Una de las
mejores definiciones que sobre el jazz
circulan, y que atesoró el inigualable Juan Claudio Cifuentes, Cifu para los amigos (1940-2015), es la
que dice que jazz es todo aquello susceptible
de ser reconvertido y adaptado a dicho lenguaje. Es decir, que tanto una pieza
clásica como, pongo por caso, My Favorite
Things, composición de Rodgers (1902-1979) y Hammerstein (1895-1960) para
su musical The Sound of Music (1959), o cualquier tonada popular, se pueden
transformar en obras jazzísticas en función de su pertenencia al particular
idioma de este tipo de música; sus características de ritmo, improvisación,
timbre personal y swing.
Este año se
me ha ocurrido traer a nuestras mesas y oídos tres discos del ámbito del jazz, pero relacionados con la Navidad.
Existen otros muchos, principalmente vocales, pero en esta ocasión, he decidido
que los tres trabajos fueran instrumentales, y más fruto de la casualidad, de
la mano de sendos guitarristas.
El primero
de ellos es Have Yourself a Soulful
Little Christmas (Cadet-Verve,
1966), del instrumentista y educador estadounidense Kenny Burrell (1931),
discípulo espiritual de los maestros Charlie Christian (1916-1942), Django
Reinhardt (1910-1953) y Wes Montgomery (1923-1968). Nada menos. De sonido tan
refinado como hard-bop, algo más
bullicioso, pero sin perder nunca de vista la esencia de la afectuosidad, Kenny
Burrell hace un sentido repaso a los acostumbrados estándares navideños. En
algunas entrevistas, el intérprete ha comentado que parte de su técnica
consiste en que pongo los agudos más
bajos, medios los graves, y subo los medios. De este modo, enfatiza las
secuencias de grado medio.
Burrell
proporciona, además, en su área de improvisación, desvíos y arabescos muy sugerentes,
que comienzan en el primer tema del disco, Little Drummer Boy, mientras la línea
melódica principal se despliega en lontananza. Lo mismo sucede con God Rest Ye Merry Gentlemen. Los
desarrollos no son, empero, excesivamente amplios, los temas se ejecutan en
unos tres minutos y medio como media, con objeto de ofrecer una mayor variedad
temática, siempre desde el respeto a la letra y la espontaneidad jazzística.
Kenny Burrell |
La placidez
sobresale en partituras tan conocidas como Have
Yourself a Merry Little Christmas, con inclusión de algunas cuerdas
arropadoras, o Away in a Manger, The Christmas Song, The Twelve Days of Christmas, y la menos transitada Merry Christmas Baby, de Johnny Moore
(1934-1998) y el letrista Lou Bacxter (-). A su vez, dejes sesenteros en la
instrumentación se hacen perceptibles en la versión de My Favorite Things, Mary’s
Little Boychild, y en el colmo del paroxismo, Children Go Where I Send Thee. Pero sin desbordar su sonoridad
mesurada y ritmo equilibrado. Sonido de Detroit, en definitiva.
Especialmente
sublimes resultan White Christmas,
con el piano esporádico del intérprete -o tal vez el arreglista Richard Evans (1932-2014),
que no hay forma de dilucidarlo, ni en el álbum ni en internet-, y cómo no, Silent Night. El díptico de canciones
estrella de cada Navidad.
El
siguiente disco en nuestra relación es The
Charlie Byrd Christmas Album (Concord,
1982). De atmósfera más recoleta si cabe, al estar interpretadas todas las
piezas a guitarra sola. Y con una pulcritud clásica que no deja mucho espacio a
la improvisación. No porque Charlie Byrd no sepa hacerlo, obviamente, sino como
respeto escrupuloso a las líneas melódicas originales. Quizá sea el menos
jazzístico de los tres álbumes, en este sentido, pero no por ello ofrece una
menor garantía de vigorosa serenidad. De hecho, nos hallamos ante todo un
recital tradicional de guitarra. Entre los temas más conocidos, redescubrimos Deck
the Halls, Oh Christmas Tree (O Tannenbaum), The Christmas
Song, What Child is This, In the Bleak Midwinter, o Hark
the Herald Angels Sing, y otros que ya hemos mencionado en el anterior trabajo
de Kenny Burrtell (no consigno los distintos autores, porque ya lo he hecho con
anterioridad en otros artículos). Sí que destacan piezas menos habituales, como
Mistletoe and Holly (Stanford-Sinatra-Sanicola),
o los tradicionales Lully Lullay, The Holly and the Ivy, y Angels
We Have Heard on High, estas dos últimas, provenientes del mundo del
góspel.
