tramo se inicia con el desarrollo del plan del villano de llevar la incertidumbre lingüística a la humanidad mientras la JLA descubre por qué han sido derrotados y deben recuperar cierta confianza para afrontar la lucha final.
Aunque podría parecer que el mayor motivo de interés de esta historia reside en observar cómo son derrotados el equipo de superhéroes, lo realmente interesante es el punto de ruptura que supone estos acontecimientos en sus relaciones, sobre todo para Batman. A diferencia de sus compañeros, el héroe de Gotham es un ser humano sin poderes, cuyo mejor habilidad reside en su capacidad deductiva, pero también en mantener una actitud precavida y reservada, capaz de establecer confianza manteniéndose distante.
Por ello, cuando todos los demás descubran que ha mantenido planes secretos para derrotarles en caso necesario, es normal que la confianza con el encapuchado se resquebraje, incluso para su amigo Superman. Lo cierto es que esta trama no es novedosa dentro del panorama de la JLA. Ya en la reseñada JLA: Año uno (1998), también escrito por Mark Waid, encontrábamos al Detective Marciano tomando datos de sus compañeros por inseguridad, una cuestión que se recuerda en este cómic.
Sin embargo, el punto al que se llega en este caso es más avanzado, dado que se produce una traición inconsciente por parte de Batman, al caer sus informes en manos enemigas. El propio murciélago se enfrentará a su debilidad: sus padres, el motivo por el que se convirtió en el guardián nocturno de Gotham. Esta trama ensombrece el curioso plan del villano, que apunta hacia la necesidad del lenguaje en el ser humano y que podría haber dado más de sí. En este sentido, el carácter más aventurero de este tipo de historietas se pierde en favor de explorar las relaciones de sus personajes, que acaba siendo el apartado más interesante en Torre de Babel.
Por ello, cuando todos los demás descubran que ha mantenido planes secretos para derrotarles en caso necesario, es normal que la confianza con el encapuchado se resquebraje, incluso para su amigo Superman. Lo cierto es que esta trama no es novedosa dentro del panorama de la JLA. Ya en la reseñada JLA: Año uno (1998), también escrito por Mark Waid, encontrábamos al Detective Marciano tomando datos de sus compañeros por inseguridad, una cuestión que se recuerda en este cómic.
Sin embargo, el punto al que se llega en este caso es más avanzado, dado que se produce una traición inconsciente por parte de Batman, al caer sus informes en manos enemigas. El propio murciélago se enfrentará a su debilidad: sus padres, el motivo por el que se convirtió en el guardián nocturno de Gotham. Esta trama ensombrece el curioso plan del villano, que apunta hacia la necesidad del lenguaje en el ser humano y que podría haber dado más de sí. En este sentido, el carácter más aventurero de este tipo de historietas se pierde en favor de explorar las relaciones de sus personajes, que acaba siendo el apartado más interesante en Torre de Babel.
No obstante, más allá de este desarrollo tan relevante, que cuenta con un final que retrata el carácter de cada personaje, se echa en falta un mejor engarce entre los distintos elementos que se exponen en el cómic, otorgando también más importancia a las tramas que se desarrollan. Por ejemplo, el ya mencionado villano, que en ocasiones puede llegar a parecer ridículo y que no acaba por sentirse como una auténtica amenza ¡a pesar de haber estado podido derrotar a la JLA! El dibujo no se sitúa tampoco entre lo mejor que podamos encontrar, con algunas expresiones poco trabajadas o escenas de acción que se notan estáticas.
En definitiva, lo mejor de JLA: Torre de Babel reside en cómo se produce la ruptura entre los héroes, logrando que todos se mantengan a un mismo nivel de presencia y con su personalidad reconocible, aunque con cierta preferencia, evidente por el guión, por Batman. El culmen llega con un final que, por encima de la aventura contra el villano, sitúa la acción en el debate surgido dentro de la JLA por los acontecimientos de esta historia.
hola! que placer leer tus reseñas, le das una perspectiva y originalidad fresca y directa, nos gustan tus entradas. gracias y un saludobuho.
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