El cómic no es nuestro campo más prolífico, aunque tengamos algunas menciones al manga en el caso de nuestra sección Animando desde Oriente y hayamos reseñado alguna pieza, como las aventuras de Blake y Mortimer, del belga Edgar Pierre Jacobs; no obstante, es un género más que nos gustaría tocar ocasionalmente en Baúl del Castillo. Y en esta ocasión, nos lanzamos a una de sus vertientes más populares: los superhéroes. En este caso, nos vamos a un reinicio que tuvo lugar a finales de los noventa, recuperando a la JLA, aquí conocida como la Liga de Justicia de América.
En el volumen JLA: Año uno se recopilan las aventuras iniciales y la formación de este grupo de superhéroes retomando el concepto anterior tras el cambio que supuso el ciclo Crisis en Tierras Infinitas en los ochenta, que alteró las historias por todos conocidas en uno de esos cambios al que parecen habernos habituado en el mundo de los cómics. A lo largo de 1998 se fue publicando esta colección de 12 capítulos que nos adentra en los pormenores de la creación de la JLA, su primer gran desafío y la creación de las relaciones personales entre sus personajes.
Al frente de este reinicio se encontraban los guionistas Mark Waid y Brian Augustyn, ambos ya habían colaborado juntos en las aventuras de Flash, mientras que del dibujo se encargó Barry Kitson. Aunque en su origen, en los 60, durante la denominada Edad de Oro, la JLA contaba entre sus fundadores con superhéroes tan célebres como Superman, Batman o Wonder Woman. Sin embargo, debido a los cambios que habían sufrido estos personajes en sus nuevas líneas, fueron descartados o sustituidos, recuperando al resto del elenco, compuesta por Flash, el Detective Marciano, Linterna Verde y Aquaman, junto a la incorporación de Canario Negro.
En el volumen JLA: Año uno se recopilan las aventuras iniciales y la formación de este grupo de superhéroes retomando el concepto anterior tras el cambio que supuso el ciclo Crisis en Tierras Infinitas en los ochenta, que alteró las historias por todos conocidas en uno de esos cambios al que parecen habernos habituado en el mundo de los cómics. A lo largo de 1998 se fue publicando esta colección de 12 capítulos que nos adentra en los pormenores de la creación de la JLA, su primer gran desafío y la creación de las relaciones personales entre sus personajes.
Al frente de este reinicio se encontraban los guionistas Mark Waid y Brian Augustyn, ambos ya habían colaborado juntos en las aventuras de Flash, mientras que del dibujo se encargó Barry Kitson. Aunque en su origen, en los 60, durante la denominada Edad de Oro, la JLA contaba entre sus fundadores con superhéroes tan célebres como Superman, Batman o Wonder Woman. Sin embargo, debido a los cambios que habían sufrido estos personajes en sus nuevas líneas, fueron descartados o sustituidos, recuperando al resto del elenco, compuesta por Flash, el Detective Marciano, Linterna Verde y Aquaman, junto a la incorporación de Canario Negro.
JLA: Año uno constituye un homenaje al primer inicio de la JLA, dado que recurre a la misma historia de su origen pero creando una trama mucho más elaborada que la primigenia publicada en febrero de 1962. De esta forma, nos encontramos con una invasión extraterrestre a la Tierra de varios alienígenas procedentes de Appellax que iban a usar el planeta como terreno de batalla, pero son derrotados por diferentes superhéroes en distintos lugares, hasta que el último es derrotado por la combinación de cinco de ellos. A partir de ahí, ante la expectación del público humano, y para desconcierto de varios de estos superhéroes, comienza a surgir la necesidad de formar un grupo, de aunar fuerzas ante nuevas amenazas y de empezar un nuevo ciclo de heroicidad.
Sin duda, la mayoría de los componentes no son las figuras más célebres y conocidos de la factoría de DC, a excepción de, posiblemente, Flash, que en los últimos años ha recuperado cierta popularidad con la serie televisiva y próximamente en su encarnación cinematográfica, Aquaman y Linterna Verde, este último con una denostada adaptación cinematográfica, que personalmente no conozco. El resto han tenido cierto espacio televisivo en los últimos años, por ejemplo, la heroína Canario Negro en Arrow o el Detective Marciano, J'onn J'onzz, en Supergirl. Ahora bien, más allá de su fama, lo realmente importante es observar cómo funcionan en su conjunto. Y lo cierto es que en JLA: Año uno se consigue plasmar sobre todo la dificultad de ser quienes son.
