X-Men: la decisión final, de Brett Ratner

23 febrero, 2014

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Llegamos a la cinta que supuso el cierre de una trilogía iniciada en el 2000 con X-Men y que tuvo su punto álgido con la segunda entrega, X-Men 2 (2003), ambas dirigidas por Bryan Singer, que abandonó la dirección en esta ocasión para dedicarse a una entrega que revitalizase la figura de Superman; nos referimos a Superman returns (2006). 

Brett Ratner en el centro de la imagen junto a parte del reparto
La cuestión, en definitiva, es que Brett Ratner se hizo cargo de este tercera parte que ya en la parte final de la anterior entrega había dejado pistas de la trama que recogería: la historia del mutante Phoenix, el alter ego de Jean Grey. Sin embargo, no sabemos si el hecho de recoger el testigo de otro director supuso para Brett Ratner un obstáculo que no pudo solventar, como se demuestra en los resultados de la cinta. 

El director ya tenía experiencia en cintas de acción, habiendo dirigido anteriormente Hora punta (Rush Hour, 1998) o El gran golpe (After the Sunset, 2004), así como el piloto de la serie Prison Break (2006) o la cuarta entrega de películas relacionadas con el personaje Hannibal Lecter, El dragón rojo (Red Dragon, 2002). De forma más reciente, está dirigiendo una cinta sobre Hércules: Hercules: The Thracian Wars (2014). Así, podríamos esperar que tuviera cierta contundencia a la hora de conducir un film de superhéroes que ya estaba trabajado.

Pero no ocurrió así. Al inicio de la película se abren varios frentes que se relacionan íntimamente con las dos tramas principales: el poder desmesurado de Phoenix y la cura que se ha creado para hacer desaparecer los poderes mutantes. Ambas tramas bastante potentes que se intentan entrelazar creando una colisión inevitable entre los mutantes que prefieran ser humanos o aquellos que tan solo ven una amenaza en esa vacuna: un arma de los humanos para domarlos, para volverlos normales. Sin duda, el apoteósico enfrentamiento que se había vislumbrado en las entregas anteriores y que aquí vendría a poner el broche final al asunto, pero eso provoca, a su vez, un despliegue tal que impide valorar mejor a los árboles que componen tan frondoso bosque.


Por una parte, el argumento que rodea a Jean Grey se emplea dentro de la otra trama, lo que aparta la mirada de todo lo que supone el cambio o la doble personalidad de este personaje, que podría haberse trabajado mucho más y que, aunque tiene sus momentos brillantes y valió una buena interpretación de Famke Janssen, al final acaba resultado hasta ridículo, empleado para demostrar el potencial de los efectos especiales, muy logrados, más que la verdadera fuerza de un argumento bien llevado. En este sentido, tampoco se entiende la creación de nuevas historias y la inclusión de nuevos personajes que, además, desaparecerán rápidamente, sin indagar demasiado en ellos u otorgándoles poderes, especialmente a los extras, repetidos. 

Nos referimos, por ejemplo, a la poca presencia que se les otorga a personajes como Pícara, cada vez menor en los films, aunque siempre presente, Ángel (Ben Foster), nuevo en la saga pero al que apenas se le ofrecen unas cuantas líneas de diálogo, pese a estar muy presente en los engañosos trailers, Rondador nocturno, carismático personaje de la segunda entrega que desaparece en esta sin mayor explicación, Cíclope (James Marsden), el cual no había ofrecido más que un decepcionante papel en la saga y que en esta película tan solo brilla por los defectos multiplicados de anteriores apariciones. No hablemos ya de los nuevos mutantes malvados, que arrastran la poca personalidad que siempre hemos señalado que tenían junto al reparto humano, a excepción del envolvente Magneto, que vuelve a brillar en la actuación de McKellen, pero que precisamente lo hace por el eclipse al que son sometidos los demás.


Hasta personas tan estimables como Mística o el profesor X (Patrick Stewart) son desdeñados con suma facilidad, mientras que se les otorga mayor presencia a Tormenta (Halle Berry), cuya evolución ha sido favorable, y al que se ha convertido en figura central de la saga, Lobezno (Hugh Jackman). Pensó Ratner que no era necesaria ninguna presentación, para no aletargar el film, pero sin embargo, se excedió en la inclusión de personajes o en su exceso protagonismo frente a otros que, estando ya en el reparto, debían haber contado con un mayor desarrollo.

Quizás por eso no se entiende que, pese a que su papel está bien llevado, Kitty Pride (Ellen Page) absorba la parte de Pícara (Anna Paquin), o que Mística (Rebecca Romjin) pierda su puesto frente a personajes como Juggernaut (Vinnie Jones), Callisto (Dania Ramírez) o Kid Omega (Ken Leung), que tan solo sirven para desplegar sus poderes sin mayor desarrollo. Mención aparte al mutante encargado de la cura, interpretado por Cameron Bright, cuya historia es toda una incógnita, lo que da buena cuenta de lo mal que funcionó la unión de dos tramas principales mal entrelazadas. A favor de la cinta, en cuanto a personajes, la aparición de Bestia (Kelsey Grammer), que realiza una buena aparición y resulta tan carismático como debía haber sido Cíclope.


En resumen, unas ideas potencialmente interesantes que fueron mal llevadas y unidas, lo que condujo a un desarrollo lineal y ciertamente aburrido de la historia y de sus personajes, sin destacar el apartado cinematográfico a excepción de los efectos especiales, muchas veces empleados para sorprender que por propia necesidad de hacer uso de ellos. Además, aunque pudiéramos ver un film contundente al realizar ciertas acciones, al final resulta bastante tramposo, con dos escenas finales que vienen a desmentir parte del argumento mostrado en toda la cinta, y que deja abierto el futuro a lo que está por venir en X-Men: días del futuro pasado (X-Men: Days of future past, Bryan Singer, 2014). 

Esperemos que no vuelva a ser una búsqueda de sorprender con efectos especiales como resultó X-Men: la decisión final (X-Men: The Last Stand) en lugar de aprovechar un argumento que resulta interesante para todos los aficionados de los X-Men y de las historias de superhéroes.

Escrito por Luis J. del Castillo




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