La guerra de las galaxias. Episodio IX: El ascenso de Skywalker, de J. J. Abrams

30 diciembre, 2020

| | |
Empezar y acabar una historia suelen ser puntos determinantes. Más aún cuando se supone que el final que está alcanzando es la conclusión de un largo periplo en el que debes tener en cuenta el espíritu y el carisma de las obras antecesoras. Hablamos, cómo no, de Star Wars, también conocida como La guerra de las galaxias en España.

Retomar la saga siempre ha sido difícil por la cantidad exacerbada de críticas y sobreanálisis que se hacen sobre una de las franquicias más importantes del panorama cinematográfico. Cuando lo intentó George Lucas (1944-) con sus precuelas no pudo evitar la decepción de la legión de seguidores que tiene la saga, aunque La venganza de los Sith (Revenge of the Sith, George Lucas, 2005) supuso un agradable cierre y una conexión bastante orgánica con la trilogía original. Cuando se retomó la historia para continuarla, nos encontramos con El despertar de la Fuerza (The Force Awakens, J.J. Abrams, 2015), de la que se reiteró cual mantra de que se trataba de una repetición de Una nueva esperanza (Star Wars: A New Hope, George Lucas, 1977), aunque con personajes distintos y nuevos. Lo cierto es que se trataba de una aventura más dinámica, pero que repetía patrones ya vistos. Fue Los últimos Jedi (The Last Jedi, Rian Johnson, 2017) la que más distanció en los últimos años al público entre quienes la amaban y quienes la despreciaban. Pero, como siempre, faltaba una conclusión que sellara el destino de la nueva trilogía, y ese fue El ascenso de Skywalker (The Rise of Skywalker, J.J. Abrams, 2019).

La aventura final comienza recuperando al villano clásico y elemental de toda la saga de Skywalker: el emperador Palpatine (Ian McDiarmid). Él será la amenaza con la que acabar mientras los protagonistas se debaten entre el lado luminoso y el lado oscuro de la Fuerza. Rey (Daisy Ridley) dudará cada vez más de sus capacidades y de su camino como Jedi mientras que Kylo Ren (Adam Driver) sigue persiguiéndola y tentándola con la oscuridad. En una aventura contrarreloj, la Resistencia trata de encontrar la ubicación de Palpatine y acabar con él antes de que lleve a cabo su plan definitivo: la Orden Final.

Como sucede con todos los proyectos controvertidos y con las producciones que se enfrentan a ciertas limitaciones y cambios, El ascenso de Skywalker cuenta con algunos puntos positivos, pero con una realización muy irregular y bastante plana, llena de pequeños defectos que la convierten en una obra menos fresca que sus antecesoras y más previsible.


Uno de sus apartados más positivos es la recuperación de una aventura luminosa dentro del estilo que J. J. Abrams ya había plasmado en El despertar de la Fuerza. Gracias a la búsqueda que emprenden los personajes para localizar a Palpatine, nos trasladamos de planeta en planeta disfrutando de una variedad rica de paisajes y posibilidades, a la par que se aúna la acción, el humor y la emotividad. Lamentablemente, se trata de una trama tan novedosa que se le tiene que dedicar mucho espacio junto a escenas de acción vacías de avance argumental o de profundidad en el desarrollo de los personajes. 

Es más, dado que los personajes secundarios como Poe (Oscar Isaac) o Finn (John Boyega) acompañan a la protagonista, Rey, acaban perdiendo su propio rumbo, que queda supeditado a la trama más robusta y relevante de la Jedi. Por ejemplo, aunque sobre ambos se plantean algunas subtramas, acaban perdiéndose en el argumento general: Poe solo tiene que erigirse como el líder de la Resistencia llegado el momento, la única novedad es descubrir su pasado como contrabandista, que no añade nada a su conclusión como personaje, mientras que Finn sí tiene oportunidad de reconciliarse con su rol de desertor de la Primera Orden al encontrarse con otros como él, pero no deja de ser un conjunto de escenas anecdóticas, que aportan poco al personaje. Otros personajes acaban por diluirse o perder su presencia, caso de Rose (Kelly Marie Tran), que había sido una de las principales incorporaciones en Los últimos Jedi, o del droide BB-8; por no hablar de los -ya ridículos- caballeros de Ren. Los personajes nuevos en esta última película apenas añaden al conjunto, como sucede con Jannah (Naomi Ackie) o Zorii Bliss (Keri Russell), ni siquiera ese villano arquetípico que es el general Pryde (Richard E. Grant). 