La historia que se nos narra en esta colección de 12 capítulos con una trama común se bifurca de forma clara en dos líneas paralelas, que acabarán por unirse en el clímax final. Por así decirlo, se trata de la parte profesional de la historia y la parte personal. La primera es la más espectacular para el lector y la que encandila al público más joven, con superpoderes, combates contra villanos de los más estrafalarios, colaboraciones con otros superhéroes, más o menos conocidos, y las diferentes dificultades a la que deben hacer frente nuestro grupo de protagonistas para salir victoriosos, algo que no siempre resultará fácil.
El problema con este apartado es que en determinados capítulos no aporta interés. Como lector, el cómic te ofrece pistas de una subtrama que enlaza todas estas aventuras sueltas y te obsequia con pistas de la auténtica amenaza, pero a la vez te vapulea con toda una serie de villanos algo insulsos para mi gusto, sobre todo porque resultan desconocidos salvo que seas un seguidor de DC. No es que resulte necesario contarnos la vida de cada personaje que aparece, dado que en realidad hay ocasiones en que aparecen otros personajes que, sin conocerlos con anterioridad, encajan a la perfección y se comprenden sus motivaciones, poderes o incorporación a la trama (por ejemplo, la Sociedad de la Justicia de América, por así decirlos, los veteranos, o la Patrulla Condenada), pero esto no sucede con la mayoría de villanos que desfilan por la Parte 1. Algunos incluso son elididos, aunque mencionados, dejándonos la sensación de una narración fragmentaria. Por suerte, este aspecto se ve solventado tanto por la línea personal en la Parte 1 como por el buen desarrollo de toda la Parte 2, centrada en un único objetivo, a pesar de la aparición de un montón de superhéroes dispersos que acaban por funcionar como un (necesario, por otra parte, para la trama) ejército de extras.
El problema con este apartado es que en determinados capítulos no aporta interés. Como lector, el cómic te ofrece pistas de una subtrama que enlaza todas estas aventuras sueltas y te obsequia con pistas de la auténtica amenaza, pero a la vez te vapulea con toda una serie de villanos algo insulsos para mi gusto, sobre todo porque resultan desconocidos salvo que seas un seguidor de DC. No es que resulte necesario contarnos la vida de cada personaje que aparece, dado que en realidad hay ocasiones en que aparecen otros personajes que, sin conocerlos con anterioridad, encajan a la perfección y se comprenden sus motivaciones, poderes o incorporación a la trama (por ejemplo, la Sociedad de la Justicia de América, por así decirlos, los veteranos, o la Patrulla Condenada), pero esto no sucede con la mayoría de villanos que desfilan por la Parte 1. Algunos incluso son elididos, aunque mencionados, dejándonos la sensación de una narración fragmentaria. Por suerte, este aspecto se ve solventado tanto por la línea personal en la Parte 1 como por el buen desarrollo de toda la Parte 2, centrada en un único objetivo, a pesar de la aparición de un montón de superhéroes dispersos que acaban por funcionar como un (necesario, por otra parte, para la trama) ejército de extras.
En el apartado personal observamos mejor la madurez que pueden contener estas historias. Cada uno de los protagonistas está dibujado (nunca mejor dicho) con unas características, intereses y preocupaciones particulares. Tenemos a un Linterna Verde elocuente y arrogante a la par, también algo mujeriego, aunque acabará por mostrar sus inseguridades, a un Flash brillante, cuyos problemas se acrecientan cuando su trabajo como superhéroe le lleva a descuidar no solo su vida profesional en la policía forense de Central City, sino también su relación amorosa, a una Canario Negro que obtiene un crecimiento y una madurez en la historia de una forma natural, descubriendo que más allá de las máscaras y los poderes, existen personas y también sentimientos, acabando así con cualquier idealismo, y por último, de forma doble, a los incomprendidos Aquaman y el Detective Marciano, tratando de adaptarse y confiar en los humanos, adecuándose a su sentido de humor y alcanzado a ver, en el caso de Aquaman, que en el ser humano terrestre pueden existir a la par los mejores destellos de bondad junto a las peores muestras de maldad. Comentario aparte el sibilino Detective Marciano, que acaba por erigirse con el rol más interesante hacia el final de la historia.
