Francisco Ayala, un autor de siglo

23 abril, 2013

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Un año más, se cumple una jornada importante para el mundo del arte y literatura: hoy 23 de abril, es el Día Internacional del Libro. Por eso, desde Baúl del Castillo queremos contribuir a este día dedicándolo a una figura importante y consagrada como lo fue el veterano escritor Francisco Ayala. Narrador y crítico granadino, Ayala nació en 1906. Hijo de Francisco Ayala Arroyo y Luz García-Duarte, fue nieto del eminente médico Eduardo García Duarte, quien también fue rector de la Universidad de Granada.

Su afición por las artes se tradujo en su indecisión entre dedicarse a la pintura o a la literatura, una pasión que también heredaría su hija, que actualmente es historiadora del arte. Con dieciséis años, se trasladó a Madrid, donde pronto entró en contacto con los grupos literarios de vanguardia y empezó a colaborar en importantes revistas del momento como La Gaceta Literaria y Revista de Occidente. En esos años publicó sus primeras novelas y dos volúmenes de relatos vanguardistas (El boxeador y un ángel y Cazador en el alba), así como Indagación del cinema.

Francisco Ayala
En la capital también estudió Derecho y Filosofía y Letras. Durante la década de los treinta, interrumpe su creación literaria porque su vanguardismo le parece incompatible con la realidad que estaba viviendo. Tras su estancia para ampliar estudios en Berlín, obtuvo el doctorado, ganó las oposiciones a Letrado de las Cortes y, más tarde, a catedrático de Derecho Político. Además, fue de los primeros que redactaría artículos periodísticos referentes al auge del nazismo de la época.

En el comienzo de la Guerra Civil se encontró dando conferencias en Sudamérica y, aunque previó que iban a perderla, regresó durante la misma y ejerció como funcionario del Ministerio de Estado, entre otros desempeños, en tareas diplomáticas desde la legación de España en Praga. Al caer la República se exilió con su mujer y su hija en Buenos Aires, donde retomó su dedicación a la literatura después de años de silencio. Pasó diez años trabajando y colaboró en la revista Sur, en el diario La Nación y en la editorial Losada, confundando con Lorenzo Luzuriaga la revista Realidad, una de las más importantes en la época del exilio. Sus primeras obras publicadas fueron Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925), Historia de un amanecer (1926) y Cazador en el alba (1930).

Algunas de sus principales obras
El mundo entero presentaba otro aspecto. Más veloz, y menos lírico. Estrecho, idéntico a sí mismo, ya no [...] consentía esos descubrimientos de que los tréboles tienen siempre tres hojas, o de que el hielo flota sobre el agua. Su vida, hasta ahora sonámbula, blanda y desamparada, vertida al exterior, había desembocado en un desfiladero sin valles prometidos.
(Erika ante el invierno, Francisco Ayala)

En 1950 se trasladó a San Juan de Puerto Rico, en cuya universidad enseñó Sociología, además de dirigir el departamento editorial y crear una nueva revista, La Torre. Las dos últimas décadas de su exilio transcurrieron en Estados Unidos, donde ejerció como profesor de literatura en las universidades de Princeton, Chicago y Nueva York, entre otras, hasta su regreso definitivo a España en 1977.

Ayala a la edad de treinta años
Francisco Ayala, que también fue traductor y editor, nunca dejó de colaborar en la prensa diaria, siendo autor de una extensa obra ensayística y literaria en la que caben el ensayo sociológico (Tratado de sociología, Razón del mundo), los estudios literarios (El escritor en su siglo, Las plumas del fénix), libros de relatos (Los usurpadores, La cabeza del cordero), novelas (Muertes de perro y El fondo del vaso) y obras singulares como El jardín de las delicias (premio de la Crítica), que, junto con sus memorias, Recuerdos y olvidos (1906-2006), le valieron el reconocimiento de estudiosos y lectores y su plena reincorporación a la vida cultural española. Los rasgos fundamentales de su obra son el intelectualismo, la ironía o la deshumanización y el realismo crítico, obteniendo el Premio Nacional de Literatura en 1983. Ingresó en la Real Academia al año siguiente, y, posteriormente, su obra fue distinguida, entre otros, con los premios Cervantes y Príncipe de Asturias de las Letras. 

En 2006, convertido en un clásico vivo, Francisco Ayala tuvo la oportunidad de asistir a los actos de conmemoración de su centenario. De manos del alcalde de Granada, José Torres Hurtado, recibió una reproducción de plata de la espada de Fernando el Católico como regalo de todos los granadinos. Por su parte, el rey Juan Carlos I le definió como «el auténtico artesano de la palabra, quien ha esculpido una vida llena de fuerza creativa, admirable lucidez y genial maestría». Ayala fallecería en Madrid el 3 de noviembre de 2009, a los ciento tres años de edad.

Ayala junto al rey Juan Carlos I en el día de su centenario
Don Álvaro, claro está, compró entonces el libro [El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha] [...] ¿Será arriesgado pensar que, en llegando a las últimas páginas, allí donde tiene que asistir a la muerte de aquel hombre estrafalario [...] los ojos del caballero granadino se empañaron en lágrimas?
(La invención del Quijote, Francisco Ayala)

En el mismo año de su centenario, nació la Fundación Francisco Ayala, cuya sede se sitúa en el palacete de Alcázar Genil de Granada. Su presidenta de honor es Carolyn Richmond de Ayala, segunda esposa del escritor, teniendo figuras relevantes de la sociedad y cultura andaluza dentro del patronato de dicha fundación. Tiene por objeto custodiar el legado creativo, intelectual y material de Francisco Ayala, además de promover el estudio y la difusión de su obra como precursor de la renovación de la prosa española de vanguardia, la narrativa y el ensayo del exilio, el pensamiento social y la teoría y la historia literarias. La Fundación asume la apuesta ética de Francisco Ayala en defensa de la libertad, entendida como patrimonio individual y compromiso social.

Ayala junto a su esposa Carolyn
La personalidad de Ayala transmite serenidad, bondad y cercanía, en contraposición a la imagen oscura que puede desprenderse tras la lectura de sus obras. Descubridor de escritores reconocidos como Julio Cortázar y coetáneo de numerosos autores del siglo XX gracias a su prolongada vida. Tuvo la oportunidad de conocer a las figuras más relevantes de principio de siglo, como Lorca, Azaña o Borges, hasta los autores de generaciones más cercanas al siglo XXI, como Luis García Montero o Rafael Juárez Ortiz.  

Soy un cómico que lleva años esperando a que se baje el telón, pero no termina de bajarse. Justificadas palabras pronunciadas por el propio Francisco Ayala, quien, en 2007, ya se refería a su longevidad. Se había convertido, por derecho propio, en todo un capítulo de la historia de la literatura española del siglo XX. Títulos como La cabeza del cordero, Muertes de perro o El jardín de las delicias ocupan ya un lugar de honor en la historia de la misma. Un lugar en el que sus memorias, Recuerdos y olvidos, tienen su propio espacio dentro del género autobiográfico. Sin duda, un narrador centenario, testigo de los sucesos más importantes durante generaciones del pasado más reciente.


Escrito por Mariela B. Ortega


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