Retomando las subtramas de Poe y Fin, no encontramos malas ideas, pero como vamos a descubrir con esta película, están desarrolladas de forma pobre o directamente están mal enfocadas. A fin de cuentas, no se expanden forma orgánica, sino que en ocasiones se siente como un añadido, o apenas gana relevancia para una conclusión coral y definitiva. De ahí que sea una obra que se preste a que los espectadores repiensen cómo podría haberse llevado a cabo para ser mucho más redonda o interesante... ¡y sin necesidad de cambiar sus principales puntos argumentales!


En cierta forma, el foco se reduce a seguir a Rey y su tránsito final para convertirse en la auténtica heredera de los Jedi. Para ello, recibe formación de Leia (Carrie Fisher, recuperada de tomas grabadas para las entregas anteriores debido a su trágico fallecimiento) y lee y estudia los tomos que rescató de la isla de Ahch-To. Sin embargo, las dudas forman parte ineludible de su carácter y conforme avance la aventura tendrá momentos en que la ira la consuma y empiece a recurrir a un poder propio del lado oscuro. Por contra, Kylo Ren, que funciona como un espejo macabro, empieza a serenarse, sintiendo que tiene cierto control que había perdido (la furia con la que finalizó Los últimos Jedi estaba vigente en las escenas iniciales de El ascenso de Skywalker, pero se serena cuando vuelve a estar subordinado a un maestro). 

A pesar de todo, la película da vueltas en torno a ese mismo tema de las dudas de Rey usando algunos recursos baratos ya sea en ideas o en ejecución. Por ejemplo, el enfrentamiento con Kylo Ren por controlar con la Fuerza la nave en que se han llevado a Chewbacca (Joonas Suotamo, en sustitución del fallecido Peter Mayhew), la revelación del parentesco de Rey al estilo del giro de El imperio contraataca (The Empire Strikes Back, Irvin Kershner, 1980) o incluso toda la secuencia referida a la ruinosa Estrella de la Muerte, desde ese homenaje chusco a Los Goonies (The Goonies, Richard Donner, 1985) con la daga que indica el camino (incomprensible en cuanto piensas la escena) hasta ese encuentro con su versión oscura, que es impactante aunque podría haber sido algo más elegante, a pesar de que es evidente que bebe de los elementos de la saga, como el enfrentamiento de Luke contra la visión de Darth Vader en Dagobah. Por suerte, el enfrentamiento con Ben y su resolución está bien desarrollada e incluso podríamos considerar que se queda corta frente a otros grandes combates de la saga. Aún así, tiene una gran conclusión que determina el futuro de ambos personajes.


En este sentido, hay en El ascenso de Skywalker una tragedia de tintes grecolatinos relacionado con la verdad que descubre Leia. En efecto, ella es quien debe ayudar a su hijo a redimirse, aunque para ello tenga que atravesar la galaxia con su voz como hizo Luke para enfrentarse a él. Allá donde otros fracasaron, y a quienes ella se lo pidió, ya fueran Luke o Han Solo, es su conexión la única que puede salvar a su hijo. Porque era ella la que debía hacerlo. Y por ello da la vida. Era su camino previsto en esa visión que tuvo dentro del flashback que introducen (uno de los poquísimos de toda la saga). Lamentablemente, no se pudo representar mejor por la pérdida de Carrie Fisher, algo que se nota en la pobreza de la secuencia, que no deja de ser bastante sentida y metafórica. Sin duda, la película hubiera sido bien distinta de haber podido contar con ella, dado su relevancia para la conclusión tanto de Rey como de Ben.

Ambos personajes reciben su lección final de dos maestros y leyendas: el último monólogo de Han, que toma en esta ocasión un sentido aún más trascendental que en El despertar de la Fuerza, y la reaparición del maestro Luke Skywalker, que, ya redimido tras los acontecimientos de Los últimos Jedi, da a Rey su última lección y su último regalo. 


Todo el tramo final es, sin duda, un espectáculo, pero que no goza de la fuerza emocional que cabría esperar. Por una parte, la relación entre Rey y Ben se completa de forma bastante satisfactoria. En concreto, es muy interesante cómo Ben deja de tener diálogo alguno y en eso gana la interpretación tan bien sostenida de Adam Driver, que transmite en cada gesto. Además, hay un gesto definitivo entre ambos que supone la respuesta definitiva al miedo que dio lugar a toda la saga, el miedo de Anakin de perder lo que amaba. Y llega, precisamente, por parte del sacrificio propio, de la entrega más absoluta por amor, frente al egoísmo del lado oscuro. Todo ello deja traslucir cómo lo mejor de esta trilogía ha sido la creación y desarrollo de ambos personajes, protagonista y antagonista.