Creo que en JLA: Año uno encontramos una obra bisagra, un cómic que puede gustar tanto a quienes busquen la épica como a quienes traten de hallar un mínimo de profundidad en las aventuras de superhéroes. Quizás por la época en que está escrito, abandona la simpleza que encontrábamos en los orígenes de estas franquicias para ahondar en cuestiones más profundas, algo que ya se estaba haciendo con otros superhéroes. De esta forma, aquí se abarcan distintos temas de índole social, como el feminismo, representado por una Canario Negro ideal en este caso, dado que a su vez se ve envuelta en la hipocresía de un disfraz que poco tiene que ver con ella salvo por el sentimiento de justicia y la herencia de su madre; o también la xenofobia o el simple y terrible miedo a lo diferente, que nos habla también de la humanidad de estos héroes poco idealizados, héroes con defectos, inseguridades y miedos.
A su vez, no puede evitar ser un cómic con los tópicos usuales de los superhéroes, como sus curiosas debilidades (fuego en el caso del Detective Marciano o el color amarillo en el de Linterna Verde), aunque también encontramos chistes sobre sí mismos, por ejemplo, con menciones a la licra.
A su vez, no puede evitar ser un cómic con los tópicos usuales de los superhéroes, como sus curiosas debilidades (fuego en el caso del Detective Marciano o el color amarillo en el de Linterna Verde), aunque también encontramos chistes sobre sí mismos, por ejemplo, con menciones a la licra.
Aunque no puedo opinar en exceso sobre el dibujo, dado que mis conocimientos no son demasiado elevados en la materia, considero que Barry Kitson consigue aquí un trabajo logrado, con un nivel que se mantiene en todos los capítulos y un color vivo, debiendo mencionar aquí a Pat Garrahy como uno de los responsables del coloreado, que se identifica muy bien con el optimismo que se espera de la JLA, jugando a su vez muy bien con las sombras.
En la edición que manejo, realizada por Salvat, encuentro algunas cuestiones dignas de mención, como errores en las referencias o en la traducción, por ejemplo o referencias, por ejemplo, un personaje llamando Green Lantern a Green Arrow, por cierto, traduciendo los nombres según el gusto, dado que nos encontramos esos nombres en inglés junto a otros traducidos, como Canario Negro o Detective Marciano, o directamente errores en el uso del español, como verbos con una persona gramatical que no encaja o el uso de un contra más que chirría bastante. También observo una ausencia de recursos para representar cuestiones de comunicación. Desconozco si se encuentra en la obra original, pero resulta incoherente que la mayoría de personas tengan dificultades para entender a Aquaman pero el lector lo lea (y por tanto, lo escuche) a la perfección. Quizás para solucionarlo se podría haber optado por un tamaño de letra menor, dado que el resto de personajes suelen comentar que apenas susurra.
En la edición que manejo, realizada por Salvat, encuentro algunas cuestiones dignas de mención, como errores en las referencias o en la traducción, por ejemplo o referencias, por ejemplo, un personaje llamando Green Lantern a Green Arrow, por cierto, traduciendo los nombres según el gusto, dado que nos encontramos esos nombres en inglés junto a otros traducidos, como Canario Negro o Detective Marciano, o directamente errores en el uso del español, como verbos con una persona gramatical que no encaja o el uso de un contra más que chirría bastante. También observo una ausencia de recursos para representar cuestiones de comunicación. Desconozco si se encuentra en la obra original, pero resulta incoherente que la mayoría de personas tengan dificultades para entender a Aquaman pero el lector lo lea (y por tanto, lo escuche) a la perfección. Quizás para solucionarlo se podría haber optado por un tamaño de letra menor, dado que el resto de personajes suelen comentar que apenas susurra.
No obstante, son cuestiones menores que se deben cuidar sobre todo en una buena edición, pero que no resta valor al conjunto gráfico de JLA: Año uno, donde encontramos una obra madura que no solo nos presenta las aventuras de un grupo de superhéroes sin más, sino que trata de humanizarlos y convertirlos en seres más cercanos, personas que deben aprender a colaborar, a confiar los unos en los otros y a comprender que nuestras diferencias pueden hacernos mejores cuando se combinan para un bien común.
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