Música Inolvidable (XV): Tangerine Dream

25 julio, 2013

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La música de Tangerine Dream podría encajar perfectamente dentro de nuestra sección Otros Mundos, porque al escucharla parece inevitable trasladarse a mundos distantes -aunque estén en este-, a épocas pretéritas congeladas en el tiempo, a civilizaciones desaparecidas u otras en formación, allá en remotos lugares… a parajes solitarios donde las ruinas muestran su ya vencido orgullo en medio del silencio.

Es la magia evocadora de este grupo alemán de los setenta, desde su primigenio Electronic meditation (1970), arcaico pero innovador, y preludio de una producción altamente disfrutable, en la que adquirieron entidad propia sintetizadores, secuenciadores, generadores de ondas, el synclavier o el melotrón (los primeros teclados eléctricos, antecedentes del sampler).


El grupo se formó a finales de los sesenta, durante el periodo en que se gestaron las llamadas Escuelas de Berlín y de Düsseldorf, conformadas por grupos que, cada uno dentro de su estilo, pretendieron (y lograron) el desarrollo de la música electrónica.

Bajo los auspicios de Edgar Froese, auténtica alma máter del grupo (como atestiguan sus otros trabajos en solitario), Tangerine Dream hizo evolucionar, junto a otros artistas de grato recuerdo (ya hablaremos de alguno más), el sonido de esa música electrónica. Ejemplo de ello son sus temas, extensos y bien desarrollados, de resonadores y sugestivos títulos, constituidos por las texturas y sonoridades proporcionadas por la nueva tecnología de los setenta y primeros ochenta; un tiempo en que el oyente parecía incluso necesitado de esos nuevos sonidos, los cuales ya han pasado a formar parte del acervo “clásico”.


La formación fue recomponiéndose con el tiempo, siempre con su creador, Edgar Froese, como líder, destacando el trío con Christopher Franke y Peter Baumann (luego con Johannes Schmoelling). De hecho, de Tangerine Dream son especialmente regocijantes y sugestivos (desde mi punto de vista), los llamados años de Virgin, su discográfica (la misma que dio a conocer a Mike Oldfield), la cual les proporcionó la estabilidad deseada y favoreció una creatividad que acabó cimentando el particularísimo sonido cósmico de la banda.


Nunca me han gustado del todo las etiquetas: el llamado New Age se equipara demasiado con la relajación y lo místico, pero lo cierto es que cada grupo (bueno) tiene su propia identidad y su propio sonido. Para aquel que desee adentrarse en los “otros mundos” de Tangerine Dream, los trabajos “Virgin”, desde el imprescindible Phaedra (1974) hasta el rítmico Hyperborea (1983), le proporcionarán inolvidables momentos de ensoñación “clásica”. Aunque también merecen una visita las obras pretéritas, Alpha Centauri (1971), Zeit (1972) o Atem (1973).

La música de Tangerine Dream también resultó ser apropiada para determinadas películas como banda sonora. El aire inquietante, incisivo y ensoñador de su estilo, aportó mucha de la atmósfera que presentan relatos como Carga maldita (Sorcerer, 1977), Ladrón (Thief, 1980), Legend (1985, sin menoscabo para la excelente partitura de Jerry Goldsmith, empleada en otras versiones), Los viajeros de la noche (Near dark, 1987) o Vidas distantes (Shy people, 1988).


Otro de sus temas, contenido en el álbum Le Parc (1985), que ponía música a distintos parques emblemáticos del mundo, fue empleado como leitmotiv principal en la simpática serie televisiva Halcón callejero (incluimos dicho tema con un vídeo). De los últimos trabajos de la formación, junto a Le Parc, también destacaría el álbum de estudio Optical race (1988).


Como curiosidad, en España se les pudo ver actuar en 1976, proporcionando un espectáculo ciertamente inolvidable, con el innovador láser como elemento más “vistoso” de la actuación.

Tangerine Dream es sinónimo de ilusionismo sonoro. Su música nos lleva a otras épocas, entre ellas, a aquella en la que el disco era aún tratado como un objeto artístico, lo que queda demostrado por medio del trabajo llevado a cabo con las portadas. Y es que la historia de la música es también la historia de sus portadas.


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