American Gods, de Neil Gaiman

09 junio, 2015

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Decía Paul Éluard que "Hay otros mundos, pero están en este", algo que literalmente nos encontramos en American Gods (Neil Gaiman, 2001). La novela nos transporta por todo Estados Unidos de la mano de Sombra, ex convicto, que se ve envuelto en una guerra de dimensiones desconocidas y en historias que remiten al espíritu histórico norteamericano.

La mezcla de temas y géneros que encontramos en esta novela remite de forma clara a la trayectoria de Neil Gaiman, un autor que ha sabido combinar en sus obras el terror, la fantasía y la realidad como caras de un mismo mundo. Además, no le ha importado que fuera de manera narrativa, como Coraline (2002), El Libro del cementario (2008) o El océano al final del camino (2013), como en las cómics o novelas gráficas, cuyo máximo ejemplo es The Sandman (1989-1996).

La historia comienza con el final de una etapa cuyas características remiten a un drama carcelario y que se basa prácticamente en recuerdos y breves comentarios sobre un estilo de vida que está a punto de terminar. En este sentido, y aunque nos encontramos con un personaje ya adulto, Sombra, estamos siendo testigos de un nacimiento: el de una nueva vida fuera de la cárcel, una vida que es soñada ya por el personaje, pero que, finalmente, no se corresponderá con lo que él esperaba, debido a un giro drástico de los acontecimientos.


Se oyó reír, por encima del sonido de la música. Era feliz. Era como si las últimas treinta y seis horas no hubieran existido nunca, como si no hubieran existido aquellos tres años, como si su vida entera se hubiese disuelto en el sueño de un niño montado en un tiovivo del parque Golden Gate de San Francisco [...] con la esperanza de que la música sonara para siempre, de que el tiovivo no frenara jamás, de que el viaje no terminara nunca. Sombra giraba, y giraba, y giraba... Entonces las luces se apagaron, y Sombra vio a los dioses. (pg. 133)

Ante la incertidumbre de su nueva situación, aparecerá un misterioso hombre que, bajo el nombre de Wednesday, le propondrá un trato para trabajar juntos, estando Sombra a sus servicios. Este será el inicio de la trama principal, que entremezcla la historia de timos, de forma similar a los gánsteres, en semejanza a películas como El golpe (George Roy Hill, 1973), con una road-novela a través de los Estados Unidos de América. El objetivo de Wednesday es aliar a toda una serie de dioses antiguos que habitan el país contra los nuevos dioses (la tecnología, la comunicación, etc.) que están ocupando y restándoles el espacio que les correspondía.

Gaiman despliega así una historia que remite a la idiosincrasia estadounidense, es decir, un país nacido a partir de la inmigración. La identidad cultural de Estados Unidos surge a partir del conglomerado de creencias que llegaron al país durante milenios: desde dioses que cayeron en el olvido hasta mitologías que, aunque rescatadas por el estudio y la curiosidad, resultan ajenas a cualquier tipo de creencia actual. El juego narrativo que crea a través de la mitología le permite crear personajes variopintos que ocupan el papel de un dios que ha perdido a sus creyentes, es decir, su fuente de vida y poder, y se ve abocado a sobrevivir de cualquier forma. A ello remite también con los relatos que se incorporan como capítulos intermedios a la historia de Sombra, con la muestra de cómo se desvanecen y pierden las creencias o cómo estas perduran a través de la superstición, así como la forma en que algunos de estos dioses recuperan su poder, con alguna escena que, por su desarrollo, se podría incorporar a cualquier historia de terror.

Neil Gaiman
Por otra parte, los géneros que se mezclan en la novela y que le han permitido obtener con ella los premios Hugo, Nébula, Locus y Bram Stoker en 2002, están íntimamente relacionados con la producción habitual anglófila y, especialmente, estadounidense. No hay más que remitir al terror y la intriga de autores como Poe o Lovecraft, así como a la cantidad de thrillers e historias de gánsteres que se han producido en Estados Unidos, pero remitiendo siempre a una mitología y a un tipo de lógica que bebe de autores británicos, como C.S. Lewis o Tolkien. Precisamente la segunda mitad de la novela se detiene en una narración centrada en una localidad, Likeside, donde anualmente ha desaparecido algún joven de forma misteriosa. Se trata de una trama menor en comparación a los medios desplegados para la batalla entre dioses antiguos y nuevos, con la que, en cierta forma, está imbricada. No obstante, Gaiman pone cierto énfasis en ella y logra, con apenas unos trazos, situarnos fácilmente en el tipo de sociedad que se desarrolla en estos espacios y recrear otra historia que resulta también atractiva para el lector por el halo de misterio que rodea a la aparente normalidad del sitio.

Aunque el título de la novela remite claramente a la cuestión mitológica que se desarrolla en la misma, lo cierto es que también se puede entender como la descripción de esta sociedad desde los ojos de un extraño, como era Gaiman, británico, cuando quiso escribir esta novela. A fin de cuentas, las creencias de las personas están muy relacionadas con el tipo de sociedad que crean a su alrededor. Así, los dioses han perdido también sus características originales y han adoptado las de esa sociedad, manteniendo algunos rasgos que los distinguen, pero irremediablemente difuminados con el entorno en el que se sitúan. Esto permite, además, que la acción se sitúe generalmente en los bajos fondos, en los barrios deprimidos, en oficios poco apetecibles (como la funeraria) o en reservas o lugares generalmente apartados del bullicio y el juego de luces al que nos tienen acostumbrados desde las producciones estadounidenses más grandilocuentes. Todo ello con un espacio reservado también para las atracciones monumentales creadas como parte de la breve historia que tienen: al ser originarios de la inmigración, se hace necesario crear lugares de culto para la cultura estadounidense, atracciones como la Casa en la Roca con el carrusel más grande del mundo o Rock City. Remisiones que nos hacen disfrutar de un país del que desconocemos más de lo que realmente creemos conocer.