Si no estoy
mal informado, el presente es el segundo disco navideño de Byrd, tras Christmas Carols for Solo Guitar (Columbia,
1966), de muy parecido contenido, aunque
supongo que distintas interpretaciones, respecto a las de 1982.
En
definitiva, estamos ante un servicial y hogareño empeño de Charlie Byrd
(1925-1999), colaborador del gran Stan Getz (1927-1991), e intérprete ecléctico
por excelencia.
Charlie Byrd |
El tercer trabajo
al que me voy a referir es Winter Nights
(Telarc, 1999), del gran representante de la
fusión en jazz Al Di Meola (1954). Incluye
instrumentación, más elaborada que en las anteriores antologías. Por ejemplo,
incorporando el sintetizador, que proporciona un aura sugestiva al conjunto, de
cálidos ropajes (sus versiones de Have Yourself a Merry Little Christmas,
The First Noel, First Snow -compuesta por él mismo- y la eternamente
bella Scarborough Fair, tema tradicional que solemos asociar con la
versión de Paul Simon [1941] y Art Garfunkel [1941], si bien quisiera recordar
la magnífica lectura que del mismo hicieron Sergio [1948-2015] y Estíbaliz
[1952] en 1985). En consonancia, las improvisaciones de Al di Meola resultan
sutiles y etéreas. Se acompasan bien al ritmo latinizado que articula el secular
Greensleeves o Zima (Meola).
Un dinamismo que rememora, aún en solitario, los buenos momentos junto a John McLaughlin
(1942) y Paco de Lucía (1947-2014).
Composiciones
de nuevo cuño, como Mercy Street, de Peter Gabriel (1950), y Midwinter’s
Night e Inverno (sic),
del propio Meola, abundan en la originalidad auditiva de la propuesta. De entre
los clásicos, devienen excelentes Carol of the Bells y Ave María
de Charles Gounod (1818-1893), publicado originalmente en 1853, y superpuesto
por el autor francés al Preludio nº. 1, Libro I, de El clave bien temperado (1722) de Johann Sebastian Bach
(1685-1750). Sazonan las distintas piezas una serie de “winterludios”, compuestos
nuevamente por Al di Meola. Obras breves de transición que, cual copos de nieve,
unifican el paisaje.
Al Di Meola |
Esta vez
les he propuesto una sonoridad distinta para seguir disfrutando de nuestros clásicos
navideños favoritos. Distintos, aunque reconocibles. Al fin y al cabo, todos
nuestros intérpretes coinciden en la idea estrictamente jazzística de resultar único
y personal, de encontrar tu propio camino o caminos, con cuidado de los atajos.
El músico de jazz es, por ello, libre, porque sabe mejor que nadie que para
formar parte de cualquier conjunto, social o musical, hay que haber desarrollado
antes la debida personalidad. Esa individualidad que los torpes y fanáticos
confunden siempre con egoísmo, las más de las veces de manera interesada. Pero
cualidad imprescindible en cualquier orden de la vida. Más en una época donde
todos tendemos, de forma natural, al bien común. Eso que llamamos Navidad.
Merry Christmas, Baby (Kenny Burrell, 1966)
Mix (Charlie Byrd, 1982)
Carol of the Bells (Al Di Meola, 1999)
Hola :)
ResponderEliminarMuchas gracias por las recomendaciones aunque le jazz no es muy de mi estilo
un beso
Dales una oportunidad a estas grabaciones , y muy feliz entrada de año.
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