Pero, por otra parte, el enfrentamiento final con Palpatine y su temible flota no es tan emocionante como cabría esperar. Esto se debe al rebuscado plan del emperador, que es fácil de entender, pero confuso si tenemos en cuenta todos los acontecimientos y sus acciones para conseguir tener a Rey. No hay un combate justo contra el Emperador ni se trata de uno de los mejores combates de la saga, siendo algo deslavazado. Su conclusión, aunque bastante buena, queda muy por debajo de lo que encontramos en El retorno del Jedi (Return of the Jedi, Richard Marquand, 1983) o La venganza de los Sith. Cabe destacar el momento de comunión con la Fuerza que alcanza Rey alzándose como un individuo por encima de su herencia maldita y convirtiéndose en una Jedi por sus méritos y acciones. No en vano, en la escena epílogo, se erigirá como la heredera de ese legado por iniciativa propia. 


Como decíamos, no son malas ideas, pero erran en su ejecución o se sienten demasiado insustanciales. A lo que se suma que el combate galáctico queda supeditado al particular entre Palpatine y Rey. Ni siquiera la aparición del séptimo de caballería para la Resistencia tiene la carga emotiva que otras películas similares han conseguido recientemente, como la aparición de Gandalf y los soldados de Rohan en El señor de los anillos: Las dos torres (The Lord of the Rings: The Two Towers, Peter Jackson, 2002) o la apertura de los portales en Vengadores: Endgame (Avengers: Endgame, Joe & Anthony Russo, 2019). Por lo que todo se siente vacío, a pesar de que, racionalmente, es evidente de que es una escena planteada como una de las más emocionantes de la obra. Incluso perdemos el interés dado que la película no ha dejado de poner el foco en los conflictos de la Fuerza más que en el conjunto bélico de la Resistencia contra la Orden Final.

En conclusión, J. J. Abrams retomó a la dirección para entregarnos una conclusión algo impersonal en estilo y plana en su ejecución. No pierde su carácter espectacular, tiene escenas y secuencias bastante meritorias y resuelve algunos conflictos de la saga con buena precisión, permitiéndose el homenaje (a lo heredado, a los personajes e, incluso, a los actores) a la par que el cierre de lo nuevo. Sin embargo, todo se siente más frío que de costumbre, se notan demasiado las costuras de la narrativa, muchos personajes quedan desnortados y deshilachados y tan solo encontramos solvencia en uno de los apartados de la historia (el relativo a los Jedi), mientras que los demás se sienten fútiles. 


Todo El ascenso de Skywalker se reviste de corrección visual y técnica, con brillantez musical (no podemos dejar de mencionar a John Williams), de aventura divertida, pero algo vacía, de conclusión definitiva, pero con cabos sueltos, incluyendo lagunas o trucos narrativos tan evidentes que sacan al espectador más avezado. Capaz de darnos grandes secuencias y, a la vez, resultados simplones. Es decir, un final demasiado templado y agridulce.


0 comentarios :

Publicar un comentario

¡Hola! Si te gusta el tema del que estamos hablando en esta entrada, ¡no dudes en comentar! Estamos abiertos a que compartas tu opinión con nosotros :)

Recuerda ser respetuoso y no realizar spam. Lee nuestras políticas para más información.

Lo más visto esta semana

Aviso Legal

Licencia Creative Commons

Baúl de Castillo por Baúl del Castillo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

Nuestros contenidos son, a excepción de las citas, propiedad de los autores que colaboran en este blog. De esta forma, tanto los textos como el diseño alterado de la plantilla original y las secciones originales creadas por nuestros colaboradores son también propiedad de esta entidad bajo una licencia Creative Commons BY-NC-ND, salvo que en el artículo en cuestión se mencione lo contrario. Así pues, cualquiera de nuestros textos puede ser reproducido en otros medios siempre y cuando cuente con nuestra autorización y se cite a la fuente original (este blog) así como al autor correspondiente, y que su uso no sea comercial.

Dispuesta nuestra licencia de esta forma, recordamos que cualquier vulneración de estas reglas supondrá una infracción en nuestra propiedad intelectual y nos facultará para poder realizar acciones legales.

Por otra parte, nuestras imágenes son, en su mayoría, extraídas de Google y otras plataformas de distribución de imágenes. Entendemos que algunas de ellas puedan estar sujetas a derechos de autor, por lo que rogamos que se pongan en contacto con nosotros en caso de que fuera necesario retirarla. De la misma forma, siempre que sea posible encontrar el nombre del autor original de la imagen, será mencionado como nota a pie de fotografía. En otros casos, se señalará que las fotos pertenecen a nuestro equipo y su uso queda acogido a la licencia anteriormente mencionada.

Safe Creative #1210020061717