Fotografía de Richard Weisser
Es como uno de esos sueños que te cambian la vida. Parte del sueño te la guardas para siempre, y hay cosas que se quedan muy dentro de ti, porque te sucedieron, pero, cuando empiezas a pensar en los detalles, como que se te escapan. (Sombra, pg. 506)

Regresando a la historia particular de Sombra, tenemos ante nosotros a un personaje adulto que también sufre un proceso semejante al de las novelas de formación: descubrirse a sí mismo. No obstante, es un personaje al que le falta viveza, reaccionar ante lo que le sucede. Durante el libro, toma muy pocas decisiones, más bien se ve conducido o bien por impulsos o bien por lo que otros dictan o hacen por él, especialmente su esposa Laura, que se convierte en el brazo ejecutor de gran parte de las acciones que se le atribuyen a su marido, pero cuyo protagonismo, a ojos del resto de personajes, es inexistente. Incluso cuando lo acusan de haber asesinado, lo cierto es que se mantiene inocente, ni siquiera en las partes finales de la guerra de dioses o en el momento de resolver el caso de los niños desaparecidos.

Por el contrario, la única muerte que podemos señalar que asume es la propia, en tanto que se sacrifica por toda una serie de circunstancias generadas por el azar (o el destino, según se prefiera) y los intereses de otros. Eso le sirve, a su vez, para descubrirse a sí mismo y alcanzar una metamorfosis que altera ligeramente la actitud del personaje hacia el último tramo de la novela, aunque sin implicarse demasiado en lo que sucede en la historia, como es la tónica habitual de la obra. No se trata, por tanto, de un héroe típico, aunque su participación sea crucial para los acontecimientos de la novela, la cual, además, tampoco es realmente una lucha entre buenos y malos, como podría aparentar.

Odín (Imagen de Funcom)
El protagonismo general se lo llevan las mitologías antiguas y de diferentes culturas que participan personificados en el argumento, principalmente dioses (Chernabog, Anansi, Thoth, Anubis, Loki, etc.), acompañados también de figuras legendarias e, incluso, héroes del folklore estadounidense, como Johnny Appleseed. No nos debe extrañar que también se le confiera un carácter mitológico a la identidad de Sombra (no en vano, los conocimientos de Gaiman sobre mitología le permiten recrear la historia de alguno de estos personajes en la forma en que más le convenga para su novela), aún cuando este asume su papel como un humano normal que recibe toda clase de señales y símbolos pertenecientes a un mundo distinto, pero que, inevitablemente, también forma parte de su mundo. Todo un crisol de mitologías que desfallecen en una tierra que conduce más a la incredulidad que a la creencia.

Hay historias que son verídicas, en las que el relato de cada individuo es único y trágico, y lo peor de la tragedia es que ya la conocemos, y no podemos permitirnos el lujo de sentirla en profundidad. Fabricamos una concha en torno a ella [...] Y de este modo andamos por la vida, un día sí y otro también, inmunes al dolor y a la pérdida ajenos. (pg. 302)

Como otro detalle más, podemos mencionar el papel que juega lo sexual en la novela, algo que no debe causar extrañeza si revisamos los mitos antiguos, invadidos de toda clase de relaciones. Y que también juega un papel especial en el ambiente en que se desarrolla la novela. Así encontramos a Wednesday cortejando y seduciendo a varias jóvenes o a Sombra siendo seducido por una diosa. También la importancia de los sueños o las imágenes oníricas, un elemento con el que Gaiman se desenvuelve perfectamente, y que proporcionan algunos de los mejores pasajes de la obra.

Para concluir, podemos mencionar que hemos leído la edición de Roca Editorial en su versión de bolsillo, incluyendo además la versión correspondiente al décimo aniversario de la obra (celebrado en 2011), cuando Gaiman modificó y añadió algunos fragmentos para ofrecer la considerada versión definitiva de la novela, incluyendo algunos anexos como una explicación de Gaiman sobre el proceso de escritura de esta obra  y una entrevista en torno a los temas tratados en la misma. El libro está dividido en dos partes con epílogo, y cada capítulo dedicado a Sombra incluye algún extracto de poema, canción u otra clase de texto generalmente relacionado con las ideas que sustentan a la obra general. Por último, para quienes estén interesados, la historia de Sombra se continúa parcialmente en el relato El monarca de la cañada, recopilado dentro del libro de relatos Objetos frágiles (Neil Gaiman, 2006). A su vez, existe una novela spin off, titulada Los hijos de Anansi (2005). Por otra parte, se está realizando una adaptación para televisión de American Gods aunque sin fecha de estreno todavía.


Tenemos ante nosotros una completa novela que consigue remitir a toda una serie de géneros y temáticas que se relacionan con la identidad del espacio físico donde se desarrolla la novela: Estados Unidos. Pero también una obra que nos habla de lo humano a través de lo divino: de cómo las creencias de los seres humanos configuran el mundo que les rodea.



2 comentarios :

  1. Hola :) Adoro como escribes en serio, menuda reseña, ya me gustaría a mi poder describir y contar asi mi opinión sobre un libro o lo que sea. Ya sabes que me encanto este libro, la trama, la forma de escribirlo, el misterio que tiene, todo vamos. No sabía nada de El monarca de la cañada en Objetos frágiles, sin duda me lo apunto para mirarlo pronto, quiero más de American Gods. Un abrazo :)

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  2. ¡Qué análisis más completo! Me apunto lo del relato en el que se continúa la historia de Sombra (que me da que no se va a quedar ahí).

    Un saludo

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