¡A ponerse series! (IV): La familia Monster (1964-1966)

26 octubre, 2012

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LILY: Ya cesó la tormenta, pero no dejemos que eso nos amargue la noche.


En la historia de la televisión, La familia Monster (los “Munster”, en el original) es la consumación del mundo al revés, en el que lo diferente, cobra carta de naturaleza a través de un ingenio inagotable. Sin olvidar las reglas de la cortesía -que esto sí que es raro hoy-, las peripecias de estos residentes de Mockingbird Heights, oriundos de Transilvania, convierten la vida y la muerte en una farsa maravillosa en la que los verdaderos monstruos somos los demás, con la única (y notable) excepción de los niños, para los que el atractivo mundo de los Monster resulta, valga la frase, lo más natural del mundo. Chavales que poseen una facultad que los adultos ya han perdido, razón por la cual, seguramente, les recriminan. Concretamente, en el episodio Tienes razón Gale, existe tío Herman, los padres del muchacho en cuestión solicitan la ayuda de un psiquiatra (si bien es verdad que se trata de un divertido Harvey Korman). En suma, los monstruos sí existen, como existe la imaginación, solo que si por algo se caracterizan estos monstruos es por su humanidad.

HERMAN: El doctor Frankenstein, supongo.


Con Los Monster (de la cadena CBS) sucedió lo mismo que con otras muchas series clásicas, que está encarnada por actores que parecían nacidos para interpretar un papel en concreto. En cualquier caso, tal y como andan las cosas, y pese a que lo que desea un actor es, obviamente, tener la oportunidad de desarrollar muchos papeles a lo largo de una carrera bien nutrida, lo cierto es que ser recordado por un papel en concreto ya parece bastante suerte. Y es que Los Monster se beneficia de un casting admirable e irrepetible (no es sorprendente que intentos posteriores de “resucitar” la serie se hayan ido a pique).
 
Nuestros protagonistas representan a una familia normal en todos los sentidos (hasta en resultar asustadizos): el moderno Prometeo es un padre de familia cariñoso y responsable, aunque algo atolondrado e infantil, Herman (Fred Gwyne); su esposa, la diligente y etérea Lily (Yvonne De Carlo); el vástago lobuno y tierno Eddie (Butch Patrick); la sobrina dispuesta y encantadora, aunque con la tara de resultar hermosa, pero tan monster como los demás (por lo que su papel es más interesante de lo que parece), Marilyn (Beverly Owen / Pat Priest); y naturalmente, “Abuelo” (Grandpa), el padre de Lily, descendiente de la familia transilvana de mayor abolengo, los Dracul, (interpretado por Al Lewis). Junto a una serie de actores de reparto maravillosos, por supuesto, y sin olvidarnos del murciélago Ygor, el dragón de las escaleras (siempre en sombras) Pinto (o Spot), y el cuervo cu-cu (en el episodio Monster, el magnífico sabremos que se llama Carlos). Engranaje al servicio de una inteligente serie que subvierte con fina ironía las situaciones más típicas de una sitcom (comedia de situación); Abuelo posee su propia cartilla en el Banco de Sangre y hasta llegan a viajar en avión.

EDDIE: ¿Puedo dejar la tapa de mi ataúd abierta?


Como personajes “de apoyo” no debemos olvidar el fabuloso coche Monster, la vieja mansión, que incluso llega a tener su propio ecosistema y microclima, o los gadgets del abuelo, delirante mad doctor con su sótano de experimentos, su libro de pócimas, sus frascos de elixires y un caldero.

Los Monster lega imágenes inolvidables, como Herman y Lily en la mecedora del balcón, bajo la tormenta. Y argumentos ingeniosos como el de la pastilla para convertir el agua en gasolina, junto al mito de la bella durmiente en La linda durmiente, o las charlas padre-hijo entre Eddie y Herman, o la estancia de este último en la universidad (El enmascarado misterioso), que refleja la bondad de Herman frente a una representación de humanos bastante poco bondadosos. Al Abuelo le ocurre algo parecido cuando decide buscar novia a través de los anuncios del periódico (hoy sería por la red, es igual).
 
 
A ello se suman malentendidos desternillantes como los que se dan en la persecución por la casa en Amor a primera vista, o con la llegada de una nueva criatura en Canción de cuna. La entrevista de trabajo de Lily en El rival de Herman es impagable, como la excursión al campo de El Abuelo y la llamada de la selva, el uso de la hipnosis para curar el hipo y la involuntaria visita de Herman al internado femenino (Herman y la hermandad femenina), la visita de su primo rudo e incivilizado en El primo Johann, la caza del tesoro en el extraordinario El tesoro de Mockingbird Heights, o las vacaciones en El valle de Herman. Muchos de estos momentos cómicos están resueltos con recursos casi del cine mudo, como la cámara lenta, rápida, hacia delante o atrás… recursos aún hoy de una efectividad pasmosa.

MARILYN: ¡Creo que he asustado a otro pretendiente!
 
Muchos de esos momentos cómicos funcionan gracias a la química que se establece entre Herman y su suegro, que forman todo un dúo cómico a la clásica, sobre todo cuando andan metidos en un sinfín de proyectos (también les afligen los problemas económicos). Pero igualmente hubo momentos para la reflexión o la crítica (amable pero firme), como sucede en El mote de Eddie. Ítem más, hay varios capítulos con adolescentes, pero concretamente hay uno, en el que interviene la banda The Standells (Los Monsters en onda), que se pretende condescendiente pero que en realidad deviene en una implacable crítica sobre la falsa progrez y el trascendentalismo tan caro a algunos jóvenes.

Con una impagable y swingeante banda sonora a cargo de Jack Marshall, y unos títulos tronchantes como My fair Munster, The sleeping cutie, Family portrait, Don’t bank on Herman, All-star Munster, Follow that Munster, Mummy Munster, John Doe Munster, Operation Herman, Just another pretty face, The most beautiful ghoul of the world, Zombo o Cyrano de Munster, la serie nos ofrece un producto desternillante que mira con respeto los clásicos monstruos de la Universal, que aunque ya no dieran miedo, sí proporcionaban mucha risa, en el más noble sentido de la expresión (y en contraste con otras zafias parodias que hemos tenido que soportar).

ABUELO: En esta familia nada permanece enterrado.


La honestidad al cesar la serie cuando nada más tenía que ofrecer dice mucho a favor del equipo artístico y técnico que hizo posible la realidad de Los Monster. Como Al Lewis comenta en el documental que acompaña a la edición española en DVD: “creo que lo que realmente distingue a la serie es que nos divertíamos haciéndola”; y en efecto, eso se nota mucho. Y hace que años después, continúe proporcionando la misma diversión. Como todo lo que, además, tiene calidad.


Escrito por Javier C. Aguilera "Patomas"



Próximamente: Star Trek.

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